La película de esta semana, como El infierno del odio, también incluye el rapto de un niño, aunque en esta ocasión no sea más que una excusa para indagar en las entrañas de la venganza, estudio que el director surcoreano Park Chan-Wook realizó a través de tres películas en los albores del nuevo siglo.
Sympathy for Lady Vengeance (2005), la cinta que nos ocupa, cierra la llamada «trilogía de la venganza» comenzada con Sympathy for Mr. Vengance (2002) y continuada, tan solo un año más tarde, por Oldboy. Y puede que sea precisamente este hecho, el que la tercera entrega se estrenase a la sombra de la portentosa obra maestra de 2003, lo que hiciera que acabase pasando un tanto desapercibida. Pero la realidad es que el talento de Park Chan-Wook se mostraba intacto aunque, todo hay que decirlo, el resultado entonces no llegase a las cotas de su predecesora.
El cineasta surcoreano es un virtuoso de la cámara, hecho que se pone de relieve nada más comenzar la película. En ese sentido la factura técnica, la fotografía y el montaje con la música resultan tan característicos de su personalidad como sobresalientes. Sin embargo, es su guion lo que la hace salir perdiendo en la comparación con Oldboy y quedar relegada a la condición de obra menor: narrativamente es una historia pobre, demasiado simple como para que las habilidades cinematográficas del director lo disimulen. Además, el ritmo tampoco ayuda, siendo irregular y decayendo especialmente cuando nos acercamos al final, lo que nos lleva de nuevo a recordar el pulso perfecto de la segunda entrega del tríptico.
Pero todo esto no quiere decir que Sympathy for Lady Vengeance sea una mala película; más bien todo lo contrario: es un film de notable alto, ya que en un medio artístico como el cine el cómo puede contar tanto como el qué. Y en esto Park Chan-Wook es un auténtico maestro. Es probable que la historia se esfume de nuestra cabeza en cuarenta y ocho horas, pero hay imágenes que permanecerán en la memoria por el resto de nuestra vida. Y es que pocos autores saben exprimir tan bien la plasticidad de la imagen y el preciosismo de la violencia.
Cabe destacar que ante la actual explosión de personajes femeninos, vemos como hace ya trece años Chan-Wook le daba a la gran Lee Young-ae el rol protagonista de la cinta, el de una enigmática y controvertida muchacha a la que la actriz interpretaría magistralmente con una actuación contenida y parca en palabras.
Si bien comentábamos al principio que el secuestro (y en este caso asesinato) de un niño venía a funcionar aquí como un macguffin para explorar el tema de la venganza anunciado desde el propio título de la película, no es menos cierto que esto a su vez es otra excusa para analizar la condición humana; concretamente la de una mujer condenada por un crimen que no ha cometido y que deposita toda su fuerza en el poder de su vendetta personal. Sympathy for Lady Vengeance supone, por tanto, y en última instancia, la constatación de que la venganza no puede devolverte lo que has perdido, que puede que lo vengado no necesite un sacrificio, que ni siquiera la venganza alivia el dolor.