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El Londres de 1906 visto desde dentro: cómo llegar a ser un detective

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Si pensamos en los grandes detectives de la historia de la ficción, muy probablemente nos trasladaremos mentalmente a un indefinido momento entre finales del siglo XIX y principios del XX. Desde el final de la Inglaterra victoriana a la llegada de la Gran Depresión, estamos en un continuo de grandes detectives traídos hasta nosotros por las plumas de Sir Arthur Conan Doyle, Edgar Wallace, Agatha Christie y otros muchos autores.

Dentro de esa pléyade, en el caso inglés destaca una tendencia muy señalada a minusvalorar a los detectives de Scotland Yard en comparación con los protagonistas de los relatos literarios. Sherlock Holmes se hacía llamar detective asesor y trabajaba al margen de la ley, demostrando que su intelecto era mucho más efectivo que las pesquisas del pobre Lestrade. Es cierto que la idea de Lestrade como poco más que un bufón inútil al que Sherlock saca siempre las castañas del fuego es posterior al canon, y que en las obras originales el detective no es un inútil, pero para el común de los mortales eso no importa, Lestrade era un inútil.

Y, sin embargo, durante esos mismos años Scotland Yard era una institución llena de prestigio y su fama se extendía por todo el globo. Buena prueba de ello podría ser un texto publicado en el periódico neozelandés The Star el 20 de septiembre de 1906, en el que un anónimo redactor cita a un oficial de Scotland Yard para tratar de transmitir lo difícil y lo duro que era llegar a detective en la policía londinense.

Es indudable que existe un punto de mitificación en el texto, que posiblemente venga del propio transmisor original de la información. La idea que transmite es que los detectives de Scotland Yard son una suerte de hombres superiores al resto, que han pasado por todo tipo de pruebas y que al final solamente aquellos que realmente aman su trabajo y se dedican al mismo llegan a triunfar en él. Lo cierto es que dicha visión es, cuanto menos, romántica y seguramente chocara con la realidad, pero no por ello deja de ser cierto que, en aquella época, desde lejanas tierras, todos pensaban que la policía londinense era una máquina perfecta de arrestar a criminales.

Por último merece la pena comentar que, en el momento de la publicación, apenas hacía un año del arresto y la ejecución de los hermanos Stratton, el primer caso resuelto en el Reino Unido con el uso de las huellas dactilares como prueba. Sin duda, la policía londinense era en 1906 parte del imaginario colectivo del mundo occidental y se había convertido en el ideal al que aspiraban el resto de fuerzas del orden. Artículos como el que sigue ayudaban a ello. No resulta difícil imaginarse a un neozelandés sentado tranquilamente en su sillón, sorprendiéndose y descubriendo su sana envidia al leer sobre la maravillosa fuerza policial de la lejana Londres, tan magnífica en comparación con sus propios sirvientes públicos.

En cierto modo Scotland Yard era igual de útil como material propagándistico que como policía. En el imperio nunca se desaprovechaba ninguna oportunidad de promocionarse.

El artículo original puede encontrarse a través de este enlace.

La construcción de un detective londinense – Cómo es entrenado y cómo se le paga.

Reproducido del original del The Star (Nueva Zelanda), 20 de septiembre de 1906.

No, dijo un oficial de New Scotland Yard al escritor. Ya sé que no es una opinión nada extraña, pero te aseguro que un hombre no puede empezar su carrera como detective en Inglaterra, al igual que un abogado no puede comenzar su vida profesional por vestir una toga de seda o sentarse en el banquillo. Graduarse como detective, incluso del rango más bajo, es fruto del trabajo de años y un ejemplo de la supervivencia de los más aptos.

Supongamos, por ejemplo, que tuvieras la ambición de brillar como un descubridor de crímenes, y que tuvieras además todo el equipamiento natural necesario para el trabajo. No tendría el más mínimo sentido que acudieras a New Scotland Yard a pedir una plaza de detective allí. Tendrías que empezar de manera mucho menos ambiciosa, buscando obtener el puesto de agente de uniforme. Tendrías que conseguir testimonios satisfactorios, pasar todas las pruebas físicas, desde la medición a una revisión médica minuciosa, y también un examen sencillo pero exhaustivo de tu educación.

