Cinefórum CCXXXIX: «Andhadhun»
Encadenamos una película sobre segundas oportunidades y en la que un accidente de tráfico sirve como detonante de la trama con otra que no puede ser más diferente, pese a compartir esos dos elementos. Andhadhun es una película en hindi (aunque sigue resultando curioso ver el uso natural de expresiones en inglés mezcladas con dicho idioma), dirigida por Sriram Raghavan y escrita por Sriram Raghavan, Hemanth M Rao, Pooja Ladha Surti, Arijit Biswas y Yogesh Chandekar. Está inspirada, en otro ejemplo de la condición internacional del cine y el lenguaje cinematográfico, pese a los dialectos locales, en un corto francés de 2011 titulado L’Accordeur (El afinador de pianos, Olivier Treiner). Aunque, en realidad, del corto francés solo queda una semilla, un elemento originador que el equipo de escritores desarrolla, en este caso muy lejos de su concepción. El título hindi puede traducirse como «melodía ciega» y la ceguera del protagonista, un pianista, es uno de los elementos principales del guion.
Sriram Raghavan es un director y guionista veterano, pero cuya producción, en ambos papeles, se ha concentrado en la televisión, lo que lo hace aún más invisible de lo habitual para las audiencias fuera de la India. Allí ha especializado su carrera cinematográfica en el thriller y el cine de género criminal con películas como Ek Hasina Thi (2004) o Badlapur (2015).
El necesario resumen del argumento, que ocupa el siguiente párrafo, no puede evitar desvelar alguna de las sorpresas del guion y recomiendo que el que quiera enfrentarse con mirada virgen a la película se lo salte; pero resulta imposible sintetizarlo sin señalar algunas de ellas. Con esta película, hay que estar preparado para cualquier cosa.
Akash (Ayushmann Khurrana) es un pianista que está preparándose para ir a estudiar a Londres, viviendo en una vivienda protegida y ensayando incansablemente. Un día es atropellado accidentalmente por una joven, Sofie (Radhika Apte), que precisamente está buscando un pianista para actuar en el restaurante de su padre. La situación se resuelve con visos de comedia romántica y el enredo se complica cuando descubrimos la primera gran sorpresa de la película: Akash no es verdaderamente ciego. Para mejorar en su arte ha decidido utilizar unas lentillas especiales que le vuelven efectivamente ciego, pero deja de utilizarlas para poder ver a Sofie y lo que parece abrirse entonces es un argumento de enredos, complicados por la presencia de un niño entrometido, vecino de Akash. Nada más lejos de la intención de la película que ser tan previsible. Mientras trabaja en el restaurante, Akash traba amistad con una estrella de cine retirada, el antiguo galán Pramod Sinha (Anil Dhawan) que le contrata para ir a su casa y dar un pequeño recital a su mujer Simi (Tabu) el día de su aniversario. Pero al llegar allí, Akash, que debe seguir fingiéndose ciego, descubre el cadáver de Pramod en un charco de sangre. A partir de ahí, la trama romántica y el tono amable de la comedia desaparecen y, aunque sigue habiendo humor, este se vuelve mucho más crudo y el argumento se convierte en el de un thriller criminal.
La mezcla de elementos y géneros es la característica más distintiva de la película, que vira de la comedia romántica al thriller y que parece olvidarse a sí misma en varios momentos, con personajes que desaparecen durante buena parte del metraje, dejándonos con una sensación extraña. Los giros inesperados, de los que solo he nombrado unos cuantos en el párrafo anterior, son la marca de fábrica de la cinta y a veces las escenas se resuelven de formas forzadas y poco creíbles. El uso de la música (aunque no hay escenas de baile sí hay números musicales relativamente largos de Akash tocando en distintas circunstancias) también resultan por momentos demasiado largos.
Las actuaciones son destacables, especialmente la de la villana de la función, pese a las reacciones un poco increíbles a las que le fuerza el guion en algunos momentos. Todos los actores actúan con tal energía y convicción que incluso los momentos más implausibles resultan, al menos, interesantes de ver. Lo peor es la desaparición de algunos de estos personajes y tramas en determinado punto de la película, lo que vuelve la estructura de la película algo extraña, casi como si fueran dos películas que chocan y se entrecruzan en determinado momento.
La tradición del protagonista ciego (o temporalmente cegado), es un clásico del suspense, quizás por que permite llevar al extremo la idea de Hitchcock de que el suspense se basa en que los espectadores sepamos algo que los personajes no, pudiendo, por ejemplo, mostrar en el mismo plano al protagonista y algunas amenazas que este no puede detectar. En muchos casos, además, la persona ciega es una mujer, presentada como más indefensa ante esos peligros invisibles. Aquí podemos mencionar los ejemplos de Audrey Hepburn en Sola en la oscuridad (Wait until Dark, 1967, Terence Young), Mia Farrow en Terror ciego (See no evil, 1971, Richard Fleischer) o Madeleine Stowe en Sola en la Penumbra (Blink, 1993, Michael Apted). En Andhadhun, estos momentos de suspense son utilizados con inteligencia, manejando la cámara para controlar lo que vemos y cuando lo vemos para aumentar el impacto.
La película se cierra, por cierto, con un homenaje en los créditos a la música de piano del cine indio y el papel interpretado por Anil Dhawan también sirve para ofrecer sus propios homenajes al pasado de dicha cinematografía, aunque para los que no hemos seguido ese cine estos homenajes significan bien poco. Pero también hay una dosis de referencias al cine occidental, no solo la ya mencionada inspiración en un corto francés: por ejemplo, los guionistas han referido en algunas entrevistas la influencia en la película de Fargo (1996, Joel y Ethan Coen) y nos sorprende la aparición de cierta máscara de una franquicia americana de terror.
En general, una película divertida y curiosa, no exenta de defectos estructurales, pero que sabe utilizar la mezcla de géneros para mantener siempre el factor sorpresa. Quizás lo peor sea un final demasiado efectista y la pretensión de dejar incógnitas abiertas de forma un poco tramposa.
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