Buffalo Soldier no necesita presentación porque es uno de los temas más importantes de Bob Marley, el hombre que marcó, en tan solo treinta y seis años de vida, la historia de un género musical, una isla y la cultura que las une. Fue en aquella Jamaica del siglo XX, entre las ideas de Marcus Garvey y la música del rey del reggae, donde los descendientes de los esclavos volvieron con más nostalgia su mirada hacia la madre África.
En su búsqueda de referentes culturales, Marley y Noel King Sporty Williams, coautor de la canción, rastrearon la historia de los suyos de vuelta hacia el nuevo mundo; en él encontraron a los negros que excavaron a bayoneta su hueco en una sociedad que había abolido la esclavitud para convertirles en mano de obra barata. Entre todos los afroamericanos del Ejército de la Unión había unos que llamaban poderosamente la atención por su nombre y apellido: eran los Buffalo Soldiers, miembros del 10º de Caballería, destacados en la lucha contra los indios tras la Guerra de Secesión. Bob Marley y King Sporty iban a escribir una canción sobre los descendientes de unos esclavos famosos por luchar contra los nativos que incordiaban al hombre blanco.
Lo cierto es que, desde la mismísima Guerra de Independencia, siempre ha habido negros luchando por los EEUU, porque el ejército ha sido siempre refugio de quien no encuentra su lugar en la sociedad norteamericana. A los que participaron en las batallas contra el imperio británico se les llamó patriotas negros y adquirieron cierta popularidad al desoír los cantos de sirena que llegaban desde Londres prometiéndoles la libertad. Por cierto: como tantos otros que creyeron a la pérfida Albión, los que acudieron al reclamo y superaron la guerra acabaron malviviendo en Canadá; solo los más afortunados vivieron hasta que la corona les aparcó en Sierra Leona.
Mientras tanto, los que habían optado por una revolución burguesa que para ellos se traducía, sobre todo, en la posibilidad de escapar del lugar donde vivían sus dueños, se mantuvieron en la órbita del ejército norteamericano tras el conflicto. Se dedicaron a construir caminos, proteger correos y despejar llanuras, pero siempre con un blanco al frente. Alguien tenía que decirles lo que había que hacer (y también lo que no). La falta de ese liderazgo negro hizo que miles de afroamericanos quedasen fuera del mito y la canción, que nacen juntos con la creación del 10º regimiento de Caballería del Ejército de los Estados Unidos, el 21 de septiembre de 1861, en Fort Leavenworth (Kansas); y llegan hasta la Guerra de Corea, en plena Guerra Fría, cuando se considera que enviar unidades negras a más de diez mil kilómetros de distancia puede dar mala imagen a la democracia anglosajona.
Fue por tanto durante la Guerra de Secesión cuando surgieron unidades integradas y comandadas por oficiales negros que, durante cuatro años, lucharon contra una Confederación que se negó a movilizar a sus esclavos (aunque los empleó de forma informal en tareas logísticas). Tras la guerra civil y a pesar de la abolición, muchos optaron por mantenerse legalmente armados ante la perspectiva de las nuevas formas de discriminación legal y la violencia arbitraria que estallaría contra los negros.
Destinados en las Grandes Llanuras del centro y el suroeste del país, vivieron lejos de las grandes ciudades y en contacto con la naturaleza. El precio, los enfrentamientos con los nativos que les darían su sobrenombre. Fueron los guerreros kiowa, impresionados por la tenacidad y fuerza de aquellos enormes soldados oscuros de pelo erizado, quienes comenzaron a referirse a ellos como «los búfalos». La imagen estaba creada y, en una nación como la norteamericana, convencida de la necesidad de imprimir la leyenda, la prensa, los historiadores y los homenajes institucionales hicieron el resto.
Los Buffalo Soldiers aparecen recurrentemente desde entonces, luchando primero contra México y luego contra España, durante la segunda mitad del siglo XIX. Tuvieron protagonismo incluso en algunos escenarios de las guerras mundiales pero, con la Guerra Fría, se decidió integrar a los afroamericanos en el grueso del ejército, tratando de superar la imagen de la segregación del negro que combatía junto a sus hermanos por el bienestar del blanco.
Aproximadamente dos décadas más tarde, Bob Marley compuso junto a Noel Williams una canción para todos ellos. El tema fue publicado en un disco distribuido dos años después de la muerte del artista jamaicano y se convirtió rápidamente en uno de los más populares de su discografía. Eso provocó, claro está, que la historia de los soldados afroamericanos del ejército de los EEUU quedara rápidamente sepultada por la leyenda del jamaicano que murió de cáncer tras negarse a que le amputaran un dedo gordo del pie. Durante unos cuantos años, a los Buffalo Soldiers les tocó llevar rastas.
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