Episodio VIII: Star Hater
Nos encontramos en un período de gilipollez suprema. Las naves haters atacando, desde la taza del váter, han conseguido llenar Internet de mierda que a nadie le importa contra el malvado Imperio Disney.
A la señora Paquita sigue sin preocuparle si el protagonista de Star Wars es negro o una mujer, o una mujer negra. Pero a las fuerzas haters, defensoras de la moral y la protección de la pureza de todos los hombres de la galaxia, les ocasiona sarpullidos en todo su orgullo de macho.
Con pretextos sobre si la nueva trilogía es una repetición de argumentos y dándole una importancia exagerada a todo esto, legiones parten con sus cosplays de sith y mandaloriano para solucionar esta situación sobre un universo que no existe.
Evidentemente, vamos a hablar de Star Wars y de toda la división de opiniones, y sin duda facciones, que siempre han estado ahí pero con Internet pululan como bestias sin freno. Para mi existen dos grupos de personas que se proclaman fans de Star Wars: los que vieron la trilogía clásica de pequeños e hicieron hasta cumpleaños temáticos de La guerra de las galaxias y aquellos a los que no les motivaron mucho las pelis viejas y se subieron a la saga con las precuelas, con sus tíos malos con sables rojos y duelos con muchos saltitos.
Aquellas precuelas fueron criticadas hasta el infinito y no es para menos. Son un producto con personajes sosos, diálogos malos, efectos excesivos y poca o ninguna vinculación estética con las tres primeras entregas. El vestuario, la iluminación, las localizaciones, las naves… Hay poco que nos recuerde al oxidado, sucio y en ocasiones tenebroso ambiente de las tres primeras; a pesar de que la justificación es que la época en la que se sitúan las precuelas es más brillante, lujosa y prístina, la primera impresión cuando ibas a ver La amenaza fanstasma al cine podía resumirse como: «¿Esto qué coño es?». No se puede decir muchas cosas buenas de ellas siendo objetivo. La banda sonora, la creación de algún personaje que podría ser aprovechado posteriormente, el arco argumental de Palpatine, las coreografías de duelos de sables y el montaje de alguna escena se salvan. En la actualidad parece que mucha gente se ha olvidado de lo malas que eran y cómo perjudicaron a la saga, hasta el punto de hacer necesesaria una desvinculación total de ellas en las aventuras que estaban por venir.
Entonces Disney compra Star Wars y, de repente, los tíos duros que mascan tabaco se preocupan de que su querida idea de Star Wars se convierta en un desfile de cosas infantiles, porque ellos ya son adolescentes crecidos, y no les gustan los ratones que hablan y esas cosas de niños que no tienen nada que ver con ellos. Evidentemente eso no pasó, pero muchos hombres hechos y derechos temían por su integridad escrotal. Y aquí es donde surge la fractura, mucho antes de que las nuevas pelis saliesen a escena. Pues existen los haters y los lovers u osos amorosos o como sea que se llamen ahora.
«¡NOOOOOO! Qué insultante imagen de algo tan serio y dark como Star Wars»
Disney hace un reinicio, podríamos decir, e intenta huir como de la peste de las precuelas utilizando personajes de las pelis viejas para establecer un nexo que se había perdido. Craso error. A menos que sea Boba Fett, Darth Vader o su aborto eso no va a compensar al mandaloriano medio. Él quiere batallas con gente haciendo parkour, muchas explosiones, personajes de ojos muertos, soldados de asalto con lanzamisiles integrados en su ojete y cosas mandalorianas/sith por doquier. Y al gungan medio le da igual porque le gusta todo antes de ir a verlo, todo el mundo es majo y no puede establecer una crítica de verdad ni soñándolo porque se acercaría al lado oscuro.
«Mucho mejor. Mi masculinidad ha sido salvada por estos cosplayers con sables de luz»
Hace tiempo que intento pensar como alguien que con tan sólo ver el tráiler de una película sangra por su pene, porque casi todas estas personas son hombres. ¿Por qué será? No me lo explico. Qué no les gusta de las nuevas películas y qué les gustaba en realidad de las otras seis.
