Seriéfilo: noviembre de 2022
Pues ya casi estaría. Otro año que está a punto de ser envuelto para regalo. Eso sí, las series se resisten y no quieren poner aún la etiqueta de felices fiestas: aunque queda poco tiempo antes de navidad, saben que todavía les queda mucho por ofrecer. Y sin que sirva de precedente tengo que darles la razón, porque no sé lo que está ocurriendo este 2022 en el que cada día aparece una serie que no tenía en el radar y luce de maravilla. Malos tiempos para los odiados ránquines de lo mejor del año: va a ser imposible quedar bien con todas y se van a cometer muchas injusticias. Por ello declaro solemnemente mi odio hacia ellos: odio leerlos. Por cierto, en breve tendréis el mío aquí subido, en esta misma sección.
Vamos allá. Parece que la resaca de Halloween continúa, porque en el último mes han seguido apareciendo series de terror. Destaca, entre todas ellas, El gabinete de curiosidades de Guillermo del Toro (Netflix), una de las mejores antologías de historias de terror de los últimos años, con el director mejicano en modo Alfred Hitchcock presenta (CBS) introduciendo cada uno de los cuentos macabros rodeado de una ambientación que recupera el hediondo aroma del horror más clásico. Como en todas las recopilaciones televisivas, habrá historias que gusten más y otras que gusten menos; cada uno tendrá su ranquin personal, pero en todas se percibe un mimo y un cuidado en la producción que, más allá de la calidad de las historias, deja un muy buen sabor de boca. Mayor mérito si hacemos memoria y recordamos las últimas antologías de terror: empezaban con mucha fuerza, pero acababan siendo, en el mejor de los casos, mediocres. Hablamos de Room 104 (HBO), Monsterland (Hulu) o Into the dark (Hulu). Este es otro nivel.
Vamos con otro clásico del día de los muertos: los zombis también tienen su cabida este mes en el que la mítica serie The Walking Dead (AMC) se despide tras 11 temporadas en antena. 12 años después y 177 capítulos después baja la persiana una serie que, con sus altibajos, trajo la zombimanía al terreno de la televisión. Y es que no se puede negar que la serie tuvo más sombras que luces: decisiones cuestionables que solo tenían como objetivo alargar la vida de la gallina de los huevos de oro de la cadena, temporadas maratonianas con guiones minúsculos, más relleno que un pavo en el día de Acción de Gracias… Pero, a su favor, tenemos momentos icónicos de la tele como el sheriff Rick Grimes entrando a caballo en una desértica Atlanta o la primera aparición de Michonne, escoltada por dos zombis encadenados y replicando la imagen del cómic original. También nos deja villanos para el recuerdo como el Gobernador o el primer Negan; y escenarios potentes, como la prisión.
Sin embargo, esta obra emblemática termina muy lejos de donde empezó: bastante desdibujada y, por culpa de la avaricia de la productora (como era de esperar), con un cierre en falso. Nada más terminar, se anuncian varios spin offs que seguirán explotando la franquicia, en el afán de AMC por convertir a su niña bonita en una auténtica muerta viviente.
Otra serie que nos abandona este mes es Atlanta (FX), comedia que a lo largo de sus cuatro temporadas ha conseguido crear un estilo propio: provocadora con toques surrealistas, reflexiva, con un humor en ocasiones incómodo y siempre, siempre, con un marcado discurso antirracista. Los personajes de Alfred Paper Boi, Earn, Darius y Van, tan imperfectos como entrañables, se despiden dejando la sensación de que todavía podríamos disfrutar más de sus delirantes historias cotidianas. Pero si se tienen que ir, mejor que nos dejen con una sonrisa en los labios.
Por otro lado, mientras las redes ardían en discusiones entre dragones y pelosos, entre Númenor y Desembarco del Rey, en una galaxia muy muy lejana se emitía Andor (Disney+), serie precuela de Rogue One: Una historia de Star Wars (Gareth Edwards, 2016) que sigue al personaje de Cassian Andor (excelente Diego Luna ,todo sea dicho de paso) y nos contaba los inicios de la rebelión contra el Imperio.
Parece claro que los nombres rimbombantes no le hacen bien a la saga que, cuando desarrolla historias de personajes de perfil bajo suele generar series de mayor calidad. Desde El mandaloriano (Disney+), ningún regreso al universo Star Wars había funcionado: ni la muy floja El libro de Boba Fett, a la que precisamente tuvieron que acudir a Mando y Grogu para salvarla; ni la errática Obi-Wan Kenobi, a pesar de los esfuerzos de un entregado Ewan McGregor.
