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Capitana Rackete en el mar de los oráculos – 3 de junio

La capitana Carola Rackete ha pasado otra noche en el calabozo en Agrigento. Es el precio que paga, por ahora, por chocar con una patrullera italiana en el puerto de Lampedusa. Le pueden meter diez años de cárcel. Y otros más por «tráfico de personas». El Estado es implacable cuando quiere. El ministro del Interior, Matteo Salvini, ya tiene clara la sentencia. Las ONGs que recogen emigrantes en el Mediterráneo son delincuentes conchabadas con las mafias que operan en Libia. Pero Libia no tiene Gobierno al que presionar. Quedan las jóvenes con rastas de la Generación Erasmus como la alemana Carola como enemigos de Europa. Que les corten la cabeza.

El coro pedía celdas y barrotes mientras Carola bajaba del Sea Watch. El cuarenta por ciento de los italianos quiere más mano dura, puertos cerrados y clausurados, basta de inmigrantes. Apoyan a Salvini, hoy el político más popular de una Italia en ruta de colisión con Europa. Fue la Europa de corazón herido por una «crisis humanitaria» la que quiso la guerra de Libia en 2011: Sarkozy, Cameron, Merkel y Zapatero. Y Berlusconi. La Liga de Salvini se opuso a mandar bombarderos a Libia. Quizás escuchaban a Gadaffi, quien meses antes de morir linchado predijo: «millones de negros llegarán al Mediterráneo para cruzar a Francia e Italia». El Mediterráneo es el mar de los oráculos.

Trípoli está gobernada por milicias. Se ponen nombres grandilocuentes, a la americana: Fuerzas especiales de disuasión, el Batallón revolucionario, la Octava brigada. La más grande se hace llamar Ejército nacional libio. Controlan el aeropuerto, las prisiones, el comercio, y el tráfico de personas. No zarpa una sola lancha de emigrantes sin que las bandas cobren su diezmo. Las milicias trabajan para el gobierno de unidad. Nombre soñador: es apenas uno de los que existe en Libia. El otro es el del mariscal Hafter, el mayor señor de la guerra. Hace poco estuvo en Roma, donde se reunió con el primer ministro. Ofrece puertos y petróleo a cambio de ayuda para la victoria.

La capitana Carola Rackete navegó el Ártico y el Antártico antes que el Mediterráneo. Ha estudiado en tres universidades. Dice que siendo blanca, rica y «con el pasaporte correcto» se sentía en deuda con los menos afortunados. Son razones psicológicas, no políticas; lo que no evita que sea una villana o una heroína de la Gran Política y sus miserias. Hace dos mil quinientos años, Empédocles defendió la democracia en la misma Agrigento donde la capitana está hoy encerrada. Desconocemos todas sus razones. De los presocráticos quedan fragmentos. Sí sabemos que sus enemigos ganaron y le echaron de la ciudad. «El mar es el sudor de la tierra», decía el filósofo.


Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este Tumblr.

Víctor García Guerrero
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2 comentarios

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