Seriéfilo: abril de 2023
Entre procesiones y calores, vuela un nuevo mes lleno de series, en el que tuvimos un par de reencuentros muy reconfortantes y alguna visita sorpresa, pero con mucho potencial. No se queden en la puerta y pasen al salón, que están esperando varias series que me gustaría presentarles.
Pero antes, saludemos a dos viejos conocidos de los que nunca defraudan: son Din Djarin y su inseparable Grogu, que vuelven en la tercera temporada de El Mandaloriano (Disney+). Y es que, aunque cada año se suma alguna nueva serie al universo de Star Wars (a veces luciendo el nombre de personajes icónicos en el título y con presupuestos mastodónticos), ninguna ha conseguido superar una sola de las temporadas llenas de aventuras de Mando.
Esta vez, el comienzo resulta algo disperso. Los capítulos son dispares: algunos recuerdan al tono más solemne de Andor (Disney+) y otros regresan a las pequeñas aventuras estilo western de los inicios. No parecía haber un plan establecido para la tercera temporada de El Mandaloriano… hasta que lo hubo. La aparente amalgama de capítulos dispersos confluye en una sucesión de capítulos, al final de la temporada, llenos del fan service que nos merecemos. Capítulos que no solo son épicos, sino que apuntan a una historia mucho más grande de lo que nos podíamos imaginar cuando Pedro Pascal vagaba por el desierto buscando a un Yoda enano.
Aunque nunca hay suficientes mandalorianos, esta temporada es la temporada con más tipos con armadura y casco por metro cuadrado que hemos visto nunca: el regreso al planeta natal, Mandalore, palpita desde los albores de la temporada y va creciendo en intensidad hasta el clímax final. Puede que se hable de un arco algo irregular, pero solo por los dos últimos capítulos merece la pena tragarse entera una temporada que, además, deja el espíritu de la serie intacto. Se pongan como se pongan los críticos, Mando sigue siendo el rey.
Sin abandonar el universo Star Wars, aunque a menor escala, vuelve la animada La remesa mala (Disney+), que sigue las aventuras de unos clones defectuosos, convertidos en prófugos del Imperio al no acatar la orden 66 y hacer lo que creían correcto. Estamos ante una segunda temporada muy irregular, que alterna capítulos muy mediocres con otros muy potentes ya sea por historia, animación o acción. Si se hubiese recortado el metraje a la mitad, hubiese quedado una temporada redonda, pero las minas explosivas esparcidas de forma aleatoria a modo de capítulos de relleno cortan el ritmo de la historia y ensombrecen el resultado final.
Por otras latitudes, el regreso que veíamos entre signos de interrogación era el del gran abogado Perry Mason. El proyecto de HBO Max había arrancado con una primera temporada de presentación en la que reaparecía el gran investigador cínico e irónico y con traumas de la Gran Guerra. Ahora, en la segunda entrega, el personaje se asienta definitivamente en su papel de abogado defensor de las causas perdidas.
El resultado es un homenaje por todo lo alto al cine negro. La ambientación, espectacular, logra transmitir con todo lujo de detalle la ostentosa y desigual sociedad de la ciudad de Los Ángeles en los años 30. Acompañada en todo momento por una banda sonora repleta de jazz, que le sienta como un guante, y atravesada por el caso del asesinato del hijo de un magnate, la temporada tiene el aroma de los crímenes clásicos imaginados por Raymond Chandler. Además, la producción mejora el ritmo tan parsimonioso que había lastrado anteriormente a la serie y recupera con solvencia sus personajes más carismáticos. Sin lugar a duda, el retorno de Perry Mason es más y mejor.
Entre las novedades del mes también destaca Bronca (Netflix), un drama con un toque de humor maligno por eso de que las desgracias ajenas, muchas veces, causan cierta hilaridad; pero drama también que, al fin y al cabo, nos va borrando poco a poco la sonrisa sádica de la boca capítulo a capítulo. Todo empieza con un pequeño incidente de tráfico entre dos desconocidos con problemas de gestión de la ira, que se encona con el paso del tiempo y va escalando hasta límites insospechados. Aunque Danny, con su pequeña empresa de chapuzas y problemas llegar a fin de mes, y Amy, una exitosa mujer de negocios que vive una vida de lujo, parecen polos opuestos, en realidad son más similares de lo que piensan.
