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Cinefórum XXVI: Vampiros a la sombra

Tras dos westerns crepusculares va siendo hora de abandonar el lejano oeste, siquiera poco a poco (porque siempre cuesta dejar atrás ese mundo desértico entregado al cine) y con otra película dedicada a una forma de vida que termina, en este caso voluntariamente. Los protagonistas de Vampiros a la sombra (Anthony Hickox, 1990) son un grupo de renegados que han decidido abandonar su vida de depredadores nocturnos para intentar pasar su inmortalidad desapercibidos, en un pueblo del oeste norteamericano y consumiendo sangre sintética. Esta no es solo la carta de presentación de la popular serie de televisión True Blood (HBO, 2008) sino también de Sundown: Vampires in Retreat, según el más afortunado título original de la cinta de Vestron Pictures.

Un problema en la fábrica que produce el sustento artificial de los pacíficos chupasangres dirigidos por el Conde Mardulak (David Carradine) obliga a los habitantes de Purgatorio a solicitar los servicios del ingeniero que la había construido, que viaja hasta el pueblo junto a su familia. La visita es la oportunidad que Shane (Maxwell Caulfield), enamorado de la mujer del ingeniero, llevaba años esperando. Los acontecimientos se precipitan y, súbitamente, estalla una guerra civil en la calle principal del pueblo porque, entre el alboroto, Ethan Jefferson (John Ireland), archienemigo de Mardulak, encuentra por fin un resquicio por el que entrar a los dominios de su rival para sembrar el caos. Para aliñar esta esperpéntica situación, un par de excursionistas se integran en un bando, un par de punkis (punkis vampíricos, en realidad) en el otro, y un descendiente de Van Helsing interpretado por el gran Bruce Campbell llega a la zona con sed de venganza. Para entonces, la película se ha convertido ya en un trepidante western con alianzas cruzadas y duelos bajo la luna, en el que unos vampiros que pueden transformarse en murciélago y poseen una fuerza desmesurada se persiguen a caballo y disparan balas recubiertas de madera. Y es que la cinta de Hickox apunta al corazón de los más espectadores más gamberros.

Sundown cover frenchLo cierto es que Vampiros a la sombra no llegó siquiera a estrenarse en cines. Su presencia en la gran pantalla se limitó a un par de festivales (entre ellos el de Cannes, en 1989) y la mayoría de los ingresos de Verston Pictures, que echó el cierre tras este fiasco, llegaron a través de la venta de VHS. Sin embargo, el paso de los años ha sido amable con una película que, apoyada en el ascendiente de las figuras de Carradine y Campbell, se ha convertido en una obra de culto para los amantes de lo fantástico en general y los vampiros en particular. El tiempo ha tratado bien el retiro al desierto de los vástagos de Drácula porque su película cumple lo que promete y, de paso, deja la puerta de nuestro cinefórum entreabierta, por si alguna otra criatura de la noche quiere visitarlo…

Víctor Muiña Fano
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