Hacer periodismo en Italia: un peligro en un «país sin verdades», decía Sciascia – 30 de mayo de 2018
Paolo Borrometi es el último periodista italiano que tiene que llevar escolta para andar por la calle. «¿Sabes por qué a veces un hombre tiene que ser asesinado? Para que el resto se calme un poco», dice un sicario en una grabación captada por la policía. Una decena de periodistas comparten amenaza en Italia. Lo sabe Roberto Saviano, el más famoso de los reporteros con diana. Gomorra le obligó a convertirse en fantasma para huir de las balas camorristas. A Saviano siempre le preguntan si se arrepiente de haberlo escrito. Sí, responde: «Italia es un país cruel. No permite que cuentes su realidad. Solo que hables de su comida y sus cielos. Si comprometes esas maravillas, te odian».
Italia es un país sin verdades, decía Leonardo Sciascia, que escogió la novela para contar el mundo desde Sicilia. Otros usaron el cine, como Francesco Rossi, que hizo películas para denunciar los crímenes de aquella Santa Alianza de industria, mafia, Vaticano y CIA que gobernó la Italia del siglo XX. La ficción, o la recreación, siempre han tenido algo más de bula que el solitario y frágil plumilla. Curioso: el verbo rápido y ágil como la cheira del quinqui siempre ha dolido más al poder que el solemne cincel del arte. Hasta hoy, en tiempos posverdaderos, cuando en lugar de matar al mensajero es más fácil y económico decir, sencillamente, que todo es mentira.
MacLuhan firmó que el medio era el mensaje y que, por eso, lo mejor para acabar con el terrorismo era practicar un apagón mediático: sin portada, la bomba ya no aterroriza. Tal vez. Sin duda, la inversa es cierta. Eduardo Bravo recuerda en su gran Villa Wanda las maniobras oscuras de la Logia P2 y del gobierno en la sombra que mandó matar para hacer grandes titulares en décadas de plomo. Se trataba de infundir miedo en la izquierda, y de la izquierda, en una guerra fría con más cadáveres de los que gusta recordar. Fueron los autores de atentados de falsa bandera, «dinero con sangre», cantan Los Planetas: y estampados con tinta y en papel prensa.
Italia es país de conspiraciones y periodistas desde que Julio César, cronista de la guerra antes que emperador, fuera asesinado de camino al Senado. «Tu quoque, fili mi!», «¡Tú también, hijo mío!», le hace exclamar Shakespeare para realzar la tragedia. Si César pronunció la frase o no, es cosa del bardo: hace quinientos años, la posverdad ya jugueteaba con la pluma en honor a la belleza. Roma seguramente sea la Belleza, como filmó Sorrentino, esa idea que en los filósofos griegos estaba unida a la Bondad y, también, a la Verdad. Hoy escasean las tres virtudes y el periodismo acorralado decora nuestra sala de estar empapelada de intocables obras completas.
Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este tumblr.
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