Aurora Villa: una deportista adelantada a su tiempo
Antes de que Ruth Beitia se convirtiese en la primera mujer española en conseguir una medalla de oro en atletismo en unos Juegos Olímpicos; antes de que Mireia Belmonte se proclamase campeona del mundo en 200 metros mariposa durante el pasado Campeonato Mundial de Natación celebrado en Budapest; y por supuesto, mucho antes de que Carolina Marín hiciese historia en Río 2016 obteniendo el oro en una disciplina, el bádminton, tan poco extendida en este país; antes de todo eso, una serie de mujeres asentaron las bases del deporte femenino en la España de principios de siglo XX. Entre todas ellas, el nombre de Aurora Villa brilla con luz propia.
Nacida en 1913, esta madrileña se crió en un ambiente familiar de gran arraigo musical. Su padre era el famoso violonchelista Luis Villa González y su abuelo, Ricardo Villa Morana, primer violín del Teatro Real de Madrid durante los últimos años del siglo XIX. Así mismo, su tío por parte de padre, Ricardo González Villa, fue un destacado compositor, director de la orquesta del mismo teatro y fundador de la Banda Municipal de Madrid. Con estos parientes, es lógico que la joven Aurora se interesase en un primer momento por emprender una carrera musical. Sin embargo, fue durante unas vacaciones en San Sebastián cuando comenzó a destacar como atleta. Tras estudiar en el Instituto-Escuela de Madrid, vinculado a la Institución libre de Enseñanza, y junto con la deportista Margot Moles, decidió fundar el Club Canoe en 1930. En él, muchas mujeres encontraron apoyo e instalaciones para practicar múltiples disciplinas deportivas en una época en el que el deporte masculino seguía siendo mayoritario.
Como la mayoría de pioneras del deporte femenino, Aurora Villa practicó varias disciplinas: baloncesto, esquí, piragüismo y natación. En esta última consiguió batir el récord de España en los 50 metros libres. Aunque sus mayores éxitos profesionales los logró en la disciplina reina, el atletismo. Durante aquellas primeras pruebas de atletismo femenino en España, celebradas el veintitrés de junio de 1929, solo participaron cinco mujeres: Carola Ribed, Margot Moles, Lucinda Moles, Carmen Herrero y la propia Aurora Villa. Gracias a sus triunfos en velocidad, salto de altura y longitud, su nombre comenzó a hacerse famoso entre los círculos deportivos femeninos, lo que le permitió ostentar durante mucho tiempo el título de «atleta multidisciplinar».
Fue entonces cuando llegaron las recompensas a toda esa dedicación y esfuerzo durante los primeros campeonatos de España de atletismo femenino, celebrados en 1931 y en 1932 respectivamente, siendo este último el más importante en su carrera al participar en las diez pruebas del campeonato. No obstante, y a pesar de que solo consiguió coronarse en tres de ellas, Aurora Villa se convirtió en la primera decatleta española. Nunca antes una mujer había incurrido en todas las disciplinas del atletismo, lo que sentó un precedente y un modelo a seguir por muchas deportistas que quisieron posteriormente seguir sus pasos. Aurora Villa se convirtió no solo en un referente deportivo, también en un ejemplo de valentía vital para las reivindicaciones feministas de aquella España de los años treinta del siglo XX. Pero entonces, y justo cuando Aurora estaba en su mejor momento deportivo, la Guerra Civil arrasó con todo.
Aurora pasó junto a su familia la guerra en la capital y tras esta acabó por abandonar la actividad deportiva. A partir de 1939 el deporte femenino, que había logrado asentarse durante la II República, experimentó un notable retroceso, llegando incluso a prohibirse la participación de las mujeres en algunas disciplinas que antes se practicaban con total libertad. La propia Aurora Villa se refirió a esta situación con las siguientes palabras, recogidas en el libro de Julián García Candau, El deporte en la Guerra Civil: «La Sección Femenina estableció que hacer atletismo no era para chicas y lo prohibió. Por eso los campeonatos en España no se reanudaron hasta 1963».
Lejos de rendirse, Aurora completó sus estudios de Medicina, los cuales había dejado en suspenso por culpa de la contienda. Mientras lograba récords deportivos y al mismo tiempo que trabajaba como profesora de educación física en Instituto-Escuela de Madrid, se incorporó en 1943 a la Universidad de Madrid. En su promoción solo había cuatro mujeres y aunque logró varias matrículas de honor, le costó mucho volver a abrirse camino en un mundo de hombres. Hasta que por fin, tras especializarse en Oftamología en la Universidad de Londres, en 1953, consiguió importar a España nuevos tratamientos a enfermedades como el estrabismo o la visión binocular. De nuevo se convertía en pionera, esta vez de la Oftamología, en nuestro país.
La historia ha sido injusta con las mujeres. Tanto es así que a lo largo del camino recorrido se han ido perdiendo u olvidando sus nombres, apellidos, profesiones e hitos alcanzados. Y si nos fijamos en el mundo del deporte la situación es todavía más grave. Lucinda Moles, Carmen Soriano, Margot Moles, Rosa Castellfort, Joaquina Andreu, Ana Tugas, Carola Ribed, Carmen Herrero, Lluisa Giró, Carmen Praga o Lily Álvarez entre otras muchas tuvieron el honor de convertirse en las pioneras del deporte femenino en España. Si leemos alguna de sus biografías veremos como Aurora Villa, en comparación con Margot Moles o Joaquina Andreu, fue una privilegiada al lograr cierto reconocimiento tras la guerra. Pero una cosa es cierta, nadie sabe quién fue Aurora Villa ni todas las mujeres nombradas en este párrafo. Ni homenajes, ni reconocimientos, tampoco calles que lleven sus nombres. Nada ni nadie las quiere recordar. Si bien es cierto que algún polideportivo recibe el nombre de alguna de estas ilustres deportistas, como es el caso de la nadadora Carmen Soriano, nadie se pregunta quién fue o por qué dicho centro deportivo se llama así, lo que demuestra una vez más que la historia, tal y como la conocemos, se ha transmitido de forma sesgada y claramente interesada.
Las nuevas generaciones merecen conocer sus vidas, vidas como la de Aurora Villa, una mujer adelantada a su tiempo que demostró cómo las mujeres, si se lo proponen, son capaces de todo, incluso de hacer historia.
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