Reino Unido a través de Emmeline y Beatrix
Un personaje conocido pone a su país de origen en el mapa, nos ayuda a conocer mejor la cultura local y los pensamientos de la época; pero, a veces, es el país el que nos muestra a sus personajes históricos menos famosos fuera de sus fronteras. Rendimos homenaje en este artículo al Reino Unido y a varios de sus personajes históricos femeninos a través del movimiento sufragista y la escritora Beatrix Potter; descubrimos que Reino Unido no es solo cuna de un gran número de bandas mundialmente reconocidas (los Beatles, los Rolling, Queen) y grandes personajes de las ciencias y letras como Darwin, Newton y Shakespeare; no es tampoco únicamente una tierra de lluvias, de Fish and Chips, paisajes de color verde y ovejas pastando. Por sus prados sesgados por muros de piedra que no se caen a pesar de no llevar cemento pasearon muchas más.
Reino Unido lideró un gran Imperio y una Revolución industrial que hizo al mundo convulsionarse y cambiar. Hay historia en sus ciudades todavía adornadas con cabinas telefónicas y buzones rojos, llenas de extranjeros con ansia de aprender inglés o precedentes de las antiguas colonias británicas. Y también hay diferencias, y muchas, con el resto de Europa: enchufes de tres clavijas, circulación vial por la izquierda, grifos instalados a pares para no mezclar el agua caliente y la fría; una religión anglicana y su característica moneda.
Es un país de reyes y de reinas que colocó en el top ten de sus personajes más importantes (elaborado por 100 Greatest Britons, un programa de televisión realizado en 2002 en el que los telespectadores votaron a los personajes británicos más importantes de todos los tiempos), a dos mujeres pertenecientes a la realeza, la reina Isabel I y a Diana, princesa de Gales. Y es que los británicos aman su monarquía. Pero, para explicar la popularidad de la realeza no debemos necesariamente ceñirnos a la razón. Los británicos siempre han preferido las peculiaridades de su historia al racionalismo extranjero. Los romanos les trajeron caminos rectos y el sistema decimal. Cuando se fueron, retomaron sus complicadas medidas y los sinuosos caminos rurales. La monarquía refleja una parte importante del carácter nacional. Pero no nos vamos a centrar en la realeza actual, reiteradamente retratada y documentada, y vamos a dejar que los libros, los historiadores y la serie de La Corona nos deleiten con su análisis del reinado de Isabel II, la monarca más longeva del mundo y la que más años ha ocupado el trono en toda la historia de Reino Unido.
La Revolución industrial
Nosotros nos vamos a la época de la reina Victoria, la tatarabuela de Isabel II. La época victoriana y el siglo XIX fueron un periodo de cambio industrial, cultural, político, científico y militar en el Reino Unido. Se desarrolló la Revolución industrial, un proceso de transformación tecnológica que llevó asociados cambios económicos y sociales. Se creó la máquina de vapor y apareció la industria, que supuso un cambio transcendental para la sociedad: la población rural se mudó a las ciudades que se masificaron y se llenaron de chimeneas y humo. Con la máquina de vapor, se mejoró el transporte terrestre, que hasta entonces había hecho uso de caballos para tirar de carretas; la llegada del ferrocarril hizo posible un desplazamiento más cómodo y rápido. La primera línea regular unió Liverpool y Manchester, permitiendo a esta última (cuna de la Revolución industrial), establecer una conexión con el mar muy importante para sus exportaciones; el barco de vapor mejoró el transporte marítimo de una forma antes impensable. Inglaterra, el motor de cambio tecnológico del mundo se acercó así a otras partes del mundo prosperando comercialmente.
Durante este periodo, además, se vivió un incremento espectacular de la población, debido fundamentalmente a la caída de la tasa de mortalidad provocada por la mejora de las condiciones higiénicas, sanitarias y alimenticias, que se plasmaron en gran medida en la reducción de la mortandad infantil. La población se duplicó en cincuenta años y llegó casi a los diecisiete millones en 1850, duplicándose de nuevo en los siguientes cincuenta años.
Esto, para unas ciudades que aún tenían un trazado medieval, supuso la aparición de problemas como el hacinamiento, la insalubridad y la aparición de las primeras patologías sociales modernas, como el alcoholismo, la prostitución y la delincuencia.
En este marco surgió y se desarrolló el sufragismo en la Inglaterra del siglo XIX. La Revolución industrial trasladó la unidad productiva de la familia a la factoría y la gran empresa. Por tanto, los miembros de la unidad familiar, tanto hombres como mujeres, tuvieron que salir del seno de la misma para desarrollar su actividad productiva. Las mujeres, al estar privadas de derechos, tenían una peor educación y obtenían los trabajos más degradantes y peor pagados. La explotación laboral incluía también a mujeres y a niños.
El sufragismo inglés
El marco económico y social de la Revolución industrial inglesa dejaba a una gran proporción de mujeres abocadas a la supervivencia en trabajos mal pagados, en factorías o como servicio poco cualificado. En este contexto, se desarrolló el sufragismo inglés. Era un momento de efervescencia política en el que actuaban socialistas, sindicalistas y liberales, todos ellos a favor de las mejoras políticas y sociales que entendían necesarias.
Las mujeres, al principio, desarrollaban su actividad en las organizaciones de los partidos y sindicatos, pero no se las hacía totalmente partícipes de su funcionamiento y acabaron por asociarse en organizaciones integradas exclusivamente por mujeres.
