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‘Ojo de Halcón’ de Matt Fraction y David Aja: lo que pasa cuando Clint Barton se quita el traje

Ojo de Halcón es uno de los personajes clásicos menos reconocidos de Marvel. A pesar de aparecer en las películas de los Vengadores y de estar presente de manera casi continua en la formación del grupo de superhéroes desde 1965, se trata de un héroe menor para el gran público, especialmente si comparamos su popularidad con la del Capitán América, Thor o Hulk. El hecho de que ninguna serie dedicada en exclusiva a sus aventuras haya triunfado sería un buen indicador. Bueno, al menos lo era.

Por suerte para nosotros, en la actual Marvel destacan algunos editores y editoras que están dispuestos a dar la libertad a los autores para que hagan prácticamente lo que quieran. De ahí que hayan surgido algunas series casi únicas que destacan dentro del historial de la Casa de las Ideas y que han conseguido que esta vuelva a colocarse en un lugar preeminente dentro del panorama creativo de los cómics. Entre ellas ha destacado el Ojo de Halcón de Matt Fraction y David Aja.

Ojo de Halcón

Fraction y Aja, no acepte rellenos

Empecemos dejando claro que en este artículo haremos trampa: Ojo de Halcón consta de veintidós números y un anual, pero a efectos de nuestro análisis solamente nos atañen realmente doce entregas y dos páginas de otra de ellas. ¿El motivo? Esos son los números que están dibujados por David Aja y constituyen el eje central de la colección.

Todo aficionado a los cómics americanos estará ya más que acostumbrado al fenómeno de los fill-in comics, que en castellano solemos denominar como números de relleno. Se trata de uno de los sucesos más temidos por todo seguidor de una colección. De repente, el dibujante habitual, en ocasiones incluso acompañado por el guionista, deja su lugar a un sustituto que baja el nivel. Por cada uno de ellos en los que esto no sucede, y que nos sorprende positivamente, hay unas cuantas decenas que solamente serán leídos una vez y recordados con rencor.

Kate Bishop por Annie WuAfortunadamente, en Ojo de Halcón, seguramente a causa de las dificultades que iba a tener David Aja para seguir el ritmo de publicación de la colección, esta eventualidad parece prevista desde el inicio. Javier PulidoFrancesco Francavilla, Steve Lieber, Jesse HammAnnie Wu y Chris Eliopoulos son los artistas elegidos para encargarse de los números que no llevan la firma de David Aja y demuestran que sus apariciones estaban ya planeadas cuando se preparó la serie.

Los artistas invitados se dedican a tratar historias cerradas, realizar números sueltos que profundizan en otros personajes, narrar las aventuras de Kate Bishop cuando no está con Clint Barton o, incluso, a contarnos una historia de dibujos animados. Todos ellos están, por lo tanto, funcionando como satélites de la narración de Aja; como insertos que no son necesarios para seguir una colección que realmente podría considerarse completa con la lectura de los doce números firmados por Fraction y Aja.

Dentro de estos números, destaca el trabajo de Annie Wu en la saga en cuatro partes dedicada a las aventuras californianas de Kate Bishop y que deriva del anual de la colección, dibujado por Javier Pulido en su mejor trabajo para la serie. Annie Wu es una joven promesa de la escena americana y muestra sus credenciales con un trabajo más que eficaz. Debemos destacar algunos auténticos destellos de genialidad (por ejemplo la foto policial del número veinte) pero, sobre todo, su capacidad para no caer en la tentación de imitar el estilo de David Aja.

Un héroe que nunca lo es

Clint Barton en apuros

Volviendo al corazón de la colección, lo primero es la concepción de su personaje protagonista. Clint Barton es un auténtico clásico del universo Marvel, cuya presencia en la historia de los Vengadores se remonta hasta los primeros tiempos del grupo de héroes más poderosos de la Tierra, versión Marvel. Sin embargo, Matt Fraction decide, conscientemente, alejarse del punto de vista más frecuente en los trabajos sobre el personaje.

