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Messi vs. Ronaldo: duelo de estilos documentales

El mundo del fútbol se mueve desde hace unos años en una dualidad absoluta. El discurso imperante entre los aficionados al deporte parece más propio de retrógrados visionarios religiosos. Messi vs. Ronaldo, el argentino contra el portugués, la supuesta modestia contra la repetida chulería, la magia contra la efectividad… Podemos llamarlo como queramos, podemos tener nuestros favoritos, podemos tratar de ignorarlo, incluso. Pero, al final, estaremos atrapados en un enfrentamiento verbal y conceptual que se antoja sin parangón en la historia del deporte rey. Esta misma lucha, curiosamente, se llevó a las pantallas de la mano de dos documentales estrenados con apenas unos meses de diferencia. Messi: la película y Ronaldo son una muestra más de ese choque de trenes en el que se ha situado la actualidad futbolística. Una especie de lucha por el trono mundial que lleva a que se les dediquen documentales cuando su carrera aún aparenta estar en su plenitud. No hacen falta más pruebas para ver que ambos son ya leyendas vivientes.

Messi: la película, una versión actualizada de las vidas de los santos

La película (llamarla documental casi parece excesivo) dedicada por Álex de la Iglesia a la figura de Messi fue la primera en llegar a las pantallas, aunque lo hiciera de manera tímida, prácticamente de tapadillo. Lo que durante sus primeros pasos parecía un gran proyecto se fue convirtiendo en algo que casi había que esconder.

El motivo está claro. Y es que Messi: la película es una obra hagiográfica de primer nivel, que resultaría igualmente ridícula sin importar la figura que tratase. Esta sensación aumenta aún más, de todos modos, si tenemos en cuenta que estamos hablando de un jugador de fútbol que todavía está en activo. Parece que la conclusión que tenemos que sacar de la cinta viene a ser que todo en la figura de Messi es perfecto y digno de adoración.

Messi - Títulos

A lo largo de los noventa y dos minutos de la película, sabremos que no estudiaba, pero que eso es perdonable porque si se ponía era capaz de sacar cualquier asignatura. También que su mayor defecto es que no le gusta perder, bendito defecto. Que era travieso, pero sin maldad. Que sus amigos de la infancia todavía le adoran… Todo llega al paroxismo con un montaje en torno a un penalti frente a Casillas, que marca. Es entonces cuando se alcanza un aspecto casi cristológico, con su abuela sirviendo como oráculo, anunciando que sería el mejor jugador del mundo cuando Messi todavía contaba con cinco años. La visión dada en todo momento es la de que estamos ante un elegido, un ser sobrehumano en virtud de su capacidad para jugar al fútbol.

Tal vez por eso el único momento interesante en toda la película, dejando de lado algunos cortos insertos de material de archivo de un Messi en su infancia, termina siendo aquel en el que Menotti decide sacar de la discusión a Pelé. Es esa la única ocasión en toda la cinta en la que uno de los presentes no declara de manera indiscutible que estamos ante el mejor jugador de la historia. Dejando de lado la opinión de cada espectador —no vamos a entrar aquí en dicha cuestión—, debemos reconocer a Menotti su valentía considerando el resto del metraje. También Sabella, que como seleccionador argentino contó con Messi en su equipo, se muestra reacio a entrar en cualquier tipo de comparaciones. Seguramente no sea casualidad que ambos sean las dos figuras que se mantienen fuera del ridículo festival celebratorio. Cruyff nunca sabremos dónde se sitúa: sus intervenciones son pocas y su relación con el Barcelona seguramente le haga ser más cuidadoso que los otros dos entrenadores mencionados.

La cinta se construye en torno a una supuesta sobremesa en la que diferentes contertulios pretenden plasmar sus opiniones sobre Messi. La realidad es  que uno podría apostar a que dichas conversaciones están claramente guionizadas. Todo está medido y construido en torno a un guión de Valdano que resulta tan impostado como las habituales intervenciones públicas del exjugador y entrenador argentino.

