Jack Kirby, el único y verdadero rey (II): la casa que Jack construyó
«Stan quería que Kirby fuera Kirby, que Ditko fuera Ditko… y que todos los demás fueran también Kirby»
Don Heck (dibujante de los Vengadores)[1]
Un mensaje escrito con humo en el cielo proclama: «Los Cuatro Fantásticos». Un hombre misterioso convoca a tres aliados: una elegante mujer que se vuelve invisible, un individuo iracundo que parece compuesto de rocas naranjas y un adolescente que se convierte en llamas. El individuo, que puede estirar su cuerpo como si estuviera hecho de goma, les ha convocado para una misión, «¡una terrible misión!». Así empieza el primer número de Los Cuatro fantásticos y, aunque nada lo parecía indicar aún, esos cuatro personajes (con diálogos de Stan Lee y los trazos de Jack Kirby) iban a cambiar todo el mundo del cómic americano.
El nacimiento
La leyenda cuenta que la idea de publicar Los Cuatro Fantásticos había nacido durante un partido de golf entre el dueño de Marvel comics, Martin Goodman, y el editor de DC, Jack Liebowitz. Según dicen, entre hoyo y hoyo, Liebowitz alardeó de las increíbles ventas que estaba consiguiendo con su renacer de los superhéroes y en especial con La Liga de la Justicia[2]. Entonces, Martin se habría apresurado a llamar a su pariente, Stan Lee, que dirigía y escribía la exigua línea de comics de la editorial, para que creara su propia Liga de la Justicia. ¿Y con quién podía contar en los lápices más que con el gran Jack Kirby?
Pero, aparte de que Liebowitz afirmó siempre que esa conversación nunca existió, lo cierto es que Los Cuatro Fantásticos eran una respuesta extraña al grupo de héroes de DC. Mientras que esta reunía a un conjunto de héroes (y una heroína, Wonder Woman) apolíneos y clásicos, los de Marvel bordeaban la monstruosidad. Los elementos terroríficos de su transformación, especialmente en el caso del rocoso La Cosa (Ben Grimm), los relacionaba con las historias de monstruos que habían llenado las colecciones de la editorial en los últimos años.
Sea como sea, el cómic fue un éxito inmediato y Goodman se apresuró a encargar que ampliaran la línea creando más personajes superpoderosos. Hulk (durante mucho tiempo, en España, conocido como La Masa) apareció en su propia colección (The Incredible Hulk #1, mayo de 1962) actualizando la historia de Jeckyll y Hyde, con un científico, Bruce Banner, que se ve transformado por los efectos de una bomba gamma en un hercúleo gigante (primero gris y pronto verde) que siembra la destrucción a su paso. Otros personajes surgieron, sin embargo, ocupando las antiguas cabeceras de monstruos, ya que Marvel no podía aumentar, por cuestiones de distribución, su línea de comics con demasiados títulos nuevos.
Thor, que debutaría en Journey into Mistery #83 (agosto de 1962), introduciría su propia versión de la mitología nórdica cuando el doctor tullido Donald Blake encontraba Mjolnir, el martillo del dios, y se convertía en una nueva versión del dios escandinavo del trueno. Con la misma fecha de portada, Amazing Fantasy #15 introducía al inusual Spiderman. Poco después, entre 1962 y 1964, le siguieron Iron Man (Tales of Suspense #39, marzo de 1963); el Hombre Hormiga[3] (Tales to Astonish #35, junio de 1962); Doctor Extraño (Tales to Ashtonish #110, julio del 63); La Patrulla-X (X-Men #1, septiembre de 1963); la colección de grupo Los Vengadores (Avengers #1, septiembre de 1963), reuniendo a Hulk, Thor, Iron Man, el Hombre Gigante y su compañera la Avispa[4]; y Daredevil (Daredevil #1, febrero del 64).
Todas esas colecciones, con la excepción de Spiderman y Doctor Extraño, que contaba con los lápices de Steve Ditko[5], y Daredevil, con los de Bill Everett[6], eran dibujadas inicialmente por el omnipresente Jack Kirby. Y, también todas ellas estaban guionizadas por el editor, Stan Lee. Incluso, cuando Kirby no dibujaba, las colecciones solían contar con bocetos, portadas o conceptos aportados por él y, a menudo, los dibujantes que heredaban las colecciones cuando él las abandonaba debían imitar su estilo característico… en la medida de sus posibilidades. En esos años, entre 1963 y 1964, se calcula que llegó a dibujar 3130 páginas interiores y 285 portadas. Prácticamente un cómic completo a la semana.
