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Cinefórum CLXXIX: IKARIE XB-1

De una película checoslovaca que divaga acerca de la muerte, a otra que se cuestiona algunas de las preguntas más importantes de la vida: IKARIE XB-1, joya oculta del género de ciencia ficción y artilugio propagandístico que da testimonio de una época apasionante.

La dialéctica discursiva de la Guerra Fría encontró en la carrera espacial, y concretamente en la ciencia ficción y su dimensión evocadora, un campo de batalla especialmente fértil donde extender su contienda ideológica. Mientras que la apisonadora capitalista del cine norteamericano convertía en éxitos comerciales los títulos más destacados del género, los soviéticos se aferraban a un idealismo utópico que alejaba a su ciencia ficción del gran público pero la convertía, no obstante, en inspiradora de logradas metáforas políticas. Y todo eso, mientras sus logros reales (los éxitos de los R-7 Semiorka, el Sputnik o Yuri Gargarin) los situaban a la cabeza de la conquista de los cielos. IKARIE XB-1, producción checoslovaca de 1963, nació precisamente como reivindicación y celebración de ese liderazgo.

El proyecto del Partido Comunista Checo fue a lo grande: se decidió adaptar para la gran pantalla La nube de Magallanes, relato de un maestro de la ciencia ficción soviética como Stanislaw Lem; además, se contó con un presupuesto monumental y una serie de valores artísticos (en la escenografía, vestuario, ambientación científica, música…) liderados por Jindřich Polák a la dirección y Pavel Juráček en el guion; la historia, por su parte, trataría sobre el viaje, en busca de nuevas formas de vida extraterrestre, de una nave espacial tripulada por científicos de diferentes nacionalidades camino de Alfa Centauri. Por supuesto, la nave y su utópica tripulación serían una resplandeciente metáfora de la sociedad socialista perfecta.

Vista hoy, es entendible su cualidad de tesoro semidesconocida del género. Porque más allá de su dimensión propagandística, la cinta capta esa esencia puramente humanista de la literatura de Lem: la de los colonizadores del espacio exterior que se enfrentan al apabullante peso de un cosmos incognoscible. Ese trasfondo filosófico, y sus abundantes logros cinematográficos (la dirección fría pero sugerente, el pionero diseño de producción -esos icónicos pasillos octogonales-, los notables efectos especiales o la original banda sonora), la han convertido en un referente ineludible para los clásicos de la ciencia ficción posteriores. Es evidente que Ikarie XB1 está en 2001: Odisea en el espacio de Stanley Kubrick, como también lo está en la Star Trek de Genne Roddenberry, en el Alien de Ridley Scott o en el Interstellar de Christopher Nolan.

La historia de cómo su público le dio la espalda y, sin embargo, se acabó convirtiendo en una obra de culto internacional (pese a ser distribuida con un remontaje norteamericano perverso), es digna de toda una Odisea galáctica. Su versión original fue estrenada por primera vez en España en 2017, permitiéndonos desde entonces revindicar su condición de obra pionera entre las mejores narraciones de cosmonautas; es decir, aquellas que convierten las travesías por el universo en alegorías del viaje a las profundidades del ser humano.

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