Seriéfilo: junio de 2022
Llegamos al parón estival con un montón de series frescas para pasar este caluroso verano sin necesidad de pisar la playa. Series para ver tranquilamente en casita con el ventilador a tope, una palangana con agua y hielo para refrescar los pies y un buen helado como tentempié. No encontrareis un plan vacacional con mejor relación calidad precio en ningún sitio. Olvidaos de los atascos y las aglomeraciones playeras; vamos a disfrutar tranquilamente de unos cuantos títulos ideales para estas fechas. Empezamos.
Y qué mejor destino vacacional que una isla desierta con playas vírgenes y paradisiacas. Eso es lo que nos ofrece la segunda temporada de The Wilds (Prime Video), serie que gustó mucho en su estreno y que vuelve repitiendo el mismo esquema, aunque esta vez sustituyendo el grupo de féminas por uno de chicos. Aunque el grupo de adolescentes presentará conflictos algo diferentes, el formato sigue siendo muy similar: veremos de nuevo algún flashback sobre la vida previa de los protagonistas antes de su accidente aéreo y, también, algún flashforward sobre los interrogatorios a los que les someten para saber lo que en realidad pasó en la isla. Quien haya visto la primera temporada verá que la estructura es la misma y, por consiguiente, el resultado es el mismo. La serie funciona muy bien cuando se centra en la convivencia y los dilemas cotidianos de la vida en tales condiciones, que además se completan con situaciones vividas en la isla de las chicas que no vimos en la primera temporada. Sin embargo, la fórmula patina cuando se centra en los interrogatorios, parte de un experimento bastante rocambolesco que da lugar a un aparatoso plan. Por suerte, en esta temporada, esta subtrama pierde protagonismo.
Mientras, parece que Disney le tiene cogido el pulso al universo Marvel. Todos los personajes de todas las series funcionan: cada uno con su estilo, tomando riesgos, pero encontrando siempre un punto de equilibrio dentro de la diversidad que nos hace reconocer que estamos ante una serie de la franquicia. Parecería que esa magia se debería trasladar a su otra gran marca, Star Wars, que de la mano de Dave Filoni llevaría a la pantalla todo aquello que el fan quería ver. Pero parece que solo fue flor de un día, o, mejor dicho, de una sola serie. El Mandaloriano (Disney Plus) sigue encandilando tanto a fans como a profanos de la franquicia con aventuras sencillas y directas.
El problema surge cuando se intentan tocar personajes con mucho más peso dentro del universo creado por George Lucas: pasó con El libro de Boba Fett, que parecía la versión mandaloriana de Hacendado, y vuelve a pasar con Obi-Wan Kenobi, uno de los personajes más icónicos de toda la saga y que aquí se pasea sin pena ni gloria por la pantalla. Es impensable que una serie que narra enfrentamientos entre Darth Vader y Obi-Wan parezca totalmente irrelevante, pero así es. Estamos ante una historia pobre que en ningún momento se muestra trascendente, lo que se agrava por las deficiencias de la dirección. Y es que la diferencia entre un buen y mal director es que, el primero, puede hacer buena una serie con un mal guion. En este caso eso no ocurre y es una pena, porque había brotes verdes pero no germinan. A Ewan McGregor se le ve cómodo, disfrutando de retomar su personaje; Darth Vader tiene su protagonismo y la aparición de los inquisidores también resulta impactante. Pero, por desgracia, fallan más cosas de las que funcionan. Segundo tropiezo de tres para la franquicia galáctica en la pequeña pantalla. Esperemos que el panorama mejore en un plazo tiempo no muy muy lejano.
A la vez, la fiebre por los superhéroes sigue extendiéndose: ya aparecían a lo largo de todo el universo seriéfilo, abundando además todo tipo de aproximaciones al género. Si en el extremo más cínico, violento y ácido podríamos poner a The Boys (PrimeVideo), en el lado opuesto podríamos situar a The Umbrella Academy (Netflix) mucho más colorida, simpática y buenrollista. A pesar de volver a tener que salvar a la humanidad de otra destrucción total (y ya van tres en tres temporadas…) la serie sigue funcionando, pivotando esta vez en torno al carácter disfuncional de la familia protagonista, que provoca la mayor parte de las situaciones más cómicas. La trama es un caos total en el que cada uno de los hermanos hace la guerra por su cuenta, lo que viene a reforzar la citada sensación de disfuncionalidad. A pesar de que en la nueva línea temporal en la que aterriza la serie aparecen otros miembros de la academia con nuevos poderes, en ningún momento roban el protagonismo a los originales, que siguen siendo los dueños de la fiesta. También siguen siendo la principal razón por la que la serie sigue funcionando.
