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El seriéfilo: mayo de 2016

La primera oleada de moscas cojoneras empieza a invadirnos y a las nueve de la noche todavía es de día; las mangas largas provocan sudores y suenan cada vez más cerca los tambores de los empalagosos ritmos electrocaribeños… Las señales son inequívocas: summer is coming y pocas series se atreven a competir con un día de playita, chiringuito y mucho sol. Baja la marea y bajan los estrenos; pero hoy, más que nunca, no los necesitamos. La vieja guardia ha tirado de solvencia y buen hacer para ofrecernos uno de los mejores meses del año.

Comandando con mano de hierro, como avanzábamos el mes pasado, Juego de tronos (HBO) nos ofrece una de las mejores temporadas que se recuerdan, con un ritmo asfixiante que hace que todos los capítulos nos sepan a poco y con tantas buenas tramas abiertas que es imposible decidir cuál es nuestra preferida… ¿Jon Snow? ¿Arya? ¿Bran? Cortocircuito cerebral.

Flanqueando la obra maestra de HBO, la tercera temporada de la atemporal Penny Dreadful (Showtime), que divide esta vez la acción entre el Londres victoriano y el salvaje oeste, aliviando un poco el ritmo parsimonioso al que nos tiene acostumbrado, sin renunciar a la exquisita gravedad y profundidad de sus diálogos y silencios. Nuevos fichajes de personajes barrocos como Drácula y Mr. Hyde auguran otra temporada redonda. Eva Green, como siempre, impecable.

Más difícil lo ha tenido para triunfar Orphan Black (Space). Por presupuesto, temática, publicidad, actores, etc., partía de una base más discreta que las anteriores pero, después de cuatro temporadas, puede decirse que se ha consolidado como una de las mejores y más originales series de ciencia ficción. Disfrutable por todo tipo de públicos. Si los sueldos se pagasen por personaje y no por actor, Tatiana Maslany sería superhipermegamillonaria, ya que interpreta a nada menos que a once personajes distintos (seis principales), de forma muy solvente y creíble.  Esta cuarta temporada vuelve a conectar con los inicios de la serie, aquella primera temporada que impactó a propios y extraños por su originalidad y buen hacer. Si bien es cierto que la segunda temporada fue un tanto confusa, introduciendo muchos personajes, intrigas entrelazadas y bandos múltiples  con distintos intereses que conseguían despistar al espectador; la tercera fue mucho más directa y sencilla. Esta cuarta está resultando ser una mezcla de las dos anteriores, con un argumento mucho más focalizado que evita que desviemos tanto la atención, aderezada con mucha acción e intriga. Esta vuelta a los orígenes, con la historia de Beth Childs, parece anunciar el cercano final de la serie (si no en esta misma temporada, posiblemente en la siguiente), cerrando el círculo de lo que, por ahora, está resultando una historia redonda.

Cambiando el tercio, que el género de comedia no sea uno de mis preferidos, no me impide reconocer que Silicon Valley (HBO) es una de las mejores series de la actualidad, arrebatando el trono de la comedia geek a la cada vez más desgastada The Big Bang Theory (CBS). Un desgaste lógico si tenemos en cuenta que lleva ya en antena diez temporadas.

En el apartado de las despedidas, este mes, al igual que el anterior, tenemos dos muy agridulces: por un lado, y después de siete temporadas termina la que ha sido mi relación amor-odio favorita, The Good Wife (CBS). Sobre esta serie hay tanto que comentar que estoy preparando un artículo completo que espero podáis leer a lo largo de este mes. Banshee (Cinemax) nos abandona después de cuatro temporadas. Esta serie, en cualquier caso, está un peldaño por debajo de la anterior: acción pura y dura con un argumento que tiende a cero. Entretenida, sí, pero no pasará a la historia.

