Cinefórum CCLXXII: «Test pilota Pirxa»
El entorno que continuamente creamos está sujeto a una eterna tensión: es el peaje de la búsqueda de los iguales entre los que protegernos y la tolerancia de las diferencias que nos seducen. La semana pasada, Las niñas de Andrea Fandós se encontraban unas a otras mientras se amaban, odiaban y vivían juntas todo lo que podían. Pero, ¿qué pasa cuando no sabes quiénes son los que te rodean? Cuando no sabes ni siquiera si son humanos. De eso también está hecho el cine. Sobre todo, el thriller y la ciencia ficción.
Test pilota Pirxa es un poco las dos cosas. Incluso y a pesar de su genealogía, es más lo primero que lo segundo. La película está basada en The Inquest, un relato publicado en 1968 por Stanislaw Lem. El texto está protagonizado por un personaje recurrente del autor polaco, una suerte de Sherlock Holmes aeroespacial (porque investiga cosas, pero sabe hacer de todo) que, en esta ocasión, debe conducir un curioso experimento: la patria socialista necesita un cosomonauta capaz de evaluar el desempeño de varios androides de apariencia y comportamiento absolutamente humanos. Para evitar cualquier sesgo, Pirxa no sabrá cuál es el origen de su tripulación. A partir de aquí, el thriller psicológico está servido: conversaciones, sutilezas, engaños y todo tipo de pruebas al servicio de una investigación sobre la identidad y la humanidad de las máquinas y los hombres. Una creciente tensión, si no paranoia, que en este caso (por si ya están ustedes pensando en Blade Runner) no alcanzan al propio protagonista.
Porque, efectivamente, los replicantes de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (vive dios que nadie ha titulado nunca como tituló Philip K. Dick, capaz de llamar a una de sus novelas Fluyan mis lágrimas, dijo el policía) son contemporáneos de los robots humanoides de Stanislaw Lem. Ya saben: de no haber sido Colón, otro cualquiera habría llegado a América, porque en aquel momento los vientos de la historia apuntaban al nuevo continente. Lo cierto es que los dos genios de la ciencia ficción cruzaron esa meta casi a la vez y sus relatos, además, inspiraron sendas películas. Y aunque en opinión de quien escribe (y de cualquiera que sepa leer) Lem es el ganador de la guerra, el combate de los replicantes no tuvo color: victoria a los puntos en lo literario y ko técnico en el asalto fílmico (que otorga, a la postre, el título de campeón de la cultura popular).
La producción polaco-soviética (o sea, soviética), dirigida por Marek Piestrak, pisa los talones al relato de Lem y utiliza una serie de flashbacks que cimentan el mediático juicio que investiga el final de la misión. Descubrir el desenlace nos empuja a buscar en cada escena la semilla de la traición, pero la fuerza de los diálogos se ve lastrada por la rigidez de la trama; el meritorio esfuerzo por disimular la escasez de medios, está limitado por la falta de ritmo. Test pilota Pirxa es una película interesante y los amantes de Lem que busquen su genio lo intuirán en cada escena; pero resulta demasiado seria, demasiado austera (o sea, soviética)… y cinco años más tarde se estrenaba Blade Runner. El final del siglo XX y los replicantes iban a ser yankees.
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