La semana pasada nos paramos en la figura de Ida Lupino, una de las directoras que rompió techos de cristal y que con El autoestopista firmó la primera cinta de cine negro dirigida por una mujer. Hoy nos vamos a otro hito importante dentro de la historia de las directoras en los Estados Unidos. Julie Dash es un nombre que no sonará a casi nadie, después de todo su carrera no consiguió despegar tras la película que nos ocupa, pero siempre contará en su currículum con haber sido la primera directora afroamericana que consiguió que su cinta se distribuyese de manera masiva en los Estados Unidos. Fue en 1991 con Daughters of the Dust, protagonista esta semana de nuestro cinefórum.
La película en sí es una muestra perfecta de que a veces las mejores ideas no consiguen ser ejecutadas como se merecen. El punto de partida es tan interesante como personal, centrándose en el último día de los habitantes de un pequeño pueblo del sur de Carolina del Sur, pertenecientes a la cultura Gullah, en su isla natal. Estamos a principios del siglo XX y la mayoría de los habitantes partirán al continente, a los Estados Unidos que ven como un mundo diferente al otro lado del mar. Algunos de ellos han estado allí, otros vuelven para la ceremonia; la matriarca está dispuesta a quedarse y muchas rencillas reaparecerán.
Sobre el papel, todo augura una película emocionante y con capacidad para reunir la memoria de un tiempo perdido, a través de un tono dramático que solo puede hacerla todavía más sabrosa para el paladar del espectador. Por desgracia, las buenas ideas y las imágenes poéticas se dan la mano con algunos personajes apenas esbozados y un abuso de técnicas como la cámara lenta que hacen que la película haya envejecido bastante mal. No deja de ser notable que, cuando se estrenó en 1991, fuese ganadora del premio de Sundance a la mejor fotografía por delante de Veneno (Poison) de Todd Haynes, Trust de Hal Hartley o Slacker de Richard Linklater. El trabajo de Arthur Jaffa es por momentos hipnótico y por otros cargante, pero en todo caso es tan coyuntural que, al final, todo se entiende.
Experimento fallido pero interesante, con una buena ristra de actores debutantes y un sentido del tiempo y el lugar que resulta realmente notable, pero poco más, Daughters of the Dust tiene más valor como documento de lo realmente tardía y lenta que ha sido la aceptación de las autoras afroamericanas en los Estados Unidos que como obra en sí misma. De hecho, esta condición está probablemente detrás del hecho de que, en 2004, la película fuese incluida en la lista del National Film Registry para su conservación, al considerarse una obra de importancia cultural, estética o histórica.
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