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Refugiados en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016

Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro arrojan cifras espectaculares: más de once mil atletas, doscientos siete países participantes, veinticinco mil periodistas cubriendo el evento, una previsión de quinientos mil extranjeros en Brasil, más de siete millones de entradas puestas a la venta… Entre todo el equipo humano que conforma el evento y entre los miles de competidores que han dedicado parte de sus vidas a intentar conseguir una de las medallas que enorgullecerían al país que representan, se encuentran diez deportistas que ya han marcado un hito. No pugnan por ningún país en concreto, sus nombres son más bien desconocidos, no han salido continuamente en la prensa deportiva en los últimos años, no han gozado de una buena infancia dedicada al deporte; sin embargo, ya han dejado un legado en los primeros Juegos Olímpicos en Sudamérica. Por primera vez, diez atletas de diferentes nacionalidades simbolizan y personifican una de las peores crisis de nuestros tiempos. Son el Equipo Olímpico de Atletas Refugiados.

Desfile del Equipo Olimpico de Refugiados

De Sudán del Sur a los Juegos de Río 2016

Aunque Rose Nathike Lokonyen ha abanderado el Equipo Olímpico de Atletas Refugiados en el desfile de la ceremonia de apertura de los Juegos de Río 2016, no es ninguna estrella en su país como puede serlo Rafael Nadal en España, encargado de portar la bandera nacional. Rose Lokonyen nació en Sudán del Sur, pero acabó en el campo de refugiados de Kakuma, en Kenia. A sus veintitrés años, tiene grandes cualidades para el atletismo: apenas hace un año que comenzó a competir y ha pasado de correr sin zapatillas, a participar en la prueba de 800 metros femeninos en las Olimpiadas brasileñas de 2016.

James Nyang Chiengjiek

12Junto con Rose Lokonyen, otros cuatro deportistas del Equipo Olímpico de Atletas Refugiados pertenecen a Sudán del Sur. Los cinco atletas tienen mucho en común: todos ellos nacieron en el mismo país, todos ellos acabaron en Kenia como refugiados y todos ellos rivalizan en las pistas de atletismo. James Nyang Chiengjiek también comenzó entrenando descalzo, lo que le provocó múltiples lesiones. No obstante, ha logrado llegar a los Juegos Olímpicos de Río para correr en la modalidad de 400 metros lisos. Después de que la guerra acabara con la vida de su padre, huyó de su país para evitar que los rebeldes le reclutaran como niño soldado. Yiech Pur Biel logró escapar de la guerra y, del mismo modo que otros tantos niños, se instruía sin zapatillas en un campo de refugiados keniano; en estos Juegos compite en los 800 metros. Tanto Anjelina Nadai Lohalith como Paulo Amotun Lokoro participan en los 1.500 metros de Río 2016. Ambos se fugaron de la guerra y sueñan con poder ayudar a sus familias, hundidas en la pobreza.

Sudan del Sur lleva décadas de conflictos, golpeado por una fuerte crisis humanitaria donde la hambruna y los disparos se cobran la vida de miles de personas cada año. Tras duras batallas, en 2011, Sudán del Sur consiguió erigirse como un estado independiente, aunque tan sólo dos años después, los enfrentamientos volvieron a cobrarse la vida de sus ciudadanos. A día de hoy, más de dos millones y medio de sursudaneses han tenido que desplazarse dentro de la misma nación o convertirse en refugiados en países vecinos para librarse de la guerra.

Anjelina Nadai LohalithSudán del Sur vive en una crisis económica permanente. Sus habitantes, en su mayoría dedicados a la agricultura, han visto cómo su medio de su subsistencia ya es casi inexistente; debido a los destrozos y a las expulsiones forzosas de sus aldeas, muchos han tenido que abandonar sus tierras y su ganado. La situación ha provocado la inflación de bienes de primera necesidad, a causa de la escasez de alimentos, lo que acentúa los niveles de pobreza; además, casi la mitad de la población no dispone de agua potable.

