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Arte y Letras

Carbono modificado: el futuro ya está escrito

Coincidiendo con las primeras informaciones sólidas sobre la nueva serie que prepara Netflix, Gigamesh reedita la obra en la que está basada, Carbono modificado de Richard K. Morgan; primera entrega de la trilogía ciberpunk con aroma a clásico que allá por 2002 ganó el premio Philip K. Dick.

Hace ya más de veinticinco años que caía entre mis manos un ejemplar de El hobbit de J.R.R. Tolkien, abriéndome la puerta a un mundo de fantasía que nunca habría imaginado que pudiese existir. Ni qué decir tiene que, nada más terminar las aventuras de Bilbo Bolsón, devoré El Señor de los Anillos y El Silmarillion, aunque tengo que reconocer que este último me resultó un poco más difícil de digerir. Absorto como estaba entonces por el increíble mundo de aventuras de la Tierra Media, me pasé mucho tiempo preguntándome por qué nadie las había convertido al celuloide todavía; estaba seguro de que serían un gran éxito y se convertirían en un fenómeno de masas, mayor que el de las Las tortugas ninja y Jurassic Park juntos, hitos populares que por entonces jalonaban mi juventud. Lo que aquel adolescente no sabía, sin embargo, era que había gente que ganaba dinero, y mucho, haciendo exactamente eso: leyendo libros y comprando sus derechos, si en ellos se apreciaba la potencialidad de un éxito en la gran pantalla. Por ese mismo motivo, desconocía a su vez que Warner Bros., ya en 1969, se había hecho con los derechos de los libros de Tolkien y que, conscientes de que el verdadero anillo de poder residía en sus manos, solo hacía falta esperar el momento adecuado para explotarlo: y eso pasaba porque el cine avanzase lo suficiente en efectos especiales como para poder desarrollar aquel vasto universo de la forma más convincente posible. Imaginar es gratis; llevarlo a la gran pantalla cuesta un poco más (en todos los sentidos). Así que hubo que esperar hasta diciembre de 2001, solo una semana antes de mi cumpleaños, para que aquel sueño de juventud cobrase por fin vida. Y como podéis imaginar, se cumplieron todos mis pronósticos.

altered-carbon-us-coverOs preguntareis, no obstante, qué tienen en común los elfos del bosque oscuro con el futuro ciberpunk. Y la respuesta, paradógicamente, es que no tienen nada que ver en el fondo, pero sí mucho en la forma. Me explico: al igual que ocurrió con El Señor de los Anillos, los fenómenos fan que se convierten en trending topic son conocidos y fácilmente predecibles por un segmento de la población bastante numeroso, aunque totalmente silenciado para la opinión pública. Si hace veinte años le hubieses preguntado a tu vecino quién era Jon Nieve, seguro que te hubiera mandado a freír espárragos. Sin embargo, por entonces ya circulaba entre los seguidores de la fantasía épica el multipremiado primer tomo de Canción de hielo y fuego de George R. R. Martin. Algo parecido ocurriría con los cómics de The Walking Dead de Robert Kirkman, que desde 2003 servirían de antesala al éxito fulgurante de la serie de la AMC. ¿Quiere decir esto que los frikis tienen un sentido especial para predecir fenómenos televisivos y mediáticos? No, a lo que nos referimos es que en todo género literario hay obras que destacan sobre el resto y que, cualquiera que esté metido en el mundillo, puede apreciarlo. Lógicamente, las productoras lo saben y actúan en consecuencia. Y parece que la nueva gallina de los huevos de oro será Carbono petrificado, una trilogía futurista que mezcla ciberpunk y hardboiled, y que narra las aventuras de una especie de detective llamado Takeshi Kovacs. Después de vampiros, zombis y dragones… parece que se acerca la fiebre por los futuros decadentes y violentos dominados por mega corporaciones. Ciberpuk is coming!

Si ya conoces la trilogía de Richard K. Morgan, disfrutarás de ese estimulante ejercicio que supone el comparar una adaptación literaria al medio audiovisual con la imagen preconcebida que has hecho en tu mente de ella; y es que lo bueno de llegar a estas historias antes que el gran público, no tiene que ver tanto con el cuándo (esa absurda percepción de estar más autorizado para opinar sobre una obra porque ya la reivindicabas antes de que se hiciese famosa), sino con el cómo. Si por el contrario desconoces las desventuras de Takeshi Kovacs, estás de enhorabuena, ya que puedes encontrar la reedición de Carbono modificado en cualquier librería (recordemos que es una obra que se publicó por primera vez hace ya más de catorce años y, obviamente, en España estaba descatalogada).

altered-carbon-netflixNos referimos concretamente a este título porque a principios de año, Netflix daba luz verde a la producción de una primera temporada de diez capítulos basados en él. A lo largo del año, se han ido conociendo más detalles, como que la serie tendrá como showrunner y productora ejecutiva a Laeta Kalogridis, conocida por ser la guionista de Shutter Island (Martin Scorsese, 2010) o la productora ejecutiva de Avatar (James Cameron, 2009); o que Joel Kinnaman, el Stephen Holder de The Killing (AMC), interpretará al protagonista. Otras caras conocidas del mundo seriéfilo que participarán son James Purefoy (The Following), Tahmoh Penikett (Battlestar Galactica), Renée Elise Goldsberry (The Good Wife) o Dichen Lachman (Los 100).