El movimiento sufragista, si bien fue protagonizado por las mujeres de la pequeña burguesía, tal y como se puede ver en obras como Mary Poppins (1964), fue aglutinando mujeres de todas las clases sociales: del proletariado, el campesinado, la burguesía e incluso la nobleza, consiguiendo el derecho al voto hace ahora exactamente cien años, en 1918. La película Sufragistas de 2015, protagonizada por Carey Mulligan, da una visión de las primeras participantes en el movimiento británico en favor del sufragio femenino de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Destaca el nombre de la activista inglesa Emmeline Pankhurst (1858-1928), que fue incluido en la lista realizada por la revista estadounidense Time como una de las personas más influyentes del siglo XX. Sobre ella, la publicación afirmaba que «moldeó una idea de mujer para nuestra época; impulsó a la sociedad hacia una nueva estructura de la cual ya no podía haber vuelta atrás». Fue ampliamente criticada por sus tácticas de acción directa, militares, pero su trabajo es reconocido como un elemento crucial para lograr obtener el voto femenino en Gran Bretaña.
Los colores sufragistas aún son utilizados hoy en día para rendir homenaje a estas luchadoras. Emmeline Pankhurst los explicaba así: «El violeta, color de los soberanos, simboliza la sangre real que corre por las venas de cada luchadora por el derecho al voto, simboliza su conciencia de la libertad y la dignidad. El blanco simboliza la honradez en la vida privada y en la vida política. Y el verde simboliza la esperanza en un nuevo comienzo».
Una estatua conmemorativa de Emmeline será instalada en diciembre en uno de los lugares más emblemáticos de Manchester, la Plaza de San Pedro, para conmemorar los cien años que han transcurrido desde que las mujeres consiguieron el voto. Aunque parezca surrealista, especialmente en el caso de una ciudad tan adelantada a su tiempo en su pasado reciente en otros aspectos, será la segunda estatua dedicada a una mujer en Manchester. La primera se inauguró en 1901, en homenaje a la reina Victoria. Pero recordar a Emmeline ha sido una decisión del pueblo, ya que fue la elegida por los ciudadanos entre una lista de veinte mujeres de la región, destacadas en distintos campos. Para señalar el centenario del sufragio femenino, a lo largo del año se han organizado múltiples marchas sufragistas con los participantes cantando al unísono los himnos de la época.
Beatrix Potter y El cuento de Pedro Conejo
Casi contemporánea a Emmeline, Beatrix Potter (1866-1943) fue otra mujer británica bien conocida dentro de sus fronteras y un poquito menos fuera de ellas. Con el mismo apellido que Harry Potter, en este caso fue un personaje real: una escritora, fabulista de literatura infantil y naturalista británica cuyos libros han sido realmente populares entre los niños británicos desde su publicación.
Beatrix Potter nació en el seno de una familia acomodada; educada por niñeras e institutrices, no tuvo mucho contacto con otros niños y se entretenía con sus mascotas y con la naturaleza que observaba y pintaba durante sus vacaciones familiares en el distrito de los Lagos o en Escocia.
Como el resto de mujeres de su época, también fue discriminada al no ser aceptada como estudiante en el Real Jardín Botánico de Kew. Sin embargo, sus estudios y acuarelas de hongos le hicieron ganarse el respeto en el campo de la micología. Aun así, tuvo que luchar para ver publicado su primer libro, El cuento de Pedro Conejo (The Tale of Peter Rabbit), aunque una vez publicado fue muy bien recibido y obtuvo ingresos por su venta y la oportunidad de publicar más obras. La base de todos sus proyectos e historias fueron los pequeños animales y la naturaleza a la que siempre se había sentido tan cercana. En total, Potter escribió veintitrés libros, editados en un pequeño formato de fácil manejo y lectura para los niños. Dejó de escribir alrededor de 1920 debido a su mala visión.
Con las ganancias de sus libros y la herencia familiar, Beatrix compró varias granjas en el noroeste de Inglaterra, en el distrito de los Lagos en el que veraneaba, interesándose en preservar el paisaje característico de la zona, después legado a la Fundación Nacional para los Lugares de Interés Histórico o de Belleza Natural (conocido como National Trust o NT), una organización conservacionista británica fundada con la intención de proteger los monumentos y los lugares de interés colectivo. Fue Creado en 1895 y, después de un siglo de existencia, es la organización más importante de este tipo en toda Europa y el segundo propietario de bienes inmuebles privado del Reino Unido, después de la Corona. A Potter se le atribuye haber preservado la mayor parte de lo que hoy constituye el parque Nacional de los Lagos.
Sus libros se siguen publicando en muchos idiomas, sus historias se cuentan también a través de canciones, obras de ballet o películas como Miss Potter, una coproducción estadounidense y británica de 2006 que narra su historia entremezclándola con la de sus personajes de fábula; también Peter Rabbit (2018), basada en el personaje creado por Beatrix que ha dado a su autora más reconocimiento fuera de su país de origen. Sus ilustraciones cubren hoy en día todo tipo de regalos, desde artículos de papelería hasta ropa, tazas o peluches.
A través de este resumen nos hemos acercado un poco a otro Reino Unido, precisamente en un momento de la historia en el que parece que se aleja de Europa con su previsto abandono de la Unión. Pero vemos que, no solo a través de sus grandes hombres, sino también gracias a sus mujeres, algunas no tan conocidas, los británicos han contribuido al desarrollo global de manera indudable. Y aunque nos hemos dejado mucha historia en el tintero, con Emmeline hemos visto su influencia en la igualdad de género; nos acordaremos de ella la próxima vez que vayamos a votar. Con Beatrix, la narrativa, la ilustración y la conservación del paisaje; la tendremos presente cuando paseemos por el Parque Nacional de los Lagos, en Inglaterra, cuando leamos sus libros o veamos sus populares dibujos decorando objetos cotidianos que nos rodean todos los días.
Fotografías: Rita Galán
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