Guantánamo: celdas para la Cruzada – 3 de mayo
La prisión de Guantánamo continúa abierta, veintiún años y cuatro presidentes después. Un equipo de Televisión Española ha visitado la base estadounidense en territorio cubano. La periodista Cristina Olea ha comprobado que las celdas al raso han sido desalojadas. Ningún periodista puede entrar en la cárcel que Estados Unidos abrió para los presos de sus guerras infinitas contra el yihadismo. Hoy queda una treintena: los tribunales prohíben llevárselos a Estados Unidos y Washington apenas consigue endosárselos a otros países. Guantánamo sigue siendo un limbo sin ilusión.
Casi ochocientas personas han pasado por las celdas de Guantánamo, en su mayoría inocentes vendidos por sus enemigos a cambio de un puñado de dólares, le cuentan a Olea. En enero de 2002, Estados Unidos comenzó a enviar allí a prisioneros que hacía en Afganistán, o que le enviaban sus aliados. Algunos pasaron por España. Las torturas legalizadas por los abogados de Bush se practicaron sistemáticamente. Apenas dieron información. En Guantánamo les ponían un mono naranja, les tapaban los ojos con vendas y los oídos con auriculares. Luego por los altavoces retumbaba el rock. La misma canción durante veinticuatro horas: la música era una doncella de hierro.
Born in the USA era una de las canciones con las que torturaban a los presos en Guantánamo: cegados y condenados al eterno castigo de un silencio que lo era todo hasta que llegaba el trueno, sin permiso del rockero. «Me enviaron a una tierra extranjera a matar al hombre amarillo: nacido en Estados Unidos», cantaba Springsteen estos días en Barcelona, con Spielberg y Obama entre el público. El expresidente ya era el rostro de la melancolía cuando ejercía: fue Obama quien prohibió las torturas en Guantánamo, pero no consiguió cerrar la prisión. Hasta el presidente de EEUU tiene que someterse a las leyes salvajes.
«Antes de morirme quiero, echar mis versos del alma», escribió José Martí, luego adaptó Orbón y finalmente melodió Joseíto Fernández. La Guantanamera es un himno no oficial de Cuba que hizo internacional el folklorista estadounidense Pete Seeger, cuyo pacifismo le valió la persecución en su país y hasta una condena de cárcel. Las cazas de brujas levantan el vuelo con la guerra, y empujan a trincheras y celdas a quienes abogan por una paz entendida como traición por los patriotas de la pólvora. Mantienen abiertas las jaulas de Guantánamo para la próxima Cruzada.
Extramuros es una columna informativa de Efecto Doppler, en Radio 3.
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