La adoración incondicional a la figura del protagonista llega al límite en el único momento en el que se apenas se rozan los problemas fiscales de Messi. Dicho suceso, sin ninguna duda el revés más importante que ha sufrido su imagen pública, es ignorado en el metraje. Y justo antes de que se deje caer una frase al respecto, que por cierto parece señalarlo como un asunto ya cerrado cuando todo aparenta que no será así en absoluto, nos regalan a una antigua profesora del colegio diciéndonos que Messi es un alma pura y nunca habrá nada negro en él. Es posible que ese sea el resumen perfecto de esta obra que trata de santificar y elevar a los cielos en vida a un futbolista, un ser humano, en el fondo, que parece haber vivido entre las luces toda su vida, sin ninguna sombra que dé sentido a su figura.

Messi: la película es un mal documental y una mala obra cinematográfica que no sabe entrar en la figura del personaje. Se dice que Álex de la Iglesia reconoció que no le interesaban el tema ni el personaje cuando se puso al mando del proyecto, lo que explicaría muchas cosas. El resultado es la construcción de una figura que resulta tan irreal en su luminosidad que no podemos empatizar con ella en ningún momento. Si este Messi es el verdadero, mejor no conocerlo y quedarnos con algunas recopilaciones de jugadas magistrales. Esconderán la misma verdad y no tratarán de convertir a un hombre en un mito de la manera más transparente y tramposa que uno pueda imaginar.

Ronaldo, una mirada a la trastienda de una estrella mundial

La cinta documental dedicada a Cristiano Ronaldo nos llegó de una manera radicalmente diferente a aquella a la que da título su mayor rival futbolístico. Un gran estreno, el anuncio a los cuatro vientos de que estaba producida por los mismos artífices de la magistral Senna, todo tipo de ruido mediático… Un nuevo contraste entre un Messi más introvertido frente al excesivo astro portugués que, en esta ocasión, está justificado por el resultado de ambas películas.

Anthony Wonke, a diferencia de Álex de la Iglesia, es un documentalista de pura raza al que se le ha dado un acceso prácticamente absoluto al objetivo de su cámara. Así, desde su punto de vista, la vida de Ronaldo tiene lugar mayormente fuera del campo, lejos de los estadios y cerca de su familia. No estamos ante un documental futbolístico, sino ante el estudio de un personaje que es construido con todo tipo de luces y sombras. Seguramente Wonke se enfrentaría de una manera semejante a cualquier personaje, independientemente de su profesión.

Ronaldo se nos presenta como un padre entregado y un hijo obsesionado con el bienestar de su familia, pero también como una persona dotada de una clara tendencia narcisista y que necesita rodearse en todo momento de aquellos que le apoyen de manera incondicional. No es un ejemplo, ni siquiera un ídolo, al que le descubramos sus pies de barro; es una persona normal que se ha encontrado en una situación excepcional.

La narrativa, construida en torno a la persecución de un nuevo Balón de Oro por parte de Ronaldo, es la de las obsesiones. La que tiene Ronaldo con su hijo, con su familia, con ser considerado el mejor del mundo. No parece haber lugares para las medias tintas en la vida del futbolista de Madeira, condenado por sí mismo a ser el mejor en todo lo que emprende, o al menos intentarlo. Su fragilidad vital, el miedo a no conseguirlo, es lo que le relaciona con nosotros, que podemos apreciar sus virtudes al tiempo que nos reafirmamos en algunos de sus defectos. Ronaldo es solitario, se apoya en unos pocos y parece incapaz de estar contento en ningún momento salvo cuando está con su hijo. Es una figura difícil de admirar, pero con la que es fácil identificarse en algún momento.

