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Teología de la mentira de guerra en Tierra Santa – 19 de mayo

El ejército de Israel miente para hacer la guerra. La noticia es que los medios engañados lo denuncian. Hay tropas en Gaza, afirmaba un tuit del ejército, y luego confirmaron generales. Los grandes medios que se dicen vacunas contra las fake news se tragaron el bulo, pensado para hacer salir de sus escondites a los militantes de Hamas. «Fue inteligente, fue eficiente», ríen los uniformes. Luego bombardearon el edificio de Associated Press en Gaza. Decían que había terroristas, pero sin pruebas, o sea, verdad, denuncian los medios. Las armas disparan a través de las letras.

Las bombas caen en Gaza y son los periodistas palestinos que trabajan para medios internacionales los que cuentan los muertos entre los escombros. Israel y Egipto han cerrado los pasos al terreno bombardeado: trescientos sesenta y cinco kilómetros cuadrados para dos millones de personas con la voz y la imagen recortada. Censurada: pasto para la fabulación y las mentiras en red. «La verdad es la primera víctima de la guerra», dijo Lord Ponsonby, que documentó las ficciones de la Primera Guerra Mundial y resumió un decálogo de la propaganda de combate. Primera regla: la guerra siempre es culpa del enemigo.

El gobierno de Israel llama árabes a sus enemigos. A los palestinos les quitan el gentilicio y así existen un poco menos. Palestina se queda sin nadie quien le escriba, mientras Israel observa desde drones, aviones y satélites. Lo sabe todo, conoce la verdad y por eso puede recurrir a la mentira. Mentir es el arte del cazador, el trampero, para engatusar a la presa. Las religiones del libro hablan mal de la mentira por interés: solo es Verdad el verbo talmúdico, bíblico o coránico; el resto, falsedades del diablo. El Enemigo.

El Edificio, llamaban en la abadía de El nombre de la rosa al lugar donde se guardaban los libros que envenenaban a los monjes curiosos. La biblioteca, pensaba el joven Adso, no era el instrumento para difundir la verdad, sino para retrasar su aparición. Allí había tesoros de los sabios árabes robados en las cruzadas que retrató Ridley Scott en El Reino de los Cielos. «¿Qué es Jerusalén?», le pregunta el cristiano a Saladino: «nada y todo», contesta. Cervantes perdió la mano luchando por la cruz. Luego fundó la modernidad con una novela, o sea, una ficción, donde la sinrazón es clarividencia.


Notas de extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla aquí.

Víctor García Guerrero
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