Polonia, a través de Maria e Irena
Un personaje conocido pone a su país de origen en el mapa, nos ayuda a conocer mejor la cultura local y los pensamientos de la época; pero a veces es el país el que nos muestra a sus personajes históricos menos famosos fuera de sus fronteras. Rendimos homenaje en este artículo a Polonia y a dos de sus personajes históricos femeninos, y descubrimos que no es un país del este, como a veces le apodamos desde el occidente europeo, sino más bien de Europa central; que tampoco es un país desconocido, ya que a pesar de la distancia sabemos de él más cosas de lo que pensamos, y que, además de darnos muchas personalidades conocidas mundialmente como Copérnico, Chopin, Polanski, Max Factor o el Papa Juan Pablo II, no solo nos ha dejado hombres de historia, sino también mujeres.
La situación geográfica de Polonia ha llevado al país a verse deseado y repartido por sus vecinos en numerosas ocasiones; y es que, si cogemos un mapa, veremos que linda al oeste con Alemania (antigua Prusia), al este con países de la antigua Unión Soviética que durante casi dos siglos (1721–1917) formaron el potente Imperio Ruso, y al sur con la Republica Checa, Eslovaquia, Hungría y Austria, las cuales hace un siglo eran parte de otro importante imperio, el Austrohúngaro. Al mirar hacia el norte, podríamos pensar que el Báltico les proporcionaba un escudo protector por este frente, pero al otro lado del mar está Suecia, que en el siglo XVII también era una potencia que se llenó de apetito polaco invadiendo el país y arrasando todo aquello de valor que encontraba a su paso. A este periodo se le llama el Diluvio, durante el cual el pueblo polaco quedó reducido a un cuarto de su población. Sin embargo, la parte más triste de la historia de Polonia son las ocupaciones recientes, porque se sienten cerca y porque aún están latentes en su cultura y en la de Europa, que es la nuestra.
Resumir su historia llevaría mucho tiempo, pero si nos centramos en el siglo XIX y XX, podremos entender mejor el panorama actual del país y la importancia de los personajes de los que hablaremos.
El siglo XIX: Polonia desaparecida del mapa
En 1795 Polonia desapareció del mapa, literalmente, ya que fue repartida entre sus vecinos y no existió durante más de un siglo. No obstante, la sociedad polaca no olvidó su identidad y, aunque vivían repartidos bajo el poder de Prusia, Austria y Rusia, cuidaron su lengua y sus tradiciones.
Es en esta época en la que nació nuestro primer personaje, Maria Skłodowska, en el seno de una familia culta pero debilitada económicamente a causa de inversiones patrióticas familiares por la independencia del país. Esto obligó a la generación de Maria a una lucha para salir adelante y para conservar su cultura en una Polonia desaparecida. Asistió, junto a muchos otros jóvenes de la época, a clases clandestinas de cultura polaca. Cuando fue creciendo, llegó a un acuerdo con su hermana Bronisława para ayudarse mutuamente con la financiación de sus estudios en París: primero iría su hermana y dos años más tarde ella. Sus planes cambiaron al enamorarse, pero al ser un amor prohibido por los padres de su enamorado, finalmente acabó yéndose a Francia en 1891. Es allí cuando se la empieza a llamar Marie. Sus comienzos no fueron fáciles, subsistiendo en una buhardilla con escasos recursos y sufriendo desmayos causados por el hambre, mientras estudiaba durante el día y daba clases por la noche, apenas ganando para sobrevivir.
Al acabar sus estudios, inició su carrera científica y conoció a Pierre Curie; el interés que ambos tenían por la ciencia los unió. Estrecharon lazos trabajando en el mismo laboratorio y él le propuso matrimonio; Marie no aceptó a la primera ya que tenía intención de volver a Polonia, pero Pierre estaba realmente enamorado y dispuesto a seguirla hasta allí a pesar de las dificultades que esto hubiera supuesto. Finalmente se casaron, aunque Marie conservó su apellido polaco, siendo su nombre de casada Marie Skłodowska Curie, contrariamente a la tradición por la que las mujeres tomaban al contraer matrimonio el apellido del marido y perdían el suyo.
Marie fue la primera mujer galardonada con un premio Nobel y la única persona en recibir dos galardones en distintas disciplinas (en física y en química). Nombró polonio al primer elemento químico que descubrió en honor a su país. El matrimonio descubrió también el radio y realizaron muchos estudios sobre la radioactividad, descubierta por Bequerel, y fue precisamente junto a él con quien ganaría el primer premio Nobel en física. En aquel momento no se conocían bien los efectos de la radioactividad sobre los humanos, pero hoy en día todo lo que rodeaba el trabajo de estos científicos aún emite radiación, y probablemente lo hará durante los próximos mil quinientos años.