Los niños y las mujeres son, especialmente, víctimas de la emergencia alimentaria y los brotes de enfermedades y epidemias como el cólera. La violencia sexual y de género está gravemente extendida y no cesa en su aumento. Asimismo, los menores corren un gran riesgo de ser reclutados para ser utilizados como niños soldados en luchas armadas. Pero algunos de los pequeños que huyeron de un país abocado a la miseria pudieron alcanzar el campamento de Kakuma, un lugar en el que se ha dado una oportunidad a los niños con aptitudes físicas sobresalientes de ser entrenados en Nairobi para convertirse en deportistas de élite. Cinco de ellos han logrado llegar a las Olimpiadas de Río 2016.

Yolande Mabika

Los deportistas de República Democrática del Congo

Yolande Bukasa Mabika y Popole Misenga han llevado vidas paralelas. Ambos nacieron en República Democrática del Congo, pero, por culpa de los conflictos del país, se separaron de sus padres y fueron llevados a un centro para niños en Kinshasa, la capital. Allí se iniciaron en el judo, un deporte que el gobierno congoleño fomenta entre niños huérfanos. Sus duros entrenamientos estaban llenos de prácticas deportivas abusivas, incluidas la privación de alimento y el confinamiento cuando los resultados no eran los esperados. A pesar de representar a la nación africana a nivel internacional, las condiciones extremas hicieron que los dos huyeran de su equipo deportivo en el Mundial de Brasil de 2013. Tras sufrir infortunios en el país sudamericano, obtuvieron el asilo y el apoyo del COI para poder competir con el Equipo Olímpico de Atletas Refugiados en los Juegos de Río 2016.

La pareja de judocas profesionales proviene de un país que sufre perpetuos conflictos bélicos con décadas a sus espaldas. Tras una guerra civil, acuerdos de paz truncados y corrupción en los diferentes estamentos de la nación, República Democrática del Congo es víctima de su propia riqueza. Se trata de un país con grandes yacimientos de metales y minerales, valiosos en todo el mundo. Pero, más que traer prosperidad, estas explotaciones han ocasionado aberraciones tan crueles como los denominados diamantes de sangre o la fiebre del coltán (muy codiciado en los últimos años por el mercado de las telecomunicaciones). Los habitantes congoleños han vivido entre homicidios, torturas, robos, violaciones, esclavitud y luchas étnicas. Los últimos años del país africano están plagados de millones de muertes, de ciudadanos convertidos en refugiados y de una población que ha visto vulnerados sus derechos humanos.

Refugee Athlete Yonas Kinde

La hambruna de Etiopía

El etíope Yonas Kinde es el veterano del Equipo Olímpico de Atletas Refugiados, abandonó su país por causas políticas y ha vivido los últimos años en Luxemburgo, bajo protección internacional. Ha participado en diferentes maratones en capitales europeas y obtenido marcas importantes, a pesar de ello, la falta de ciudadanía le ha impedido alcanzar mayores retos.

Yonas Kinde huyó de una patria ahogada en la pobreza y la hambruna. La escasez de alimentos es la tónica habitual en Etiopía, además, actualmente está atravesando una de las peores sequías que se recuerden. Asimismo, es un país superpoblado, en parte porque es la nación africana que más refugiados acoge, procedentes de otros países en conflicto de este continente. Gran parte de la sociedad etíope depende exclusivamente de la ayuda extranjera.

Etiopía ha empeorado su situación en este último año, el fenómeno meteorológico El Niño ha agudizado aún más sus problemas referentes a la sequía, lo que provoca que de la agricultura y ganadería se obtengan menos recursos. La baja producción conlleva a que el precio de los alimentos se incremente y también a que agricultores y ganaderos hayan sufrido unas pérdidas que les impiden adquirir bienes necesarios para las cosechas futuras o para mantener su ganado. Hundidos en una gran crisis, sin el apoyo suficiente de la comunidad internacional para remontar la producción del sector primario del país de forma eficaz, parece evidente que el número de personas en riesgo de malnutrición, y cuya supervivencia dependerá de la ayuda exterior, no dejará de aumentar.