Kirby era, sin duda, el modelo a seguir, el patrón oro de los comics de la editorial. Sus héroes graníticos, sus escenas dinámicas, su energía desatada definirían lo que era un cómic Marvel frente a los más académicos y fríos de DC. Además, pronto se introdujo la idea de continuidad y conexión entres sus títulos, algo de lo que carecían en general los comics de superhéroes hasta el momento; por primera vez, todas las series estaban interconectadas formando un universo más amplio, algo que hoy el MCU ha imitado, consciente y exitosamente, en sus películas.
Lee vs. Kirby
Por supuesto, está el eterno debate sobre quién fue el verdadero, o principal, creador de estos personajes. Por ejemplo, en el caso de Los Cuatro Fantásticos, la historia oficial de Marvel, que se corresponde con la versión de Stan Lee, afirma que este habría preparado un resumen de los personajes y la historia y se la habría mandado a Kirby para que los dibujara; mientras, este afirmaba que la creación había sido fundamentalmente cosa suya y que solo había que apreciar la similitud entre los personajes y las situaciones con los Challengers of the Unknown que había creado en los 50 para DC.
Hay que tener en cuenta, además, que, especialmente con Kirby y Ditko, el trabajo de Lee no pareció ser nunca escribir lo que entenderíamos como guiones completos, si no que, siguiendo el definido por él mismo como método Marvel, escribía (o discutía con el dibujante[7]) una sinopsis del episodio; luego, el dibujante creaba las veintidós páginas del número; y, finalmente, Lee ponía sobre esos dibujos los diálogos (a veces provocando incongruencias con lo dibujado u obligando a redibujar secuencias enteras). Era un método rápido y, al parecer, efectivo; pero al mismo tiempo sirve como base para que muchos nieguen completamente la responsabilidad de Stan Lee sobre estas historias.
Por otro lado, Lee era un gran propagandista de Marvel y de sí mismo, e introdujo un estilo grandilocuente y alegre para presentar a los autores de la casa y sus obras como los mejores, los más grandes, etcétera. Daba apodos exagerados y cómicos a sus colaboradores y creó una imagen, irreal, de una oficina amigable y algo enloquecida donde todos se hacían bromas (incluso se llegó a grabar un disco con chistes y participación de todo el personal, salvo de Steve Ditko). Así arraigo la costumbre de llamar a Kirby «el rey», un título que el dibujante solo aceptó medio en broma.
Hay que tener en cuenta, también, algo que se convertiría en un tremendo agravio comparativo con los años: Lee siempre fue un hombre de la compañía, con su papel como editor y casi diríamos mascota de la empresa, por lo que se garantizó un elevado sueldo vitalicio y el reconocimiento por su labor (durante años, los comics Marvel incluían en su primera página la cabecera «Stan lee presenta»). Pero ni Kirby ni Ditko vivieron jamás algo similar, ni económica ni moralmente.
Expansión
Pero estas disputas estaban aún lejos a principios de los 60. Después de los anteriores ciclos de bonanza y contracción del mercado del cómic americano, parecía que ahora la carrera de Kirby se encontraban en un verdadero momento dulce. Jack esperaba que eso se trasladara a una mejora de sus condiciones económicas, pero Goodman le respondía sistemáticamente con promesas vagas que nunca llegaban a cumplirse.
Eso no detuvo su ritmo de trabajo y en los años siguientes siguió creando. Dio forma a personajes como Magneto, los Inhumanos o Pantera Negra y en relatos de Asgard, como complemento en Thor, introdujo aún más mitología y nuevos universos. Pero, sobre todo, continuaba a los lápices de Los Cuatro Fantásticos, que habían entrado en una edad dorada de conceptos cósmicos, especies misteriosas, alienígenas imposibles y dimensiones paralelas. En 1967, a partir de la escueta indicación de Lee de que enfrentara a los héroes «contra Dios», Kirby introduciría a Galactus, el Devorador de Mundos, un alienígena titánico y de un poder imparable, y se sacaría de la manga a su misterioso heraldo: un individuo de rostro circunspecto y adusta presencia, con el peculiar nombre de Silver Surfer (transformado en castellano en Estela Plateada).
Este personaje fue siempre una espina especialmente clavada para el dibujante, ya que el mismo Lee reconocía que sus dibujos habían aparecido en las páginas por sorpresa, sin que él hiciera ninguna sugerencia; y, sin embargo, el guionista se apropiaría completamente de la creación. Pocos años después, Lee escribiría un origen para el personaje, dibujado en esta ocasión por John Buscema, contradiciendo el ideado por Kirby (que pensaba narrarlo en los números de Los Cuatro Fantásticos que ahora hacía apenas sin intervención de Stan). Esto demuestra hasta qué punto las creaciones de Kirby no eran suyas y podían ser manejadas por la editorial a su antojo.
