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Cinefórum XLV: La evasión

En nuestro cinefórum pasamos de un correccional de menores británico a una prisión francesa, de una huida mental a otra física. La evasión (1960), última película del director Jacques Becker, quien no llegó a presenciar ni siquiera el control de mezcla, es una obra maestra del cine europeo, una referencia indispensable del subgénero cinematográfico carcelario.

La cinta, en el original Le trou, es decir, «el agujero» (aquel en el que malviven los protagonistas y el lugar por donde quieren escapar de él), narra una fuga real de la cárcel parisina de La Santé en 1947. El acontecimiento fue novelizado por uno de los prisioneros, Jose Giovanni, quien junto al cineasta y a Jean Aurel daría forma también al guion de la película, la cual contaría además con actores no profesionales en ese momento (uno de ellos, Jean Keraudy, estuvo implicado en los sucesos y se interpretaría a sí mismo).

Por tanto, ya desde sus cimientos La evasión exhuma una verosimilitud que se convertirá en su principal característica. Así, tanto la historia como la mirada de Becker y su control del tiempo cinematográfico ahondan en un tono casi documental, haciendo de la minuciosidad (se reduce la elipsis narrativa a la mínima expresión) el admirable motor de la trama. Nunca el cine ha contado con tanto interés cómo un funcionario de prisiones revisa el paquete que es recibido por un preso, o la ardua tarea de escavar un agujero en la pared. El film está repleto de este tipo de escenas, que lejos de aburrir al espectador le hipnotizan haciéndole partícipe pasivo de los hechos: no importa qué oscuras fechorías han llevado a ese grupo de individuos a la cárcel, lo único que deseamos es que consigan superar las diferentes tareas que su escapada requiere (desde cortar un barrote hasta construir una especie de espejo retrovisor con el fragmento de un cristal roto y un cepillo de dientes). Esa suerte de síndrome de Estocolmo se debe a la fascinación visual que nos provoca lo que vemos, pero también a la otra gran virtud de la película: la identificación del grupo con los valores universales de la amistad, la solidaridad y la supervivencia.

Porque la cinta comienza cuando un preso, Gaspard (Marc Michel), es asignado a la celda que comparten Manu (Philippe Leroy), Roland (Jean Keraudy), Geo (Michael Constantin) y Vosselin (Raymond Meunier), compañeros que están a punto de poner en marcha un ingenioso plan de escape sostenido en su camaradería y complicidad. Desde la aparición del extraño, una doble tensión se apoderará del grupo: la que implica su aceptación y lealtad, y la que conlleva el riesgo de ser descubiertos. El sorpresivo desenlace supone una trágica oda a la dignidad moral de las clases populares frente al egoísmo pragmático burgués.

La evasión vio la luz paradójicamente en plena explosión de la Nouvelle vague, lo que la ha convertido en uno de las últimas grandes obras del clasicismo francés. Sin embargo, sus apabullantes virtudes y sus inagotables lecturas la han hecho transcender etiquetas hasta elevarla a lo más alto de la historia del cine.

Marcos García Guerrero
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