El 19 de abril de 1906, Pierre murió en un accidente en París, golpeado por un carruaje tirado por caballos mientras caminaba bajo la lluvia. Marie quedó muy afectada pero siguió trabajando y su descendencia es hoy, en el siglo XXI, una gran saga científica. Murió a los sesenta y seis años, a causa de una anemia provocada por la exposición a la radiación, y lo hizo habiendo sido una extraordinaria científica y dejando un gran legado no solo a la ciencia, sino también en lo referente a la igualdad de género, a la que hizo una gran aportación a través de su actitud vital. Tuvo que sufrir muchos desprecios por ser mujer y también por ser extranjera.
Marie Curie es un personaje tan relevante, que el cine y la literatura se han hecho eco de su importancia: ya en 1943 se estrenó Madame Curie, y en 2016 se produjo una versión más reciente que no recibió las críticas que una película sobre alguien de su talla habría hecho esperar.
Período de entreguerras y Segunda Guerra Mundial
La Primera Guerra Mundial aportó un cambio importante: después de ciento veintitrés años de ausencia, la Polonia independiente volvió al mapa de Europa. La Segunda República Polaca, como oficialmente se llamaba el Estado, era un país multicultural y multiétnico donde coexistían, como siglos atrás, varias culturas y minorías: la ucraniana, la judía, la bielorrusa y la alemana. El periodo de Entreguerras fue corto, unos veinte años, pero la cultura, la ciencia y la industria polaca florecieron de nuevo.
En 1939, la Alemania nazi atacó Polonia con pretensiones de fundar un gran imperio, iniciando así la Segunda Guerra Mundial, que duró unos seis años. Según la ideología nazi, los polacos eran considerados inferiores, y por ello sufrieron persecuciones y represión. Peor suerte aun corrieron los ciudadanos polacos de origen judío, que fueron objeto de una firme política de eliminación física en los campos de exterminio construidos en los territorios ocupados. Para llevar a cabo esta ocupación, Alemania contaba con el apoyo de la Unión Soviética, con lo que también hubo regiones polacas bajo su ocupación. Sin embargo, el sistema de alianzas cambió tras el ataque nazi a Rusia, y Polonia pasó a ser aliada. Durante la guerra pereció el quince por ciento de su población.
Varsovia era la ciudad más grande de Polonia y la capital del país desde el año 1596, cuando el rey Segismundo III Vasa la trasladó desde Cracovia. La comunidad judía antes de la guerra constituía alrededor del treinta por ciento de la población. Los alemanes realizaron un saqueo cultural de la urbe y muchos habitantes fueron enviados a campos de concentración. Los judíos, unas cuatrocientas cincuenta mil personas, fueron confinados en un gueto cuyo área era similar al de Central Park, en Nueva York. Allí murieron miles de personas por hambre y enfermedad, antes de ser enviadas, el resto, a los campos de exterminio. Cuando los judíos se hicieron eco del destino que se les tenía preparado, se inició el levantamiento del gueto de Varsovia, que duró casi un mes y al que las tropas alemanas pusieron fin.
Es en este entorno en el que descubrimos a nuestro segundo personaje, otra mujer polaca que ha hecho historia: Irena Sendler, aunque debo admitir que en mi caso, como introducía al comenzar este artículo, fue el país el que me mostró al personaje; una trabajadora social y enfermera que salvó a más de dos mil quinientos niños del holocausto.
Una buena forma de acercarnos a la historia de Irena sería a través de sus propias palabras: «La razón por la cual rescaté a los niños tiene su origen en mi hogar, en mi infancia. Fui educada en la creencia de que una persona necesitada debe ser ayudada de corazón, sin mirar su religión o su nacionalidad. Conseguí, para mí y mi compañera, identificaciones de la oficina sanitaria, una de cuyas tareas era la lucha contra las enfermedades contagiosas. Más tarde tuve éxito en conseguir pases para otras colaboradoras. Como los alemanes invasores tenían miedo de que se desatara una epidemia de tifus, toleraban que los polacos controláramos el recinto».