Kirby y su familia seguían dependiendo de Marvel para vivir, y los miedos sobre su salud (había comenzado a perder visión en un ojo y su cuerpo se resentía de las largas sesiones de dibujo) hacían al dibujante muy consciente de la falta de seguridad de su situación. En el recuerdo de su mujer Roz, Kirby comenzó a contenerse en la creación de personajes, a jugar sobre seguro y guardarse sus nuevas ideas para mejores tiempos.
Adiós (por el momento)
Se acercaba 1968 y en el horizonte se perfilaba un cambio fundamental: Martin Goodman, el dueño de Marvel desde los tiempos de Atlas y los pulps, pensaba vender la compañía. La compradora de Marvel resultó ser una corporación de segunda llamada Perfect Film and Chemical Corporation, un conglomerado de tiendas de fotografías, farmacias y otros negocios. Kirby intentó negociar una mejora en sus condiciones con los nuevos dueños y un nuevo contrato, una mejora que sí se había garantizado a Stan Lee por parte de unos propietarios cegados por la autopublicidad que este mismo había generado. Para Kirby, en cambio, nada parecía cambiar.
Carmine Infantino, nuevo editor en DC, intentaba atraerlo para que cambiara de compañía, asegurándole que los antiguos obstáculos que lo impedían[8] habían desaparecido o no tenían ya importancia. No obstante, Kirby seguía pensando en términos de seguridad laboral y, posiblemente, sintiendo lealtad para la compañía para la que llevaba trabajando en exclusiva la última década.
Seguía dibujando, como siempre, en varias colecciones (especialmente Los Cuatro Fantásticos) e incluso realizando números de relleno en otras cuando los dibujantes habituales fallaban, pero seguía sin recibir reconocimiento ni el aumento de precio por página que esperaba desde hace años. Tampoco una prima o compensación por la cantidad de dinero que su trabajo estaba haciendo ganar a la compañía[9]. Además, sus páginas originales (que comenzaban a cobrar valor para vender en el mercado secundario, dado el creciente número de aficionados, y podrían haber sido para él una fuente de ingresos adicional) eran acumuladas en los almacenes de Marvel, que no tenía una política de devolución de originales sistemática.
La familia Kirby se trasladó en 1969 a California por dos motivos principales: el asma de su hija Lisa y la posibilidad de diversificar su trabajo, haciendo diseños o bocetos para Hollywood. Finalmente, en la primavera de 1970, Kirby recibió su nuevo contrato para Marvel. El problema es que era, simplemente, inaceptable: sus condiciones no solo no mejoraban en absoluto, si no que además se le exigía renunciar a cualquier posible demanda sobre sus derechos en el futuro y no se le ofrecía ninguna seguridad en caso de despido. Además, como descubrió muy pronto, no era negociable: o lo tomaba como era o lo dejaba.
Kirby llamó entonces a Infantino y aceptó su oferta. Así, Jack «el rey» Kirby, el dibujante que había marcado el estilo de la casa Marvel, el creador (o cocreador) de la mayoría de los personajes fundamentales de la editorial, se marchaba a la competencia. El mundo del cómic se estremeció y se contuvo la respiración durante un momento, a la expectativa de qué sucedería a continuación…
[1]Citado en Marvel Comics, la historia jamás contada, de Sean Howe
[2]Cuya primera aparición se produjo en The Brave and the Bold #28 (fecha de portada febrero-marzo 1960)
[3]Recuperando a un personaje,el científico Hank Pym, que había aparecido unos meses antes en la misma colección, con una historia más bien terrorífica pero dotándole ahora de un uniforme y una identidad heroica.
[4]En el número 4 de la colección era, además, resucitado el Capitán América, creado en 1941 por Simon y Kirby.
[5]Ditko era un tipo bastante particular, un dibujante muy reservado y no demasiado sociable, que se vería muy influido por las ideas políticas y filosóficas de Ayn Rand, que expresaría en personajes posteriores creados por él como The Question (para DC) o Mr. A.
[6]Everett era un veterano que había creado para Atlas a Namor en los años 40.
[7]Aparentemente solo se conservan dos de estas, breves, sinopsis de Lee para Kirby. John Buscema, otro importante dibujante de los primeros años, llegó a decir que normalmente en esas reuniones argumentales (a veces convertidas en charlas por teléfono o en un coche) ni Jack escuchaba lo que decía Stan ni viceversa y que básicamente uno dibujaba lo que le venía en gana y el otro ponía los diálogos sin recordar lo que, supuestamente, habían acordado.
[8]Principalmente su disputa con otro editor, Jack Schiff, en torno a la fallida tira de prensa Sky Masters.
[9]Faltaban aún décadas para que Marvel introdujera en los contratos el pago de regalías o extras de ninguna clase.
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