Yusra Mardini

Los olímpicos que representan la crisis de refugiados sirios

Originarios de uno de los focos de mayor conflictividad del mundo árabe, Siria, Yusra Mardini y Ramis Anis participan en natación en las Olimpiadas de Río 2016, bajo el resguardo del Equipo Olímpico de Atletas Refugiados. Yusra Mardini ya había representado a Siria en el Mundial de Natación de 2012; años más tarde, demostró su valentía y sus cualidades como deportista de élite cuando huyó de la guerra: su embarcación, en la que viajaba con unas veinte personas, se dirigía a Europa por el mar Egeo, cuando comenzó a llenarse de agua. Yusra, su hermana y otros dos refugiados se lanzaron al agua para remolcar el bote durante tres horas hasta Lesbos. Todos sus acompañantes se salvaron gracias a ellos. Desde 2015 se entrena en Berlín y en Río compite en los cien metros libres y mariposa de natación femenina. En la huida de Ramis Anis, también el mar es el protagonista. Escapó a Turquía debido a la guerra y ya entonces su objetivo era dedicar su vida profesional al deporte, pero al no obtener la nacionalidad turca no podía competir, así que partió hacia Grecia en un bote hinchable.

Los nadadores de élite que representan The Refugee Nation huyeron de un país que desde 2011 se encuentra sumido en una guerra entre el régimen de Bashar al Assad y los rebeldes opositores. No obstante, se trata de un conflicto arraigado en el tiempo y con varios frentes de combate abiertos, entre los cuales el terrorismo islámico tiene gran protagonismo. En estos últimos cinco años, la guerra siria ha provocado más de doscientos mil muertos, once millones de desplazados y alrededor de cuatro millones de refugiados. La corrupción y la violación de los derechos humanos ocasionaron las primeras muestras de descontento en la llamada Primavera Árabe. La lucha de clases por un sistema más equitativo que terminara con la desigualdad social ha desembocado en una de las mayores tragedias de la historia reciente, una lucha armada que parece no tener fin. A día de hoy, la población siria sufre una significativa dependencia de la ayuda humanitaria para subsistir. La crisis de refugiados provenientes de Siria es un problema que afecta seriamente a toda la comunidad internacional.

Foto del equipo de la Refugee Nation

Los protagonistas morales de Río 2016

Han sido víctimas de conflictos bélicos, de persecuciones y represiones políticas, de mafias que han especulado con sus vidas, de dificultades para escapar de la tragedia, de complicaciones para ser aceptados en algún país que les permita vivir sin miedo, de mares y océanos que se han llevado la vida de sus familiares y de intentos fallidos por conseguir una nacionalidad. Pero, a pesar de ello, siguen con fuerzas para intentar sobrevivir en un mundo hostil. Las guerras en Siria, Sudán, Congo o Etiopía son solo algunos ejemplos de los conflictos que han forzado a millones de personas a escapar de su patria. Entre todas esas víctimas, una decena pioneros compiten en unos Juegos Olímpicos bajo un nuevo estado, The Refugee Nation.

Los diez deportistas refugiados participan en Río bajo una bandera negra y naranja, símbolo de los colores de los chalecos salvavidas con los que muchos siguen arriesgando sus vidas en el mar para alcanzar la paz en otro país. El Equipo Olímpico de Atletas Refugiados da voz, con un hilo de esperanza, a una de las crisis humanitarias más graves de nuestros días. Las guerras han propiciado que millones de personas huyan en busca de la seguridad y de una oportunidad en otro territorio; son ciudadanos con diferentes perfiles que necesitan ayuda para conseguir una vida digna, como estos diez atletas. Con esta iniciativa se pretende dar visibilidad a la situación de estos supervivientes y remover la conciencia de un mundo que tiene la responsabilidad de involucrarse en la resolución de esta crisis migratoria. En Río 2016, los más de sesenta y cinco millones de refugiados, que viven repartidos por todo el mundo, tienen representación olímpica por primera vez en la historia de los Juegos.

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