Punto 1: Repetición de Argumentos
Cierto, se repiten las ideas de la trilogía clásica para distanciarse de las precuelas y retomar el tono de la saga, el cual estaba mutando en una cosa hipermusculada y macarra.
«Soy responsable en los 90. Es el precio que pagas por tener el cuerpo de un dios con capa»
Punto 2: Personajes femeninos
No son una simple comparsa o un adorno. Hay una mujer protagonista que no va en tanga y parece ser más poderosa que cualquier personaje masculino. ¡Anatema!
Esto si que es un personaje femenino que respira Star Wars por todos sus poros.
Punto 3: Minorias étnicas
Pasa un poco como con las mujeres. Un personaje negro protagonista puede causar muchas embolias.
Más de uno que dice que lo que le molesta es la calidad de las nuevas entregas inundaría Internet con sus lloros si esta imagen fuera de unos juguetes basados en ellas.
Punto 4: Kylo Ren no es más guapo que yo
Este es el punto más chanante. A pesar de que el actor tiene una cara estándar, que no sea modelo de calzoncillos molestó a mucha gente.
Tu tío Paco el mandaloriano
Punto 4: Coreografias de combate sin saltos de 10 metros
Los duelos de sables de luz son bastante sobrios, aunque seguro que ya os están preparando vuestro kung-fu y sables hacha nunchakus.
Erecciones haters en cero coma. Ah no, que es chino. ¿No podría ser blanco y guapo?
Veamos ahora lo que a todo hijo de Darth Maul le debe gustar:
Punto 1: Personajes oscuros y torturados que matan gente
Protagonistas que creen en lo de juez, jurado y verdugo y a los que sus padres pegaban. Véase Anakin; Kylo no, que es feo y no le sale todo bien.
«Hey Yoda no te acerques mucho a Anakin que cuando más te acercas más le crece». «Tranquilo, arena llevo»
Punto 2: Personajes poderosos
Más jedis y sith que tiran rayos por el culo. Esa es la solución.
«No se ofusque con este terror tecnológico que ha construido. La posibilidad de destruir un planeta es algo insignificante con la mirada de unos Ewoks cargados de speed que van a devorar a una niña»
Punto 3: Universo Expandido
Novelas, videojuegos, comics. Referencias no a Han Solo o C3PO, mejor a personajes famosos como Naga Sadow o Starkiller.
«Jeremy Irons me enseñó a poner así las zarpas. Aunque mis manos parecen Facehuggers de Alien»
Lo cierto es que Star Wars estuvo siempre en el ojo de la crítica y el sector moralista o pedante desde el día que se estrenó Una nueva esperanza. Unas películas de aventuras que aglutinaban géneros pulp y dirigidas predominantemente a un público infantil/juvenil no gustaron a muchos que las consideraban una tontería y manifestaban su cabreo más o menos como lo hacen ahora, aunque por suerte no había Internet.
Y ahora que el Episodio IX: el ascenso de Skywalker rubrica el final de Star Wars, el tráiler sin duda ha sacado a relucir algunos odios que solo a estos pesados que sienten la necesidad de verter su bilis de forma obsesiva y continuada se les ocurre reproducir. Es el caso del sable de luz de Rey (en realidad no les gusta Rey porque les dan miedo las vaginas). Veremos como sus pataletas siguen siendo ignoradas y Disney sigue haciendo dinero, sobre todo cuando todos estos Star Haters vayan a verla al cine.
Recuerdo cuando de pequeño te disfrazabas de Darth Vader en el colegio y obligabas a tus amigos, que no conocían las pelis, a disfrazarse de Star Wars, utilizando una máscara de Jordi Pujol pintada de verde para hacer de Yoda, para desfilar con la banda sonora en carnaval y al final del día ni dios sabía de qué coño iba disfrazado. Y quizás era mejor así, porque Star Wars es una diversión, un entretenimiento que nos hace transportarnos a una galaxia muy, muy lejana, donde héroes y villanos hacen cosas molonas sin importar si son mujeres o wookies. Es así, aunque a muchos de estos inquisidores que pululan con traumas secretos les gustaría que fuera de otra forma.
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