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Cinefórum CCCXV : «La prometida»

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La semana pasada nos encontramos con Carretera asfaltada en dos direcciones, una película clave en el cine independiente americano y un ejemplo de utilización de músicos populares como actores. Esta idea es tan antigua como el mismo cine y sigue presente hoy en día, solo hay que ver las intentonas de gente como Harry Styles de entrar en el circuito de la gran pantalla; pero tuvo uno de sus ejemplos más curiosos en la figura del británico Sting.

Nacido como Gordon Matthew Thomas Sumner, su éxito llegó tras mudarse de Newcastle a Londres y abandonar su trabajo de profesor para dedicarse a la música y, por qué no, también al cine. Si le conocemos a día de hoy fue, sobre todo, por su labor al bajo y la voz de los míticos The Police, pero ya entonces estaba dedicándose a la actuación, apareciendo en la mítica Quadrophenia, en la que hacía del muy estiloso líder de los mods. Tras abandonar The Police trató de mantener a la vez su carrera musical y cinematográfica, aunque con mucho mayor éxito en la primera. No es extraño que aprovechara el tiempo entre la separación del grupo y su primer LP en solitario para tratar de convertirse en una estrella del cine. Fue entonces cuando participó en la Dune de David Lynch y en nuestra película de hoy: La prometida.

La prometida es una obra tan interesante en su concepción como fallida en su concreción. La dirección se debió a Franc Roddam, que además de dedicarse al cine también es productor televisivo y ejecutivo editorial, que ya había coincidido con Sting en la mencionada Quadrophenia y cuya carrera posterior no llama demasiado la atención. Se trata de una especie de continuación no canónica de La novia de Frankenstein en la que arrancamos desde la escena de la resurrección de esa nueva mujer, la prometida del monstruo creado por el doctor suizo. La diferencia con la cinta clásica es que ahora la novia no es otra que la jovencísima Jennifer Beals, recién salida del éxito de Flashdance, tratando de lograr el reconocimiento como actriz. No lo logró, por cierto, sino que acabó nominada a un Razzie. No ayudó, sin duda, la decisión de mostrarla sin maquillaje y sin cicatrices, convirtiendo a la icónica novia de Frankenstein en una joven más. Al menos a Clancy Brown, que da vida al monstruo, le dejan llevar algunas cicatrices mientras nos regala la mejor actuación de la película, algo que tampoco era tan difícil porque tanto Sting como Beals son un desastre.

Ya hemos comentado que la película es fallida y eso se debe en gran medida a que su historia no tiene un verdadero objetivo ni sabe centrarse. Así tenemos, por un lado, la historia de la educación de la joven novia, una reelaboración de Pigmalión con poca gracia, que además se convierte en objeto de deseo por parte del barón interpretado por Sting; por la otra, un viaje sin mucho sentido del monstruo, acompañado en gran parte del metraje por un enano llamado Rinaldo. La cinta tenía, sin ninguna duda, una ambición narrativa muy elevada, pero esta nunca llega a verse plasmada en el producto final, que se hace aburrido por momentos. Mientras tanto, mantenemos la vana esperanza de que algún momento loco logre hacerla, cuanto menos, graciosa.

Colgems Productions Ltd.

La prometida es una cinta que nos habla, y aquí puede radicar todo su posible interés, de un cine que existió pero que ahora mismo resulta difícil incluso de imaginar. Una coproducción entre el Reino Unido y los EEUU en la que un director, famoso por rodar una opera rock de los Who, se une con una estrella musical que acababa de abandonar uno de los grupos más importantes del mundo y con una de las actrices de moda del momento, nominada al Globo de Oro en 1983 con solo 20 años, para rodar una continuación no oficial de una película de 1935. Todo ello, además, pretendiendo hacer una obra seria y con fondo filosófico, una película de prestigio y no una cinta con el único objetivo de la taquilla. Visto así, parece claro que la película estaba condenada al fracaso desde el inicio; sin embargo, hay algo especial en este tipo de desastres. Hay algo especial en estas películas que se hunden por exceso de ambición y no por falta de ella.

Ismael Rodríguez Gómez
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