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«Babel», de R. F. Kuang. El orientalismo, la revolución y la literatura fantástica

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De entre las nuevas voces de la literatura fantástica, pocas han llegado tan alto y de manera tan fulgurante como Rebecca F. Kuang. Nacida en 1996, esta estadounidense de origen chino consiguió publicar su primera novela en 2018 y para 2023 se había convertido ya en una de las grandes damas de la literatura de género tras el éxito de la novela que hoy nos ocupa: Babel, una historia arcana, aunque en realidad su nombre completo debería venir a ser Babel: O la necesidad de la violencia: Una historia arcana de la revolución de los traductores de Oxford.

Porque hablamos de una novela de revoluciones y de la lucha contra el imperio; en este caso el británico. Babel se construye desde la lucha contra el colonialismo y el orientalismo, contra la visión del mundo como un todo que debe ser ordenado y controlado por unos pocos, siempre occidentales, que se consideran los únicos capaces de lograr que el mundo progrese.

No es extraño, pues, que nuestro protagonista sea un joven cantonés arrebatado de su tierra natal por un excéntrico y severo caballero inglés que quiere aprovecharse de sus dotes lingüísticas y de su nivel nativo con el chino. Esto último es clave, puesto que en el mundo de la novela la magia se hace con la traducción: inscribiendo pares de palabras traducidas en plata que tengan una relación etimológica o de significad se puede conseguir lo imposible. El Reino Unido del siglo XIX basa su poder en dicha magia, acumula la plata de todo el mundo, pero, también, y sobre todo, atesora el conocimiento de las diversas lenguas y los estudios producidos. Es decir, los británicos no se contenta con saquear las riquezas materiales del resto de países, sino que han llegado a saquear sus propias lenguas. Sobre ese fondo podremos conocer a Robin Swift y a sus compañeros de curso en Oxford, un grupo de inadaptados que configuran una historia emparentada con lo que se ha dado en llamar la Dark Academia, mientras no se pierde en ningún momento el gran conflicto del mundo, logrando que ambas tramas se den la mano en todo momento.

Babel ha ganado el premio Locus y el Nebula, y no ha ganado el Hugo porque, misteriosamente, se decidió que no era elegible para el galardón. Que se entregara en China por primera vez es algo que, seguramente, no tuvo nada que ver… No obstante, su puesto en la historia contemporánea de la literatura de género está ya garantizado. Ahora lo que importa es si será capaz de inspirar a otros autores para que obras tan críticas con el statu quo cultural puedan seguir situándose en el centro del discurso literario. El tiempo será el juez, pero de momento la tenemos como espejo en el que deben mirarse todas las novelas posteriores; un modelo de excelencia.

Ismael Rodríguez Gómez
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