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Cinefórum CCCLXXIX: «Corazón verde»

La semana pasada pudimos ver Las amigas, una cinta con la que Claudia Well se pasaba al cine narrativo, un camino que siempre fue muy complicado para las directoras. En nuestro cinefórum ya hemos podido disfrutar de obras como El autoestopista, dirigida por Ida Lupino, pero en las grandes productoras estadounidenses no se dio el caso de que una mujer fuese guionista, directora e intérprete principal hasta 1971, año en el que Elaine May lo logró con Corazón verde, cinta que curiosamente consiguió pasar a formar parte de las obras custodiadas en el National Film Registry de los Estados Unidos en 2019, el mismo año que la anterior invitada.

La carrera de Elaine May en la dirección comenzó de manera, cuanto menos, curiosa. Consiguió encargarse de toda la producción de Corazón verde (titulada A New Leaf en inglés) un poco de casualidad: primero hizo el guion, pretendiendo venderlo y separarse de todo proceso posterior; luego le ofrecieron la dirección, aprovechando que como sería su primera incursión tras la cámara la cantidad a pagarle sería muy baja para la época; y finalmente, cuando pretendió elegir a la actriz protagonista le dijeron que, por el mismo dinero, además de dirigir podía actuar. Así fue como se encontró al mando de una película que terminó costando más del doble de su presupuesto original, dilatando su rodaje durante cuarenta días por encima de lo esperado y pasándose diez meses en la mesa de montaje. De hecho, Elaine May tenía en su contrato el derecho a realizar el montaje final, pero la productora acabó robándole el material y montándolo, harta de esperar a que terminase su trabajo. A esto le siguió una denuncia por parte de la propia cineasta y el intento de que su nombre desapareciese de los créditos.

Y a pesar de lo anterior, la película acabó siendo un éxito rotundo en el plano artístico. Se dice que el primer montaje de May duraba 180 minutos, incluía un par de asesinatos y era más oscuro. En su lugar tenemos una cinta de 102 minutos en la que se llega a notar cierta aceleración en la segunda parte, pero que nunca aburre y que se sostiene sobre un Walter Matthau sobresaliente como ricachón arruinado que solamente quiere casarse para volver a ser millonario y, una vez solucionado ese pequeño problema, tal vez librarse de su esposa.

Aries Productions, Elkins Entertainment, Elkins Productions International Corporation.

Esa segunda trama parece, vista la película, casi un elemento extraño, un detalle que se quedó de un guion que seguramente lo explotaba y expandía en los casi ochenta minutos que se quedaron en la sala de montaje. Pero da igual, porque Matthau y May funcionan perfectamente cuando coinciden en pantalla, por mucho que May trate, como su personaje, de desaparecer todo el tiempo. Además, se ven acompañados por un montón de secundarios excepcionales, a destacar el mayordomo interpretado por George Rose o el abogado del personaje de Matthau, un genial William Redfield que nos regala una de las escenas más divertidas de toda la cinta.

Corazón verde se ha ido convirtiendo, poco a poco, en una obra a reivindicar. Una comedia inteligente que juega con un personaje odioso y su posible rehabilitación, pero que no deja de ser una sombra de lo que pudo ser la gran película de Elaine May. Habida cuenta de que su directora siempre tuvo problemas en sus rodajes y terminó siendo la responsable de Ishtar, uno de los mayores desastres económicos de Hollywood en los años ochenta, no es de extrañar que siga siendo una cinta infravalorada a la que merece la pena acercarse con la risa preparada.

Ismael Rodríguez Gómez

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