Ha tenido que ser la precuela de otra precuela la que se convierta en una nueva esperanza para los seguidores de este universo. Con un tono mucho más adulto, unos personajes complejos llenos de matices grises, a años luz de la división entre buenos y malos y con un gusto por los detalles más costumbristas del día a día en el Imperio, la serie nos muestra el funcionamiento interno de la despótica maquinaria de opresión que domina la galaxia. Por fin vemos más y mejor los miles de burócratas y soldados imperiales encargados de mantener con la cabeza gacha a todos los habitantes del Imperio y, también, a una rebelión que va despertando con la máxima de que el fin justifica los medios.
Andor confirma que una galaxia tan rica y extensa necesita expandir su universo lejos de la familia Skywalker y de Pal-Patine; soltar el lastre de los Solo y Kenobi y buscar nuevas aventuras en los confines más remotos de los planetas más lejanos, donde siempre habrá algo interesante que contar y esos nombres tan pomposos no sean más que ecos de unas leyendas muy lejanas.
Mientras tanto, los creadores de la enrevesada Dark (Netflix) vuelven para traernos otro gran puzle de los que prometen volarnos la cabeza. Con ciertas pinceladas que recuerdan a su anterior obra, 1899 (Netflix) destaca por su ambientación lúgubre en un enorme transatlántico de vapor que viaja con rumbo a Nueva York, cargado con pasajeros de múltiples nacionalidades. Cuando conocemos el detonante de la historia (la recepción de una comunicación proveniente de otro barco desaparecido cuatro meses antes) ya estamos intrigados con el elenco de personajes protagonistas, cargado de secretos. A partir de aquí, la trama gira sobre si misma de manera artificial, dejando para los dos últimos capítulos una explicación muy apurada que, eso sí, nos vuela la cabeza tal y como nos prometían. Sin embargo, el empacho final es demasiado pesado. Sobre todo teniendo en cuenta que, como ocurría en Dark, las grandes respuestas se posponen para futuras temporadas. Notable por el sublime planteamiento, pero en su desarrollo. Más de uno saltará por la borda antes de llegar a buen puerto.
Hace un par de años, la miniserie Upright (Foxtel) sorprendió a propios y extraños planteando un road trip a través de Australia y protagonizado por un músico fracasado y una adolescente rebelde que se había fugado de casa. No sabíamos que necesitábamos esa serie hasta que la vimos y tampoco sabíamos que esa serie necesitaba una secuela hasta que nos la han plantado delante de las narices. Hoy, la adolescente rebelde es algo más conocida (la actriz Milly Alcock interpretó hace nada a la princesa Rhaenyra Targaryen en La casa del dragón), pero su química con el personaje de Lucky, protagonizado por Tim Minchin, sigue intacta. Los dos funcionan a las mil maravillas en otro viaje, en este caso distinto al primero, pero igual de intenso y emocional. La resolución, perfecta, hace pensar que no necesitaremos una tercera temporada, pero con estos dos nunca se sabe.
La que seguramente se quedará en miniserie, al menos por ahora, es la inglesa Esto te va a doler (BBC), que en España se puede disfrutar en Movistar+. La producción nos da un garbeo por la sanidad pública de la mano de un médico residente y una novata que acaba de empezar en el área de ginecología. Un drama cínico con mucho humor triste y que no esconde la presión, los problemas y las renuncias personales a las que están sometidos los sanitarios. Con un ritmo frenético y una narrativa muy fluida, sin duda se trata de una de las series del año. No la dejen escapar.
Y ya para acabar, como viene siendo habitual, una comedia que nos alegra el mes. Hablamos, en este caso, de la gran sorpresa argentina, El encargado (Star+), que se puede ver en Disney+. Eliseo, un maravilloso Guillermo Francella, es el conserje de un edificio que descubre que los vecinos están preparando una votación para echar abajo su casa de la azotea, construir una piscina y despedirlo. Utilizará todos los medios posibles para convencer a los vecinos de que voten en contra del proyecto. Comedia rastrera que muestra lo peor de cada persona, repleta de insultos y mala baba argentina. Ideal para echarse unas risas culpables.
Sin más dilación me vuelvo a mi cueva porque, como comentaba al principio, el final de este año está siendo frenético: series de muchos quilates se agolpan en la puerta reclamando ser vistas antes de las campanadas. Lleven al día la tarea y permanezcan atentos porque, en breve, saldrá mi odiado ranquin de series preferidas del año. Tendrá alguna que otra sorpresa. No se lo pierdan.