Volvemos a sacar a la palestra cinéfila el tema del periodismo, pero esta vez para reconciliarnos con el cuarto poder; y es que Todos los hombres del presidente, quizás la mejor obra del director Alan J. Pakula, es un homenaje a la integridad, tenacidad y valentía de los periodistas de investigación.
La película está basada en el libro escrito por los periodistas del Washington Post que destaparon el escándalo Watergate, Bob Woodward y Carl Bernstein, y narra los primeros siete meses de la investigación: desde julio de 1972, cuando son detenidos cinco hombres por allanamiento en el edificio Watergate; hasta enero de 1973, cuando Richard Nixon toma posesión del cargo tras ser reelegido presidente de los Estados Unidos.
De hecho, el abrupto final de la cinta resulta de lo más desconcertante, llegando justo cuando el espectador más ansía conocerlos pormenores de la investigación, una vez superados los momentos más difíciles. Es al mirar el reloj y percatarse de que han transcurrido dos horas y diez minutos, cuando uno comprende que, para llegar al final del caso, el metraje de la película habría sido excesivo. Al mismo tiempo, puede que el talento del director para que estas dos horas vuelen sin que nos demos cuenta sea la mayor virtud de su película.
A pesar de ello, en ocasiones resulta complicado orientarse entre la cantidad de nombres y cargos que aparecen a lo largo de la investigación de los protagonistas, cuyos razonamientos son en ocasiones difíciles de seguir. Comprender las ramificaciones del Watergate es difícil para cualquiera que no sea un experto en la política americana de la época. Muchos espectadores tendrán que contentarse con las líneas maestras y los grandes nombres de la trama, estos sí, claramente reconocibles.
Recordemos que el escándalo Watergate provocó, por primera vez en la historia, la dimisión del presidente de los EE.UU., a pesar de que Richard Nixon había sido reelegido tras su aplastante victoria frente al demócrata George McGovern. A partir de la detención de cinco personas por el allanamiento de unas oficinas del partido demócrata en el edificio Watergate, el periodista Bob Woodward (interpretado magistralmente por Robert Redford), sospecha al ver que abogados de gran renombre están representando a los acusados. A partir de ahí y ante las exigencias del redactor jefe, se une a Carl Bernstein (Dustin Hoffman en la ficción) para desmadejar el embrollo, como si de la trama Gürtel se tratase, sin saber a dónde les puede llevar. Un último personaje importante se mantiene en la sombra durante todo el film ya que su identidad no fue revelada hasta 2005, año en que el agente del FBI William Mark Felt confesó ser Garganta Profunda y propietario del alias del informante de Woodward durante la investigación. Suyo es el famoso eslogan de «sigue el rastro del dinero», aunque más tarde el propio Felt confesó que nunca había dicho tal cosa. Fue, por tanto, una brillante licencia de guion.
Todos los hombres del presidente mantiene en todo momento un tono documental en el que la historia fluye por sí sola, con un Robert Redford y un Dustin Hoffman que llevan el peso de la película, apoyados por unos fantásticos secundarios. Todas las interpretaciones son creíbles, pero la del tándem protagonista, además, rebosa química.
En el año de su estreno, 1976, la película de Paluka fue galardonada con numerosos premios, entre los que destacan cuatro premios Oscar. Justo premio para una obra sobresaliente que debería ser obligatoria, no solo en las facultades de periodismo, sino para todo aquel que quiera recordar en qué se fundamenta el cuarto poder.