Y seguimos con las comparaciones: allá por 2018 se estrenaron casi a la vez dos series con un tono muy similar y que tenían muchos puntos en común: una era Barry (HBOMax), que se estrenó a finales de marzo; la otra era Killing Eve (BBC America). A pesar de que ambas presentaban una factura impecable, hubo una que atrajo todos los focos de la crítica mientras que la otra se mantuvo en un perfil medio-bajo. Como ya sabréis, la que acaparó todos los premios y elogios fue Killing Eve, en parte gracias al reconocimiento de la actriz Jodie Comer y su trabajo con el personajazo de la asesina a sueldo Villanelle. Mientras todo eso ocurría, Barry se mantenía en un cómodo pero inmerecido segundo plano.
Cuatro años después, Killing Eve se despedía con uno de los finales más anticlimáticos de la historia tras desangrarse con dos temporadas muy mediocres que fiaban todo su éxito a su personaje estrella. Por su parte, Barry, con una temporada menos y episodios de tan solo media hora, mantiene sólida la esencia inicial de su propuesta, a base de humor negro fresco y divertido, una historia a la que todavía parece quedarle cuerda para rato y personajes secundarios que, sin eclipsar al protagonista, están lo suficientemente bien construidos como para aportar profundidad a la historia. Esperemos que, a su ritmo, Barry siga regalándonos muchas alegrías.
Sin embargo, también hay productos catódicos que no levantan cabeza. El estropicio de Kurt Sutter parece que no tiene remedio: tras dos temporadas infames en el spin off de Hijos de la anarquía (FX), fue apartado de la serie y hubo un atisbo de mejora en la tercera temporada, pero Mayans M.C. (FX) vuelve a naufragar al carecer de rumbo fijo. Esta cuarta temporada es un batiburrillo de posibles rutas para el guion de la serie, a cada cual mas desastrosa: se juega con las luchas internas entre facciones del club; con el regreso a primera línea de Marcus, el nexo de unión entre esta serie y la original (pero que en las primeras temporadas se deja en un segundo plano); cobran protagonismo los tejemanejes de EZ con la policía y su papel como informante, labor que le sacó rápidamente de la cárcel, según nos cuentan al principio de la serie; pero la trama se mezcla y solapa con el enfrentamiento con SAMCRO… Al final, ninguna de estas líneas maestras funciona. Aún menos cuando el protagonista, EZ, comienza a tomar decisiones que no tienen sentido en base al desarrollo previo del personaje. Está visto que la serie da bandazos en busca de algo que funcione, pero no tiene nada claro. Por desgracia, puede que vaya siendo hora de bajarse de la moto.
Mientras, la mezcla de terror y comedia vuelve a pegar fuerte después de la divertida y también incomprendida Shining Vale (Starz), que jugaba a meter a una familia aberrante, todavía más disfuncional que la de Academia Umbrella, en una casa encantada. Esta vez, la semilla del mal es un tierno bebé que provoca la muerte de toda persona que le cuide y cae en manos de una joven que odia a los niños. Menos orgánica que Shining Vale, The Baby (HBOMax) explora los lados más oscuros de la maternidad en episodios muy cortos que se dejan ver estupendamente.
Y, para acabar, una recomendación patria muy fresquita para estos días de verano. Me refiero a la nueva serie de los creadores de Hierro (Movistar+), que abandonan la calurosa isla por la lluvia, la niebla y las nubes del norte. Concretamente por la zona de Cedeira, pueblo gallego donde una Guardia Civil y un profesor de instituto investigarán el asesinato de la alcaldesa del pueblo. La serie cuenta con muy buenas interpretaciones de los protagonistas (Javier Cámara y Mónica López) y, a nivel de producción, se desenvuelve con excelencia. Es probable que el caso a investigar nos parezca más sencillo que el de Hierro (a quien haya visto la anterior, podría saberle a poco), pero todo está muy bien hilvanado y el guion no presenta fisuras.
Hasta aquí mis recomendaciones seriéfilas estivales para ayudaros a soportar el bochorno de la mejor forma posible. Prometo retomar mis obligaciones con fuerzas renovadas en septiembre, con una tonelada de nuevas series para devorar en el último trimestre del año. Hasta entonces y con vuestro permiso, me voy a llenar la palangana con hielo y agua, que en la cueva del Seriéfilo empieza a apretar el calor. Cuídense.