Entonces seguiría un periodo de entrenamiento, otro para acudir al tribunal correccional y aprender cómo entregar pruebas, además de una instrucción general en tus deberes; solamente tras haber pasado con éxito todas esas pruebas y esos periodos de entrenamiento se podría considerar que has dado el primer paso para cumplir tu ambición de convertirte, en algún futuro remoto, en un detective de pleno derecho. Y te recomendaría que no te alegraras demasiado por llegar hasta aquí, pues hay cientos de otros hombres, muchos de ellos tipos listos, que también están en la carrera y puede ser que, a menos que tus dones sean excepcionales, nunca consigas librarte del uniforme. De todos modos, una vez te hayas ganado las espuelas como un policía normal y se te considere un hombre prometedor, puede que tengas una oportunidad de demostrar lo que puedes hacer en cuanto a la detección del crimen. Durante los meses invernales unos pocos hombres son elegidos en cada división para hacer trabajo de patrulla, y puedes ser uno de los afortunados. Entonces podrás olvidarte del uniforme por un tiempo y volver a ponerte ropa normal. En tu nueva asignación tendrás muchas oportunidades de probar tu habilidad como un descubridor y cazador de criminales fuera de los transitados caminos del trabajo policial.

Hay, por supuesto, un elemento de suerte en un trabajo de este tipo, y si tienes tanta como astucia puedes ganarte los suficientes laureles durante tu periodo de prueba como para que se te recomiende al Departamento de Investigación Criminal para una promoción al rango de detective. Aquí, una vez más, tendrás que pasar nuevas pruebas y exámenes; solamente cuando hayas probado que eres el hombre adecuado para el puesto alcanzarás al fin tu objetivo. Tras pasar esta fase, como antes, tu éxito dependerá de tu habilidad e industriosidad. Puedes llegar al rango de superintendente, con un salario de cuatrocientas o quinientas libras al año, o puede que… Bueno, que te quedes donde empezaste.

Como detective a tiempo completo tu trabajo será tan animado (muy animado a veces como interesante: entre otras cosas, exigirá mucho a tu vitalidad y tu resistencia. Durante días puede que no tengas nada exigente que hacer salvo fumar tu pipa en paz, pero en otros momentos puede que se te haga salir de tu casa en mitad de la noche y que no vuelvas a verla durante varios días, en los que tendrás suficientes aventuras para satisfacer a cualquier hombre razonable durante todo un año.

Uno de tus deberes será conocer a cada criminal en tu distrito casi tan bien como a tu propio hermano, y mantener siempre un vigilante ojo sobre sus actos. Es cierto que pocas cosas son tan notables como los términos íntimos y familiares en los que los detectives tratan con las clases criminales. Podrías pensar que son los mejores colegas en lugar de un cazador y su presa.

Pero llevaría demasiado tiempo describir en detalle el trabajo de un detective. No hace falta mucho conocimiento ni una imaginación particularmente brillante para imaginarse la mayor parte del mismo ni para entender las cualidades de astucia, coraje, persistencia digna de un sabueso e infinito ingenio que requiere. Si has nacido para el trabajo, lo amarás y antes o después serás bueno en él; pero si no… Bueno, si no, ciertamente nunca tendrás siquiera una oportunidad intentarlo, al menos en Londres.

En cuanto a la paga, no es mala ni mucho menos; infinitamente mejor que en Francia. Un inspector francés de la Sureté comienza ganando sesenta y cuatro libras al año y se considera afortunado si su salario alcanza las ciento veinte. En Londres, un detective comienza mejor de lo que su rival francés acaba, y puede esperar, siendo razonable, alcanzar las cuatrocientas libras al año antes de retirarse a la privada.

Ismael Rodríguez Gómez
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