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Burkini: los cuerpos de Dios no tienen piel – 10 de julio

En la piscina Jean Bron de Grenoble han aumentado la vigilancia para que las mujeres musulmanas no usen burkini. «Nos bañaremos a pesar de los racistas», cantan desde el agua las integrantes del colectivo Alianza Ciudadana. «Queremos ir con nuestros hijos a la piscina», argumentan las activistas, que reclaman bañarse vestidas de pies a cabeza «por timidez o por creencias religiosas». Las han multado con treinta y cinco euros por incumplir las normas de higiene; por veinte se compran un burkini en Amazon. Decathlon no los vende. En Francia está prohibido el velo integral para proteger la laicidad, pilar de la República.

Las «Rosa Parks musulmanas», se hacen llamar las activistas del burkini. Pero Rosa Parks luchó contra la segregación racial en un autobús y las bañistas de El Corán se pelean por ser segregadas en la piscina. No es su cuerpo, es de Dios. «Viva mi dueño», escribió Valle-Inclán; «vivan las cadenas», clamaban los absolutistas españoles del XIX, precisamente contra el liberalismo republicano francés y cualquier pensamiento revolucionario. La dialéctica del amo y el esclavo se resolvió en España a favor de la Iglesia y la Monarquía. El Estado laico es un enemigo de la libertad individual cuando se la entiende sometida.

Houellebecq describe en Sumisión una Francia al borde de la guerra civil por el auge del islamismo y el fascismo, cada uno con su bandera. La República termina eligiendo un presidente musulmán. El protagonista lo nota porque las mujeres de París se tapan el culo y sus colegas universitarios se hacen polígamos. Houellebecq escandaliza, provoca. Como el semanario Charlie Hebdo: ateo e iconoclasta. «No olvidéis que Charlie Hebdo desenvainó primero», dicen las bañistas del burkini. Doce muertos y once heridos: los lápices de los humoristas desenvainaron contra los kalashnikovs. Las armas suelen vencer a las letras.

«Una mujer desnuda y en lo oscuro tiene una claridad que nos alumbra», escribió Benedetti. Torimbia es un brillo de verano desnudo, la muerte de Alejandra Pizarnic se posaba desnuda en su sombra y «desnudo de ti» se despedía Juan Gelman. La poesía encuentra en la epidermis un contacto terrenal: «verte desnuda es recordar la Tierra», decía Federico. En La casa de Fernanda Alba las mujeres visten luto y velo. Poca piel, como mandaban los cánones catolicísimos. El integrismo religioso huye de la piel para acercarse al Dios etéreo; especialmente de la piel de las mujeres, esos diablos de pura carne y pecado en la piscina.


Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este Tumblr.

Víctor García Guerrero
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