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La mitología del progreso y el naturicidio – 26 de julio de 2017

A Berta Cáceres la mataron en Honduras por defender el derecho de los indígenas a la tierra. Fue en marzo del año pasado. Unos sicarios entraron en su casa mientras dormía y le dispararon. El gobierno hondureño habló al principio de crimen pasional. Mejor eso que un asesinato precedido por amenazas de muerte lanzadas por DESA, la empresa contra la que luchaba Cáceres por un proyecto de hidroeléctrica en territorio indio. El proyecto ha sido abandonado pero nadie ha sido juzgado por el crimen. La patronal hondureña está molesta porque una investigación internacional les apunta como autores intelectuales. El dinero reclama su derecho a la presunción de inocencia.

Doscientos ambientalistas como Berta Cáceres fueron asesinados el año pasado. Más de la mitad, en América Latina. Brasil, con su Amazonas, es campeón: 49 personas murieron a manos de terratenientes, matones o policías por defender su tierra de la voraz expansión de empresas privadas que buscan terrenos para cultivar, soltar el ganado o construir infraestructuras. El segundo país con más activistas del medio ambiente asesinados es Colombia: 37 muertos. Ahí se mata en las zonas que va abandonando la guerrilla desmovilizada. El territorio lo ocupan paramilitares y cuatreros que expulsan a golpe de bala a los que se oponen a la razón del progreso. O de los bancos.

Porque es la banca, dice la ONG que ha contado todos estos muertos, la que financia las operaciones de expansión en territorios protegidos a costa de leyes y vidas. En Honduras, es la familia Atala, una de las que pagó el golpe de Estado contra el presidente Zelaya. A este también le sacaron de la cama mientras dormía, pero le dejaron vivir con su sombrero de vaquero. A Zelaya lo echaron del poder porque decían que se había hecho bolivariano. Hoy Honduras es oficialmente una democracia, pero el quinto país del mundo donde más se mata por la tierra. En Venezuela, por cierto, no ocurre nada de eso, aunque aquí lo que está en juego es nada menos que la libertad.

Concretamente la libertad privada o extranjera de extraer petróleo y otras riquezas del país. Esto lo dice el director de la CIA. Literalmente: Venezuela es un país grande, con recursos, «que queremos que sea estable y tan democrático como sea posible». Hay vídeo y texto, no paranoia ni mito. Bajo la mitología del progreso se han construido países esclavistas como Brasil o rotos como Honduras donde se asesina impunemente a quienes defienden que la naturaleza no sea pisoteada a cualquier precio. Mujeres como Berta Cáceres, empeñadas en no salir en los telediarios de las buenas democracias porque se niegan a asumir que la tierra también sea un amor de compra y venta.


Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este tumblr.

Víctor García Guerrero
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