Carbono modificado tiene el aroma clásico de la novela negra, pero ambientado en siglo XXV. La historia es la típica de detectives: nuestro protagonista tendrá que resolver un asesinato, con la particularidad de que deberá investigar la muerte del ricachón que lo ha contratado. Esto es posible ya que una de las particularidades de este nuevo mundo es que se ha conseguido que la personalidad humana pueda ser almacenada digitalmente y transferida a distintos cuerpos llamados «fundas». Esto agravará las cada vez mayores diferencias entre pobres y ricos, puesto que, aunque todos se podrían reenfundar en nuevos cuerpos antes de morir, no todos pueden permitirse comprar fundas nuevas actualizadas antes de envejecer. De esta manera, antes de sufrir otra vez la vejez, los menos pudientes prefieren morir después de uno o dos reenfundados; mientras que, los más ricos, alcanzan prácticamente la inmortalidad al poder cambiar de funda siempre que quieran manteniéndose jóvenes.

richard-k-morganSin innovar en nada, Morgan nos presenta una historia muy entretenida que se sucede a ritmo de vértigo entre palizas, violencia, sangre, persecuciones y alguna que otra dosis de sexo. Más bien, parece que toda la trama de investigación sea un macguffin para presentarnos ese futuro decadente en el planeta Tierra, que se convierte en un personaje esencial dentro del relato. Así, la historia avanza sin complicaciones durante los dos primeros tercios del libro y nos permite ir conociendo esa nueva realidad: los hoteles que se autogestionan y son dueños de sí mismos, las nueva formas de tortura virtuales, el almacenamiento de los criminales en prisiones sin cuerpo físico y su posterior reenfundado en su cuerpo (si pudieron pagar el alquiler de mantenimiento) o en otro aleatorio al cumplir la condena, las comunicaciones entre galaxias lejanas mediante transmisiones de aguja… todo un mundo nuevo que pasa ante nuestros ojos y que vamos conociendo como si fuésemos turistas disfrutando de una nueva ciudad desde la ventanilla de un taxi que viajasen el tiempo.

Que Takeshi Kovacs sea más un hombre de acción que de reflexión, ayuda a que no perdamos el hilo de la trama entre tantas distracciones. Los pasos que sigue hacia la resolución del misterio son básicos y directos, no hay ningún giro en la investigación que no entendamos o nos pille a contrapié; más bien al contrario, parece que nuestro detective deambula sin saber muy bien qué hacer siendo el resto de personajes y situaciones las que acuden a él provocando que avance la trama. La sensación es la de una cinta transportadora que se mueve a gran velocidad llena de obstáculos y sobre la que hay que intentar no caerse; conseguido esto, el crimen está resuelto. Será en el último tercio del libro cuando habrá que estar atentos, pues entran en escena demasiados jugadores con intereses contrapuestos en la resolución del caso. Y aunque todos esos personajes ya habían sido presentados anteriormente en distintos pasajes del libro, al salir a la luz tantos intereses interrelacionados y ocultos hasta el momento, puede provocar una cierta confusión. Tenemos la sensación de saber más o menos lo que nuestro protagonista intuye, pero se nos escapan los puntos exactos que Kovacs está uniendo. Al parecer, su entrenamiento como emisario, cuerpo militar de élite entrenado para combatir la insurgencia en los distintos planetas, no era únicamente físico, sino que también incluía una dura preparación mental. Y es precisamente esta la que hace que, en el último tercio del libro, el detective siempre esté un paso por delante y nosotros, simples lectores, perdamos el confort y seguridad que la trama sobre raíles nos prestaba hasta entonces.

carbono-modificado-portada-gigameshMorgan aprovecha perfectamente la libertad que le proporciona la creación de un universo nuevo para llenar de matices su obra. Deja caer pinceladas del pasado de Kovacs como emisario, del mundo de Harlan, de batallas en planetas lejanos donde se cometieron atrocidades, del exterminio de razas, de compañeros caídos que se le aparecen en sueños… y también del resto de personajes, del asesino de retales Kadmin, de la despreciable Kawahara, de la mercenaria Trepp. Todo ello da una profundidad mayor al conjunto, dando la sensación de un universo vivo, que avanza y evoluciona lastrado por la carga del pasado.

El enfoque audiovisual es muy claro: la introducción del personaje principal se hace mediante una escena de acción que nos muestra parte del pasado y la personalidad de Kovacs. A lo largo del libro, las escenas de violencia, persecuciones, torturas y sexo están muy bien dosificadas y resultan, en todos los casos, salvajes y excesivas, previendo un montaje televisivo espectacular. Se intercalan entre esa acción escenas más cotidianas que aprovechan para ahondar en las intrigas palaciegas de alto standing mientras nos muestra todos los detalles de la vida en Ciudad Bahía. El mayor interrogante con respecto a la serie de Netflix será comprobar cómo van a abordar el cambio de fundas manteniendo a los actores principales, ya que a lo largo del libro los personajes modifican su aspecto físico al cambiar de recipiente.

Si despojamos la historia de todas las luces, tecnología, enlaces neuronales, realidad virtual y demás parafernalias, nos encontramos con la bella desnudez de una novela negra clásica, cínica y pesimista, sin nada nuevo que aportar al género, pero con una narrativa sólida, y que, a pesar de los siglos, sigue mostrando al protagonista, esa suerte de Sam Spade del futuro, con un cigarrillo entre los labios.

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