Si hablamos de cine hongkonés, es muy probable que lo primero que nos venga a la cabeza sea el nombre de actores como Bruce Lee o Jackie Chan, referentes en un género, el de artes marciales, que en esta región china sobresalió durante los años 70 y 80. También en la acción más pura, esa de policías y mafiosos, Hong Kong tiene una gran trayectoria, destacando la figura del director John Woo.
Combinando la violencia sanguinaria excesiva de Sam Peckinpah, con las espectaculares coreografías de las artes marciales actualizadas a las nuevas posibilidades que otorgan las armas de fuego, Woo consigue establecer un sello reconocible en sus películas. Sin embargo, sus aportaciones al género no se detienen únicamente en el apartado más estético de la violencia, ya que en todas sus cintas mezcla dicha acción irreal con una trama dramática, introduciendo cierta profundidad a unos personajes que encuentran así motivación para volcar esta violencia en causas más nobles como el honor o la redención. Todas estas características se ven reflejadas en la película The Killer (1989), quizás la más representativa de su periplo hongkonés y una de las que hizo que Hollywood se fijase en él como el realizador que necesitaban para revitalizar el género de acción.
Con una gran interpretación de su actor fetiche, Chow Yun-Fat, el film nos presenta una historia de admiración, amistad y redención. La relación fraternal se centra, paradójicamente, entre Chow Yun-Fat, un asesino a sueldo, y el policía que le persigue, Danny Lee. Desde los dos extremos, ambos se sienten desplazados e incomprendidos por sus compañeros y socios: un cuerpo de policía más interesado en las cifras de crímenes resueltos que en la verdad y un crimen organizado que ha perdido el código de honor de antaño. Desilusionados de ambos mundos, perseguidor y perseguido desarrollan cierta admiración mutua al reconocer valores añejos con los que sus propios compañeros no comulgan. Esa fascinación homicida desemboca en una amistad imposible que solo puede tener como desenlace más violencia. Y en medio, el detonante: una mujer ciega por la que Chow Yon-Fat trata de redimirse e iniciar una huida imposible.
Trabajos como The Killer son los que han hecho que directores del nivel de Quentin Tarantino o Robert Rodríguez hayan identificado a John Woo como un referente y una clara influencia para sus películas. Esa mezcla entre violencia y drama es la que hace que sus películas no sean simple cine de acción, sino que se conviertan en algo más.