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Fascismo Big Tech – 3 de octubre

El gobierno de Italia quiere meter en la cárcel a los manifestantes más molestos. El decreto de seguridad que se vota estos días en Roma prevé penas de prisión para quienes corten carreteras y vías de tren. Las condenas son más duras si la acción es organizada. Sindicatos y ecologistas denuncian que van a por ellos. Juristas progresistas califican el proyecto de fascista, autoritario, propio de Mussolini. No debería sorprender, viniendo de un gobierno de ultras, como la propia primera ministra. Giorgia Meloni cree que Il Duce fue «un buen político», que todo lo que hizo, lo hizo por Italia. Un patriota incomprendido.

El patriotismo fascista tiene una relación entrañable con las porras, especialmente cuando se dirigen contra los trabajadores. O los inmigrantes, otro colectivo en el punto de mira de la nueva ley de seguridad italiana: prohibido venderles móviles a los sin papeles. Los inmigrantes, como nuevo proletariado, no tienen derecho ni siquiera a hablar con su familia. Tampoco gustan los ecologistas, preocupados por las tierras o las aguas contaminadas por el progreso. Los verdes practican la protesta pacífica, la resistencia: eso también estará penado. De ahí el mote que le han puesto en Italia: ley anti-Gandhi. Resistirse no es vencer.

Meloni se lleva muy bien con Elon Musk. Le ha dado el premio de su partido, y el millonario ha correspondido galardonándola en Nueva York. La admiración mutua esconde negocios: la apertura de las puertas de Roma a Starlink, la red de internet de Musk; o posibles inversiones de Space X, su empresa espacial. Meloni, patriotísima, no tiene inconveniente en rebajar el precio de su país a cambio de unas monedas de oro. En eso también se parece al argentino Javier Milei, otro enamorado del dólar, y de la represión a las protestas. Su vicepresidenta, hija, sobrina y nieta de militares golpistas, resume bien: «¿Cómo pensás resolver un país devastado si no es con una tiranía?».

«La oligarquía, cuando dice patria, quiere decir clase», dejó establecido Rodolfo Walsh, que dio su vida por el periodismo, cuando era verdad, y luego contra una dictadura que lo terminó asesinando. Se está asentando una alianza entre los nuevos ricos que hacen fortuna en un mundo sin fronteras, con los patriotas de países fortificados contra los pobres, locales o foráneos. No es incoherencia: el capitalismo del siglo XXI globaliza y vigila nuestros datos personales y los usa para aplastar cualquier sueño de disidencia en el territorio. Esta vez el fascismo no quiere acabar colgado por los pies.


Extramuros es una columna informativa de Efecto Doppler, en Radio 3.

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Víctor García Guerrero
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