En realidad, Ojo de Halcón apenas aparece a lo largo de la colección. Cuando lo hace, además, es solamente en escenas sueltas, casi ajenas a la trama y que solamente nos recuerdan su vulnerabilidad, su condición humana. Nuestro protagonista es Clint Barton, un hombre que ha conseguido ser un Vengador pero se define a si mismo como «un huérfano criado por artistas circenses luchando con un palo y una cuerda de épocas paleolíticas». A eso, le debemos sumar una actitud de eterno perdedor y una capacidad sin parangón para acabar en situaciones de lo más comprometidas, rozando muy a menudo el patetismo.

Ojo de Halcon con los VengadoresDesde luego, la construcción del personaje es tramposa, y a menudo resulta incoherente si uno se para a mirarla con detenimiento. Clint Barton parece incapaz de encargarse de ninguna amenaza para su persona, pero sabemos que lleva años siendo un Vengador de pleno derecho, enfrentándose a todo tipo de villanos con éxito y llegando a ser el líder de la formación durante un tiempo. Su vida privada también nos lo muestra como un perdedor, pero al mismo tiempo todos los que le rodean parecen estar atrapados por el encanto de su personalidad. ¿Por qué funciona todo el asunto entonces? Porque nosotros también nos enamoramos de Barton, por supuesto.

Matt Fraction no ha inventado nada nuevo con su Ojo de Halcón, pero ha conseguido depurar al máximo aquellos rasgos que configuran esos falsos perdedores de irresistible carisma y los ha volcado en las páginas. Es inevitable que todos nos veamos reflejados en alguna faceta de ese hombre incapaz de instalar correctamente los cables de su televisión, permanentemente acosado por una mala suerte que no parece tener fin y que acaba escaldado cada vez que pretende actuar como el héroe que se supone que es.

Tal vez ahí esté el elemento redentor de Clint Barton y el motivo por el que estamos dispuestos a leer su historia. Porque a pesar de sus defectos, que son muchos, siempre pretende hacer lo correcto. A menudo no lo consigue y no pocas veces el resultado de sus intentonas nos puede parecer demasiado perjudicial para sus intereses, pero desde luego nuestro protagonista consigue ser un héroe a pesar de sí mismo. Y a todos nos gusta pensar que eso es posible: que, a pesar de nuestra naturaleza, podemos ser héroes, o al menos algo que se le parezca.

Las mujeres de Ojo de Halcón

Las mujeres de Clint Barton

Otro aspecto trascendental para el éxito de la colección es, sin duda alguna, las figuras femeninas que se pasean por la misma. Matt Fraction y David Aja han construido un universo que, pese a girar de manera absoluta en torno al personaje protagonista de la serie, está habitado por una serie de mujeres fuertes y capaces. Aun así, la serie sigue sin pasar el test de Bechdel salvo haciendo trampas, por si alguien lo dudaba.

Todos los personajes de la colección se construyen basándose en su relación con el protagonista, sin importar su sexo. Así, todos los personajes femeninos pueden definirse en función de su nexo con Clint Barton. Natasha «la Viuda Negra» Romanoff, es su esposa en el trabajo (work wife en inglés); Bobbi «Pájaro Burlón» Morse, es su exmujer; Jessica «Spider-Woman» Drew, es su amiga especial; Cherry es su aventura amorosa; y Kate es, simplemente, Kate.

Clint Barton y Jessica DrewLo primero que destaca es que todos los personajes femeninos importantes se imponen sobre Clint Barton en su relación. Lo que ellas opinan sobre él es tan importante para Clint Barton que se convierte en lo que le define como persona. En más de una ocasión se deja clara esta situación: nuestro protagonista sueña con llegar a ser la persona que ven en él las mujeres que le rodean. Nosotros también nos vemos arrastrados por ellas y no podemos evitar mirarle con sus ojos. Ojo de Halcón es un buen agente de campo, un gran vengador, porque su mirada nos lo dice. Ellas parecen dispuestas a hacer lo que sea por él, así que en el fondo tiene que haber algo bueno en Clint Barton.

