Una semana más, nos movemos por el cine mudo aunque con una sutil diferencia: si la ausencia de voz en el caso de El hombre mosca (Safety Last!, 1923) se debe principalmente a un motivo técnico, ya que el cine sonoro no aparecería hasta pocos años después (exactamente en 1927 con la película El cantor de Jazz –The Jazz Singer-), en el caso que nos ocupa es una decisión totalmente artística.
El director ucraniano Miroslav Slaboshpitzsky, con su opera prima Plemya (The Tribe, 2014) trata de dar una vuelta de tuerca a la narrativa actual y nos presenta una obra muda; pero lejos del maniqueísmo de hacer una cinta sin voz en pleno siglo XXI, lo implementa de forma coherente en la historia. La película transcurre en un internado para sordomudos donde todos se comunican mediante lenguaje de signos y se nos advierte al comienzo de que no habrá ningún tipo de subtítulo. A partir de aquí, la trama es bastante simple y típica: chico nuevo en el internado que se encuentra con que sus compañeros forman parte de una banda organizada criminal dedicada principalmente al robo y la prostitución. Para sobrevivir forma parte de la Tribu, pero cuando se enamora de una compañera a la que obligan a ejercer la prostitución, intenta salvarla y salirse del grupo desencadenando una serie de escenas violentas. Hay que recalcar la palabra violenta, porque la película es bastante cruda y dura, mostrando escenas de alto impacto físico y moral.
La simpleza de la historia no puede ser considerada como algo malo, ya que al decidirse el director por una cinta muda, la sencillez del argumento se convierte en un acierto al evitar que los espectadores se pierdan en matices. En ese sentido, la labor narrativa es impecable y permite que sigamos el devenir de la banda únicamente con el sentido de la vista, lo cual entraña una dificultad mayor de lo que pueda parecer. Otra característica de la película es que está grabada en largos planos secuencia, y es aquí donde se le puede achacar el mayor punto negro: a pesar del realismo y naturalidad que aportan, en muchos momentos se hacen excesivamente largos, y contando con que la película tiene una duración considerable, superando las dos horas, limar esas escenas podría haber repercutido muy favorablemente en el resultado final.
A pesar de ello, aplaudo la intención del director ucraniano de buscar la originalidad en la forma sin que esta dañe en exceso al fondo, creando una propuesta interesante, mejorable pero que aporta una visión fresca e innovadora en contraposición al cine convencional, y que no deja de ser un producto entretenido. Plemya es una cinta recomendada para aquellos que les guste experimentar con el cine y no se conformen con los blockbusters de cartelera.