Con motivo del estreno de Érase una vez en Hollywood Quentin Tarantino declaró en una entrevista a un medio español que había más referencias al cine español en la cinta de las que parecía a simple vista. En particular señalaba la aparición del póster de una película de 1968 dirigida por Antonio Isasi-Isasmendi, al que no dudaba en señalar como el Don Siegel español, y que responde al nombre de Las Vegas, 500 millones.
Es triste, la verdad, que tenga que venir un tipo nacido en Knoxville para recordarnos nuestro propio cine. Y más todavía porque no es que la película de la que hablamos pasara precisamente inadvertida en su momento, llegando a ganar las medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos como mejor película y mejor director. Pero ya se sabe, el cine de género español ha sido prácticamente erradicado de las televisiones y olvidado por todo el mundo, así que a día de hoy Las Vegas, 500 millones es una película de esas que prácticamente nadie ve.
Esto no sería un problema si la película fuese mala, que muchas de las que han ido desapareciendo de los circuitos comerciales lo son, pero es que encima es buena. Es un thriller sin concesiones, con unos personajes fuertes y bien definidos, alguna idea peregrina que podría aparecer en una película de James Bond, un nudo desasosegante y hasta helicópteros haciendo piruetas imposibles. Por no faltar, no falta ni Jack Palance, eterno actor del Hollywood clásico que pronto entendió que lo importante era trabajar, no hacerlo en una película buena. Esta vez, por suerte, evitó caer en alguno de los bodrios que protagonizó, seguramente por casualidad.
Que Tarantino reivindique a Isasi-Isasmendi o a Joaquin Romero Marchent es tristemente necesario para que se les recuerde desde aquí; una reivindicación que en el fondo podemos hacer extensiva a todo el cine de género europeo que pobló las pantallas del continente durante los sesenta y los setenta, antes de que Hollywood volviese a convertirse en la productora predilecta del cine de entretenimiento, una vez pasada la borrachera que fue el nuevo Hollywood, con la llegada de los Spielberg, Lucas y compañía. El cine de género antes de ellos es diferente, más duro de ver y menos pulido. Tiene aristas, actores menores, poco dinero y mucha imaginación; no es que sea mejor, sino que es diferente. Y reconozcamos que eso último cada día es más difícil de encontrar en las salas de cine.
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