Un aspecto interesante y muy comentado ha sido la relación de Clint Barton con Jessica Drew. Para quienes no sigan las aventuras grupales de Ojo de Halcón digamos simplemente que ambos empezaron una relación en las páginas de los Vengadores. Sin embargo, muy pronto, en su propia colección, Barton nos muestra que no es de fiar y se queda encandilado con Cherry, una misteriosa pelirroja con la que se acuesta apenas la conoce. Cuando Jessica se entera, su reacción no es precisamente de comprensión. Pero lo verdaderamente importante es cómo se resuelve finalmente la situación: sin estridencias y sin caer en lugares comunes, Fraction y Aja consiguen transmitirnos la ruptura de la confianza entre ambos.

Más tarde, tendremos un muy agradecido giro de la situación cuando Barton comprende que ha cometido un error. Ojo de Halcón parece haber madurado y trata de comunicar sus sentimientos hacia Jessica y pedirle perdón. Lo importante aquí es el gesto, más que el final. La reconciliación antes de la gran batalla no resulta solamente un tópico, sino que nos permite situarnos en el proceso de crecimiento que ha sufrido el personaje a lo largo de la historia.Clint Barton y Kate BishopPero si un personaje destaca, sobre todo en los primeros números de la colección, ese es Kate Bishop. La nueva Ojo de Halcón puede ser, oficialmente, la protegida de Clint Barton, pero la realidad es otra. A pesar de que nuestro héroe vea en ella una suerte de proyección de sí mismo y trate de guiarla por el buen camino a su peculiar modo, lo cierto es que Kate debe ser vista como, al menos, la versión mejorada de Barton. Como él mismo dice, en contraste con su propia naturaleza, ella es perfecta.

Curiosamente, Kate Bishop representa también la madurez y la coherencia. Es ella, la joven aprendiz, la que trata de evitar que Barton siga siendo un desastre. Pero su propia relación con él lo evita, porque ella es, sencillamente, su amiga. No hay lugar para implicaciones sentimentales. Queda claro que Kate está en ocasiones obnubilada por su predecesor como Ojo de Halcón: tanto por su personalidad como, por qué negarlo, por su físico; sin embargo, como el mismo Barton llega a decir, él la necesita y, no sabe por qué, pero uno de los motivos es que no quiere acostarse con ella. La ve como una persona, nunca como una mujer, y del mismo modo la vemos los lectores.

Kate Bishop, de hecho, podría haber cambiado de sexo y apenas habría diferencias en la construcción de su psicología. Ahí está el mayor logro del personaje: que funciona sin que sea necesario remarcar su condición femenina.

El arte de Aja

Clint Barton en accion

Un aspecto notable de la configuración del personaje de Ojo de Halcón que se contagia al arte de David Aja es el de su peculiar manera de luchar. Si en El inmortal Puño de Hierro el dibujante vallisoletano conseguía trasladar a las páginas las habilidades de todo un maestro de las marciales, aquí consigue narrarnos todo lo contrario. Clint Barton es un luchador descuidado y aparentemente poco entrenado que, en cuanto abandona su arco, se convierte en un auténtico fajador que parece lanzarse alocadamente a la refriega.

Pizza Dog y su mundoNo es menos notable el sentido del humor que impregna el trabajo del propio dibujante. En al menos dos ocasiones personajes secundarios confunden a Clint Barton con Daniel Rand, en un juego con el lector debido a lo parecidos que son ambos en su aspecto no superheroico. Sin embargo, el cambio de dibujo hace que poco a poco vayamos diferenciándolos y que para el final de la etapa de Aja, este ya haya conseguido su Ojo de Halcón.

Otra diferencia, la principal esta vez, con respecto a su trabajo en El inmortal Puño de Hierro es la consistencia de su trabajo. En la anterior serie el resultado era siempre notable, pero ahora parece que nunca puede dejar de ser simplemente perfecto. David Aja ha abandonado la concepción más tradicional de la página y ha dado el paso definitivo a considerarla una unidad de diseño independiente. Cada viñeta se imbrica con las demás y funciona como un todo unitario. Lo que en El inmortal Puño de Hierro pasaba de manera ocasional es ahora lo habitual, hasta el punto de que uno termina pasando por encima algunos grandes momentos porque le parecen normales.

