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Cinefórum CCCLXIV: «Bug»

Decíamos la semana pasada, al hablar de El maestro jardinero, que Paul Schrader había reverdecido sus laureles. Y quizá fuimos demasiado positivos, porque la verdad es que el director estadounidense había llegado hasta el infierno del cine con obras tan inclasificables, por lo malo, como The Canyons. Algo parecido le pasó a nuestro cineasta de esta semana, un William Friedkin que había perdido el toque en algún momento de la llegada de los noventa y parecía sestear, hasta que decidió volver a ponerse en forma con Bug (2006), nuestra invitada de hoy.

El Friedkin tardío destacó por construir unas películas, tanto esta como la posterior Killer Joe, que se erigían en ejemplos de un cine muy teatral en sus escenarios y personajes, pero con un trabajo de la atmósfera y la fotografía depurado e impecable, un transmisor perfecto del fondo de las obras que hace que cada fotograma sea sucio, pegajoso y hasta malsano.

En Bug estamos ante una historia que tiene lugar en la que seguramente sea la Oklahoma rural más enfermiza que haya dado el cine. Allí, una camarera divorciada que perdió a su hijo hace años se encontrará con un viajero sin pasado que parece huir de algo. Sobre ese punto de partida y una pequeña casa, apenas una habitación y un baño, Friedkin nos propone un viaje a la locura, un estudio de la pérdida y de cómo podemos encontrar enfermizamente una nueva razón para vivir en los delirios de otra persona. Parece una obra casi precognitiva en su manera de afrontar todo tipo de conspiranoias, partiendo de la relación de maligna simbiosis que se crea entre los dos personajes. Ese mundo cerrado, lleno de violencia latente y una total falta de referencias externas, se convierte en todo el universo de dos personajes que no pueden existir ante lo que su mente es capaz de inventar y construir, en unos saltos lógicos que ahora vemos cada día en redes sociales.

Cinefórum CCCLXIV: «Bug»
Lionsgate

La película adapta una obra de teatro firmada por Tracy Letts en 1996. En su estreno en Londres ya estaba el protagonista masculino, un enorme Michael Shannon que se ve perfectamente acompañado en la pantalla por una Ashley Judd cuya carrera seguramente merezca una buena revisión teniendo en cuenta su desaparición de la primera plana en la segunda década de este siglo. Los dos son la película, junto a la cámara de Friedkin, dejando el resto de personajes, muy bien resueltos de todos modos, en un segundo plano.

Bug fue un título que pasó bastante desapercibido. Parecía una película de terror, pero escondía un thriller conspiranoico. Estaba realizada por un gran director, pero lo hacía tras una sequía creativa importante. Debería haber sido apenas un trabajo alimenticio, pero en su lugar nos devolvió a William Friedkin y permitió que nos regalase, al menos, dos obras más: la también impactante y ya mencionada Killer Joe y El juicio del motín del Caine, cuyo estreno no llegó a ver el año pasado por menos de un mes.

Ismael Rodríguez Gómez
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