Aprovechando el tirón de las veteranas en este tramo final de la primavera, veo que hace ya más de dos años que se estrenó Gomorra (Sky Italia), serie italiana basada en el libro y en la película del mismo nombre. Por entonces aún no había comenzado sus andanzas La Soga y la única forma de recomendarla fue incluyéndola entre las mejores series nóveles del 2014. Ya que el estreno de su segunda temporada se ha demorado más de un año, vuelvo a recomendarla encarecidamente: Gomorra es la heredera natural de Romanzo criminale (también Sky Italia), dando un salto espacio-temporal desde los años setenta a la actualidad y pasando de la capital, Roma, a los suburbios de Nápoles. Nunca se ha presentado una serie basada en el crimen organizado (en este caso la Camorra napolitana) tan cruda, áspera y dura. No encontrareis un gesto amable. Tampoco honor. Todo se reduce a una lucha sangrienta y sin concesiones por el poder. Brutal radiografía de las miserias del crimen que no os podéis perder.

Siguiendo con la relación entre actividades ilegales y buenas series, tenemos que volver la vista hacia la Inglaterra de principios de siglo XX, más concretamente a la Birmingham industrial de la familia Shelby, porque este mes se ha estrenado la tercera temporada de Peaky Blinders (BBC Two). Concebida en sus orígenes como una miniserie de seis capítulos, han calado tanto las andanzas de banda de Tommy Shelby, que esta semana se ha anunciado su renovación por dos temporadas más. Lo grande de esta producción es que, a pesar de su tremendo éxito, no se ha limitado a repetir lo mismo una y otra vez, sino que cada temporada explora un peldaño más del ascenso meteórico de los Peaky Blinders. El tablero de juego de los personajes cambia continuamente, empujándoles a reinventarse para poder sobrevivir a enemigos cada vez mejor conectados con las altas esferas políticas de la época.

Otra buena serie para los que no tengan mucho tiempo libre es Hap and Leonard (Sundance TV) que nos plantea una buddy movie de seis episodios de cuarenta minutos cada uno (imposible comprimir más una serie), en los que se condensa una típica historia de acción en la que dos protagonistas Hap (James Purefoy) y Leonard (Michael K. Williams) se ven envueltos en la búsqueda de un tesoro. Buena ambientación sureña (todo sucede en el estado de Texas durante los años ochenta) y gran interpretación de los protagonistas que transmiten mucha química y comicidad. Aparte de la aventura principal, plagada de personajes extremos y caricaturescos, la relación entre el trío de protagonistas (los dos amigos y la ex mujer de Hap, interpretada por una Christina Hendricks con un papel muy alejado de la femme fatale de Mad Men) añade una dimensión humana que indaga en la amistad o las ilusiones frustradas que aparecen al final de la juventud. Matices todos ellos muy interesantes para una serie que, con ellos, gana mucha profundidad. El único pero que se le puede achacar son una serie de licencias poco realistas que la producción se toma precisamente en los dos últimos capítulos, simplemente para aumentar las dosis de acción y espectacularidad, rompiendo con una armonía narrativa cuidadosamente construida y que rápidamente vuelve a tratar de recuperar tras el clímax del desenlace.

El otro estreno del mes (como adelantaba, no ha habido mucha novedad) era bastante esperado por ser el primer proyecto televisivo de Aaron Paul desde que interpretase a Jesse Pinkman en Breaking Bad (AMC). El cambio de registro es tan grande que al principio cuesta creerse su nuevo rol: The Path (Hulu) nos lleva a vivir el día a día de los miembros de una secta espiritual de la que Eddie Lane (Aaron Paul), su mujer y sus dos hijos son miembros destacados. La inmersión en esta nueva historia resulta complicada por dos aspectos: primero, por las características del personaje de Aaron Paul (la sombra de Jesse es alargada) y  segundo, porque los guionistas juegan al despiste durante unos cuantos capítulos, disimulando en relación a la dirección que finalmente va a tomar la serie. Una vez encauzada la trama principal, la historia mejora mucho y se agradece disfrutar de una serie distinta, que huye de la acción y del sensacionalismo y nos muestra un drama realista con la originalidad de plantearlo dentro de una secta, explorando en las motivaciones de sus miembros, las distintas reacciones ante diversas situaciones de la vida y su convivencia con el resto de la sociedad.

Y, como siempre, se me han quedado un montón de cosas en el tintero. Por ejemplo, el estreno de Preacher (AMC) o el piloto de Outcast (Cinemax), la nueva creación de Robert Kirkman; pero tendréis que esperar hasta el próximo mes porque mi prioridad ahora mismo es cortar las mangas a las camisas, que hay que ir preparándose para el verano. ¡Aloha!

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