Es muy importante en este proceso el trabajo del colorista. Matt Hollingsworth es uno de los grandes nombres de la industria estadounidense, un veterano que ha trabajado en Predicador o en Muerte: el alto coste de la vida entre otras obras. Aquí consigue dar con la tecla perfecta para que el dibujo, casi más bien diseño, de David Aja alcance todo su esplendor. Los colores planos y el empleo de algunos de ellos como motivos recurrentes para transmitir información, son claves para comprender el resultado final de la obra.

Clint Barton y el lenguaje de signosHay que destacar, de todos modos, dos números dentro del total de la colección. El primero es el número 11, Pizza is my Business. En este nos encontramos con un viaje a la perspectiva de Lucky (también conocido como Pizza Dog), el perro que Clint Barton salva en el primer número de la colección y que pasa a convertirse en un compañero infatigable del Vengador. El trabajo realizado, con todo tipo de señalizaciones y símbolos es perfecto para representar los procesos mentales del perro. Algunos han querido ver aquí ecos de Chris Ware, lo que solamente dice maravillas del quehacer de Aja. Un número simplemente perfecto que acaba de destacar cuando introduce a los personajes humanos al final del mismo y consigue transmitir de manera perfecta la situación planteada con un mínimo apoyo por parte de las palabras.

El otro es el número 19, The Stuff What Don’t Get Spoke. En esta ocasión, David Aja estudia la pérdida de audición y el lenguaje de signos, consiguiendo integrarlos en la narrativa de manera impecable. El vallisoletano logra, además, que el resultado no parezca en ningún momento ser un vehículo de lucimiento para uno de los mejores dibujantes actuales del panorama americano, sino que nos resulta natural, la solución más sencilla para poder contarnos algo. David Aja no es solamente un gran diseñador, es sobre todo un narrador sobresaliente que pone todo su arte al servicio de la historia.

De todos modos, estaría bien hacer una reflexión sobre el trabajo de David Aja. Si bien es indudable que su talento y su calidad se acabarían notando fuese cual fuese su trabajo, queremos pensar que la labor de Matt Fraction debe ser notable a la hora de ayudar a que Aja consiga dar todo lo que lleva dentro. La impresión que se lleva el lector es que David Aja debe de tener una libertad casi absoluta en el ejercicio de su trabajo, algo en lo que inevitablemente tendrá mucho que decir la opinión del guionista. Si es así, queremos más trabajos de este fantástico dúo, por favor.

Valorando una obra

Clint Barton y Kate Bishop

Hablar de una serie como Ojo de Halcón es prácticamente imposible antes de que esté finalizada. Es muy fácil enamorarse de los primeros números y subirla a los altares. No lo es menos el dejarse llevar por la bajada de ritmo intermedia y decir que al final todo se quedó en menos de lo que parecía. El asunto está en que uno debe mirar toda la época de Matt Fraction y David Aja como un todo unitario.

Al final, no se nos ha contado demasiado. Son doce números que se concentran en un suceso concreto de la carrera de Ojo de Halcón, pero que consiguen redefinir al personaje de manera absoluta sin que este deje de ser reconocible. El secreto de la serie es su función como catalizadora del cambio; el modo en que los autores nos cuentan solamente aquello que quieren, sin correr el peligro de caer en la repetición.

Portada Hawkeye numero 15¿Funcionaría esta Ojo de Halcón como una serie regular al uso? Puede que nunca lo sepamos. Desde luego, no podremos descubrirlo de la mano de Matt Fraction y David Aja, lo que es una lástima. Lo que es cierto, sin embargo, es que estos números han entrado a formar parte ya de la historia reciente de Marvel, que son la muestra perfecta de una decisión editorial basada en permitir a algunos autores una libertad casi absoluta en sus colecciones.

No nos equivoquemos: Ojo de Halcón es una de esas colecciones que nos muestran que, en momentos concretos, la gran industria editorial americana es capaz de producir trabajos que no tienen nada que envidiar en creatividad artística a los que surgen de cualquier otro ambiente. Solamente eso ya sería suficiente para atesorar estos números y sumarlos al Olimpo de grandes cómics de Marvel. Que además sean divertidos y emocionantes es un extra.

Ismael Rodríguez Gómez
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