Irena Sendler nació como Irena Krzyzanowska en Varsovia. Su padre era un médico reconocido que falleció a causa de un tifus contraído al tratar a varios pacientes rechazados por sus colegas, muchos de ellos judíos. Tras su muerte, los líderes de la comunidad semita ofrecieron pagar los estudios de su hija y, para cuando Alemania invadió Polonia, Irena era enfermera en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia, uniéndose al Consejo para la Ayuda de Judíos, Zegota, cuando los nazis crearon el gueto. Contactó con familias judías ofreciendo llevar a sus hijos fuera de este, lamentablemente sin garantías de éxito; pero como los niños morirían si permanecían allí, muchas confiaron en ella. Irena consiguió rescatar a más de dos mil quinientos niños por distintos caminos: en sacos, cestos de basura, cajas de herramientas, cargamentos de mercancías, bolsas de patatas, ataúdes…
Los nazis supieron de sus actividades y en 1943 fue detenida y torturada. Ella era la única que sabía los nombres y las direcciones de las familias que albergaban a los niños judíos, pero ni aun así los delató. Fue sentenciada a muerte y, a la espera de ser ejecutada, un soldado alemán se la llevó para un interrogatorio adicional. Al salir, le gritó en polaco «¡Corra!». Los miembros de Zegota habían sobornado a los alemanes para detener la ejecución. Al día siguiente se pusieron pósters por toda la ciudad proclamando que había sido ejecutada, e Irena pudo continuar trabajando con una identidad falsa.
Quizá una de las razones por las que no fue tan conocida fuera de sus fronteras fue que, tras la guerra, Polonia se encontró en la zona de influencia soviética: oficialmente independiente, en realidad estaba supeditada a las decisiones de Moscú, y el régimen comunista hizo de la historia judía un tema vedado. Además, Sendler fue integrante del Partido Socialista, lo cual le ocasionó problemas con los comunistas. A pesar de esto, en 2007 fue nominada al premio Nobel de la paz, y su historia se recoge en libros como Los niños de Irena, La madre de los niños del holocausto o en la película El Corazón Valiente de Irena Sendler.
La ciudad de Irena Sendlar y de Marie Curie fue arrasada al final de la Segunda Guerra Mundial: los polacos protagonizaron el alzamiento de Varsovia en agosto de 1944, en el que se enfrentaron a los nazis, pensando que estaban debilitados al ser el final de la guerra y creyendo contar con un apoyo soviético que no llegó a tiempo. El Ejército Rojo se encontraba muy cerca de la urbe al comenzar el levantamiento; no obstante, le llevó varios meses recorrer unas decenas de kilómetros, no llegando a Varsovia hasta enero, momento en el que se la encontró prácticamente vacía y derruida (unos diez mil quinientos edificios fueron destruidos).
Después de la Segunda Guerra Mundial
El levantamiento es un tema polémico aún hoy en día en Polonia, donde hay gente a favor y gente en contra. Algunos historiadores concluyeron que los rusos preferían que la sublevación fracasara, para poder gobernar Polonia con mayor facilidad durante los años posteriores; los soviéticos aseguraron que frenaron su avance por problemas de abastecimiento. Por medio de los esfuerzos de toda la nación, y del apoyo de las comunidades polacas en el extranjero, los preciosos castillos, monumentos, catedrales y edificios gubernamentales, corazón y alma de Varsovia, fueron detalladamente restaurados con la ayuda de paisajes realizados por las escuelas de arte de los pintores italianos Bacciarelli y Canaletto, siglos atrás.
Después de 1945, Polonia se encontró en la zona de influencia soviética, que escondía un régimen autoritario. El Estado experimentó numerosos problemas y el creciente descontento de la sociedad fue reprimido. En 1980 se formó la unión de trabajadores Solidarność (Solidaridad), que luego se convirtió en la fuerza de oposición más importante y numerosa, aglutinando a varios grupos sociales, desde obreros hasta intelectuales. A partir de los años 80 el sistema económico y social de Polonia, junto con el de todo el bloque oriental, empezó a desmoronarse. La República de Polonia sufrió una serie de profundos cambios políticos, sociales y económicos, accediendo a la OTAN en 1999 y a la Unión Europea en 2004. Un país marcado por un pasado de ocupaciones, más cercano y menos desconocido de lo que creemos, más humano y reconocido gracias a Maria e Irena.
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Papa Juan Carlos I?
¿Acaso no habría sido un excelente ministro de Dios? En fin, en ocasiones la tecnología nos juega malas pasadas, pero efectivamente nuestro campechano rey como Papa, es un poco demasiado. Gracias por el aviso, RAUL.