Fruto de la libertad ofrecida a Wonke es el retrato familiar que se nos ofrece. Lejos de la abnegación absoluta y la visión edulcorada que mostraba el documental de Messi, la familia de Ronaldo nos resulta tan cercana como fallida. Los problemas de su padre con el alcohol, los de su hermano con diversas sustancias, el hecho de que fuese un hijo no deseado… la familia de Ronaldo es la de un habitante más de Madeira, la de un chico de barrio que ha llegado a encontrarse en una posición inesperada, casi increíble teniendo en cuenta sus orígenes humildes. Y uno que, sin embargo, nunca se trata de convertir en un ejemplo ni una figura a seguir. Ronaldo quiere triunfar y ser reconocido, eso está claro, pero no tiene madera de ídolo. No podría hacerse una narrativa de su carrera que ignorase sus sombras, sus obsesiones. Es un hombre inseparable de esas ansias de triunfo y reconocimiento.

Cuando termina la narración, con un triunfo que parece sabernos a poco, creemos conocer mejor al personaje pero, sobre todo, hemos reflexionado sobre la fama y los nuevos héroes que creamos. Ronaldo es un buen documental al que le falta una mirada más amplía para trascender, pero que consigue hablarnos y decirnos cosas nuevas con un lenguaje eminentemente visual y nada discursivo. Un éxito menor, lastrado por el hecho de que la figura de Cristiano sigue vigente a día de hoy y, por tanto, nadie sabe dónde acabará. Le daña esa falta de un cierre real que permita al realizador mostrarnos sus reflexiones personales de manera que podamos contrastarlas con las nuestras.

Un duelo desigual

Ambos documentales son muy diferentes en su concepción, más aún de lo que sus protagonistas nos puedan parecer. Así, mientras Messi: la película parte de una visión externa del personaje construida por el discurso de otros y en ella todas las reflexiones nos son dadas de manera textual, Ronaldo es un ejemplo de discurso abierto. Wonke observa y registra, nos presenta y nos deja pensar; Álex de la Iglesia, en cambio, nos da las conclusiones de su propio discurso.

Se nota también el origen de los autores. Wonke se aleja de un mundo futbolístico que parece obsesionar al tándem Valdano-Álex de la Iglesia. Ronaldo busca retratar a una persona; Messi: la película nunca deja de hablarnos de un futbolista. Da igual la falta de material novedoso o que no existan análisis reales sobre la capacidad futbolística de Messi. Al final, uno nunca puede olvidar que estamos hablando de fútbol, de una actividad concebida como alfa y omega de la narración y ante la que el resto no merece ninguna importancia. Por eso parece que se busca que le perdonemos el hacer la vista gorda acerca de todos los aspectos personales de Messi que puedan resultar más peliagudos, porque parece que el discurso es que nada importa mientras juegue muy bien al fútbol, ni siquiera el que pueda haber robado unos cuantos millones de euros al fisco.

Es paradigmático que contemos con más metraje nuevo de Messi en la película de Ronaldo que en aquella a la que él da nombre. Es en Ronaldo el único momento en el que ambos coinciden, en un encuentro en la previa al Balón de Oro que nos los muestra de una manera distendida y muy alejada del supuesto enfrentamiento planteado por parte del entorno mediático. Es también Ronaldo el único que habla de Messi, situándolo como uno de los factores que le hacen esforzarse y ser mejor, al tiempo que dice que cree que él también ayuda al argentino a seguir mejorando.

Puede que eso mismo suceda en el mundo audiovisual y que alguien recoja el guante lanzado por Ronaldo y se decida a hacer el documental que Messi, sin duda alguna, merece. Será complicado, puesto que las circunstancias personales y legales del argentino es más que probable que eviten un acceso a su vida privada comparable al permitido por Ronaldo. Sin embargo, uno se siente libre de fantasear con el posible resultado de una lucha por la supremacía documental equivalente a la carrera que ambos futbolistas parecen mantener para acercarse al trono de mejor jugador de la historia.

Ismael Rodríguez Gómez
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