Lo mejor de la serie es que no se recrea únicamente en la progresiva desproporción de sus venganzas mutuas, sino que se detiene en intentar entender los problemas de cada uno y dilucidar por qué se comportan de esa forma tan obsesiva y agresiva; por qué se empecinan en decidir quién tiene razón y por qué justifican y piensan que lo que hacen es lo correcto. Las interpretaciones de los protagonistas, Steve Yeun y Ali Wong, son perfectas en todo el sinfín de registros por los que transitan sus personajes, consiguiendo que, entre ambos, la serie vaya en volandas. Sin lugar a duda una de las miniseries del año.
Otra grata sorpresa fue una de las series con ambientación retrofuturista del año: los jugadores de la saga Fallout (Interplay/Bethesda) se sentirán como en casa en Por un mañana mejor (Apple TV+), una historia pequeña pero más profunda de lo que parece.
Para situarnos, seguimos al entrañable y encantador Jack Billings y su equipo de vendedores, que tratan de sacar adelante su negocio de venta de propiedades en la luna (a pagar en cómodos plazos). Un vendedor de sueños moderno que trata de ganarse la vida de forma honesta con un negocio que no estamos muy seguros de que lo sea. Un vendedor de sueños dispuesto a abandonar los suyos para formar de nuevo una familia a la que renunció tiempo atrás. Una serie llena de entrañables contradicciones y con buen fondo. Si se conecta con su envoltorio, la serie se disfruta precisamente a través de su sencillez. Eso sí, si el retrofuturismo, por lo que sea, no es lo tuyo… este es un producto que podría pasar bastante desapercibida.
Una propuesta algo inclasificable es la última ocurrencia de Janine Nabers y Danny Glover, tándem que también creó y protagonizó Atlanta (Disney+), aunque en esta ocasión no provoca demasiadas risas. Enjambre (Prime Video) se centra en una adolescente con problemas mentales y su obsesión con una cantante de pop, lo que le llevará a vivir por y para ella, a endeudarse para ir a sus conciertos, acosar a sus haters por redes sociales, odiar a quien no le guste su música… Una obsesión total que le llevará a vivir en una realidad paralela. La serie es una mezcolanza de terror, violencia, drama, humor negro e incomodidad, mucha incomodidad, provocada por la vida distorsionada de la protagonista.
Curiosamente, si estuviésemos en un país de habla inglesa tendríamos ciertos problemas para distinguir esta serie de la que viene a continuación, porque tienen casi el mismo nombre: Swarm y The Swarm. Por suerte, los traductores nos han ahorrado el problema traduciendo una por Enjambre, como acabamos de ver y otra como El quinto día (Movistar Plus+), un thriller ecologista de ciencia ficción. El planteamiento refleja un futuro cercano en el que la continua devastación del medio ambiente por parte del ser humano provoca una reacción agresiva del mundo marino contra los humanos. Investigadores de distintas áreas colaboran para descifrar a qué se enfrentan y cómo pararlo. Aunque está grabada con la sobriedad de las series alemanas, contiene escenas que sorprenden por su espectacularidad y contundencia. Al principio, la narración es algo confusa por la gran cantidad de personajes y los distintos lugares del mundo en los que se desarrolla la acción; pero, en cuanto la historia toma forma, la serie es muy entretenida. Lástima del final, que rompe con todo el planteamiento científico previo y hace perder enteros a la producción en el último momento.
Para ir acabando, una comedia que, eso sí, no será plato de buen gusto para todo el mundo: estamos ante una gran comedia irreverente, con un humor áspero, zafio, incómodo y explícito. Rain Dogs (HBOMax) nos cuenta la historia de una madre soltera y su hija, que viven al borde de la indigencia y a través de una relación destructiva de amor-odio con Selby, un amigo de familia adinerada con problemas mentales que elige vivir también en los márgenes de la sociedad. Humor con crítica social profunda que no cae en el recurso fácil de romantizar la pobreza. Comedia punk, dura de digerir si no sabes a lo que te enfrentas.
Y así, con Costello y su hija Iris, cierro la persiana hasta el próximo mes. Solo de pensarlo se me hace un nudo en la garganta. Y no porque se acerquen a marchas forzadas las vacaciones, que también, sino porque le llega la hora de partir para siempre a nuestro querido y entrañable entrenador Ted Lasso. Una pena, siempre se van los mejores y todo eso. Pero mejor dejemos los llantos para el próximo mes. Ahora, toca afrontar la segunda parte de la primavera viendo un buen puñado de series. BELIEVE!