Neil Young y la música para la gente
Jean-Paul Sartre convirtió el compromiso en una de las bases, no solo de su pensamiento, sino de su vida personal, y eso le llevó a escribir tanto con la cabeza como con las entrañas. Un posicionamiento político claro es algo que puede convertir a un personaje público en un referente o un villano: tomar partido no garantiza encontrar aliados, pero sí la antipatía de muchos que opinan de otra forma. Por eso, más allá de las posibles incoherencias en las que cualquier persona alumbrada por el foco de los medios pueda incurrir, el hecho de que alguien así dé un paso al frente, asumiendo las consecuencias, es digno de admiración.
El siglo XXI aún echa de menos figuras que alimenten el debate en multitud de cuestiones del ámbito público. Existen, pero nuestra sociedad se resiste a darles protagonismo, primando otro tipo de roles y actitudes. Y por eso aún son los viejos roqueros del siglo XX quienes, de vez en cuando, ponen las cosas en su sitio.
Eso es lo que hizo Neil Young el pasado día 17 de junio cuando, a través de su perfil de Facebook, publicó una nota denunciando el uso fraudulento que hizo de su canción más emblemática un candidato presidencial estadounidense. El canadiense nunca se ha mordido la lengua a la hora de expresar su opinión sobre algunos temas espinosos y eso le ha hecho afrontar diversas campañas mediáticas destinadas a socavar su posición en el olimpo del rock. Pero, ¿cómo se puede llegar, tocando la guitarra, a tener una posición que legitime un enfrentamiento con la maquinaria electoral más potente del mundo? De nuevo, el compromiso. Si esa cualidad no impregnase su trayectoria profesional, la opinión de Neil Young podría valer lo mismo que la de los políticos que legislan pensando en un sillón de un consejo de administración. Pero, partiendo de ese compromiso inquebrantable que tanto echamos de menos en el prime time del siglo XXI, un músico puede escribir con las entrañas y parir unas líneas con las que hacernos reflexionar sobre multitud de cuestiones: las trabas impuestas a las investigaciones sobre los productos transgénicos; su relación con tratados como el inminente TTIP; el uso inmoral, si no ilegal, de la imagen y la música de un artista; o los límites cada vez más estrechos de nuestros derechos.
Neil Young ha conseguido mucho y, simplemente por eso, puede perderlo. Pero lo pone sobre la mesa porque todos nosotros, en conjunto, podemos perder (o ganar) mucho más.
Traducción del mensaje escrito por Neil Young en su Facebook el día 17 de junio de 2015:
Ayer, mi canción Rockin’ in the Free World sonó sin mi permiso en el anuncio de un candidato presidencial norteamericano. Además, una fotografía en la que yo aparecía con dicho candidato fue difundida durante el anuncio, aunque había sido tomada durante un encuentro en el que yo estaba tratando de conseguir fondos para Pono, mi servicio de música online.
La música es un lenguaje universal y estoy encantado de que tanta gente distinta disfrute con lo que yo hago, incluso si no comparten mis creencias. Pero si me hubieran pedido permiso para que un candidato usara mi música, habría dicho que no. Soy canadiense y no voto en los EE. UU.; pero, sobre todo, no me gusta el actual sistema político de los EE. UU. y otros países.
Progresivamente, la democracia ha sido secuestrada por los intereses de las grandes empresas. El dinero necesario para presentarse a las elecciones, las sumas invertidas en hacer lobby, la desigualdad económica (siempre en aumento) y las decisiones legislativas interesadas favorecen siempre a las corporaciones sobre la gente.
El caso de los Ciudadanos Unidos contra la Comisión de Elecciones Federales es prueba de la corrupción del sistema, así como los últimos acuerdos comerciales propuestos, que comprometerán aún más nuestros derechos. Estas grandes corporaciones fueron originalmente creadas para servirnos, pero si no priorizamos a los ciudadanos sobre ellas, acabarán destruyéndonos. Ellas no tienen hijos. No tienen sentimientos o alma. No dependen del agua sin contaminar, el aire puro o la comida saludable para sobrevivir. Solo tienen en consideración una cosa y todos sabemos cuál es.
Yo escojo decir la verdad sobre el poder económico. Cuando hablo de cómo las corporaciones hacen daño a las personas, al medio ambiente y a otras especies, lo hago suponiendo que una bien financiada campaña de desinformación se interpondrá en mi camino. Este es el caso de la reacción a mi nuevo álbum The Monsanto Years, que trata muchos de estos temas. Apoyo a todos aquellos que arrojen algo de luz sobre estos asuntos y también a quienes luchan por derechos como la Freedom of Choice (libertad de elección). Pero dicha libertad no tiene sentido sin conocimiento. Y por ello es crucial que todos nos comprometamos y nos informemos.
Ese es el motivo por el que el etiquetado de los productos transgénicos es importante. Las madres necesitan saber con qué están alimentando a sus hijos. Necesitan libertad para poder elegir de una forma educada en el mercado. Cuando la gente ha votado por este tipo de etiquetado, como han hecho en Vermont, necesitan nuestro apoyo para luchar contra los intereses de las corporaciones, que tratan de darle la vuelta a leyes que han sido aprobadas tras un proceso democrático. No creo en la desinformación interesada que llega de las grandes empresas y sus trolls mediáticos. Tampoco creo en los políticos que reciben millones de esas mismas corporaciones. Yo creo en la gente. Por eso hago música para la gente, no para candidatos.
Keep on Rocking in the Free World.
Neil Young
Traducción: Víctor Muiña Fano
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