La música está llena de géneros que no son tales. Uno de los casos más evidentes es el conocido como americana: grupos y canciones cuyo único nexo de unión es su origen estadounidense y una cierta sensibilidad unida al folklore de un pueblo que no duda que las guitarras eléctricas puedan estar ahí. En principio, la cosa suena bien, pero luego te encuentras con que desde el country más rancio hasta Lynyrd Skynyrd pueden estar en el mismo saco, mano a mano, y entonces la etiqueta deja de funcionar. Pronto dejas de utilizarla, te inventas lo del rock sureño y tiras para adelante. ¿Todo solucionado? No, porque te dejas atrás a los revolucionarios que hicieron que el country dejara de serlo.
El inicio del alt-country seguramente se encuentre en la figura de Gram Parsons, primero inspirando Sweetheart of the Rodeo con los Byrds y luego en solitario con The Flying Burrito Brothers. Parsons nos dejó en 1973; tenía veintiséis años y apenas empezaba a explotar la veta que había encontrado en la música country. Su camino sería explorado por otros, dando lugar a lo que se llamó el cowpunk, con Jason & The Scorchers a la cabeza. Pero tendrían que llegar unos jovencitos de Belleville, en el estado de Illinois, para inventarse un género nuevo y revitalizar un sonido americano que necesitaba un empujón.
Uncle Tupelo consiguió su nombre uniendo dos palabras al azar. ¿Existe mejor manera de anunciar lo que harían con su música? Siempre estaban uniendo lo diferente. El rock con el country, lo alternativo con el punk, la narrativa con lo abstracto, a Jay Farrar con Jeff Tweedy. Porque esos eran los motores de Uncle Tupelo: la confrontación y la búsqueda de un inexistente punto de equilibrio. Su primer disco era el más rock de todos y dio nombre al fanzine que puso de moda el género: No Depresion es una obra maestra sin fisuras desde la que el grupo solamente podía crecer. Y lo hicieron.
Su segundo disco, Still Feel Gone, crecía dando más espacio a Jeff Tweedy en la guerra interna creativa del grupo. De su mano, Uncle Tupelo se acercaba a piezas más elaboradas, más complejas y con una sensibilidad quizá más cercana al mejor pop. Esto se terminó viendo, sobre todo, en esa melancólica genialidad que cerraba la primera edición del disco: If That’s Alright.
Posiblemente, ahí estuviese la primera canción de Wilco; la primera muestra desatada de lo que realmente quería hacer un Tweedy que por entonces contaba solamente con veinticuatro años, pero que ya sabía canalizar el sentimiento de pérdida como pocos. Instrumentalmente sencilla, basándose en la guitarra y la voz del propio Tweedy, la canción sirve para ir anunciando el futuro que le esperaba al grupo y a la música country en general: una sencillez aparente que esconde un fuerte trabajo compositivo. Tenemos, además, la suerte de que en la edición especial de Still Feel Gone aparece el demo de la canción, muy parecida ya a la versión final, pero todavía más vacía de artificios, con Jeff Tweedy cantándonos directamente al corazón. Algo que sigue haciendo a día de hoy.
Tras If That’s Alright todavía quedaría otro disco en la pequeña Rockville Records antes de irse a Sire para entregar Anodyne y que todo explotara. La última actuación de Uncle Tupelo fue el 1 de mayo de 1994 en San Luis. Entre principios de 1990 y su desaparición, crearon cuatro discos, monumentales construcciones de un alt-country al que habían dado vida esos chavales que ahora no se hablaban y querían seguir caminos separados. Jay Farrar se fue a fundar Son Volt; Jeff Tweedy montó con el resto de Uncle Tupelo una banda a la que llamó Wilco. Y desde entonces todo es historia.
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