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Dios se paró en el burdel – 4 de marzo

En Bangladesh le han dado un funeral islámico a una prostituta. Nunca había pasado, es un hecho histórico, destaca la BBC. Hasta ahora, los clérigos del Corán siempre negaban las ceremonias religiosas a las trabajadoras del sexo. La excepción la han hecho con una meretriz de sesenta y cinco años. Se llamaba Hamida Begun y era prostituta desde niña. Su hija Laxmi también se dedica al oficio y está feliz de que a su madre le hayan dado coránica sepultura: «como a un ser humano», afirma. Porque a la tumba se le puso nombre. La humanidad se basa más en la memoria que en Dios.
Hamida Begun se prostituía en el que dicen que es el mayor burdel del mundo: mil quinientas mujeres atienden a tres mil hombres al día en el pueblo de Daulatdia. Hay chicas de diez años. Cobran un euro por servicio. Muchos hombres no quieren usar condón: cuesta diez takas, menos de diez céntimos de euro. Desproporción: en Bangladesh vale más el latex sin usar que el cuerpo de las mujeres. Las enfermedades de transmisión sexual corren libres en los burdeles de Bangladesh. Las mujeres, no. En Bangladesh, la prostitución es legal. La ley es la violencia que ya ves.
«Creo en el amor», cuenta Kushi, prostituta de veintitrés años que lleva desde los trece en el oficio. Pero Kushi habla solo del amor a su madre y a sus hermanos, no al cliente. La prostitución es hija de la miseria y del patriarcado, institución para el dominio, por mucho que la posmodernidad quiera vestirla de empoderamiento punk. Al menos, en Bangladesh, donde a las prostitutas todavía las obligan a caminar descalzas por la calle para distinguirlas de las otras mujeres. Putas y pobres. Sin sepultura: un cadáver al río, como los perros. Mahoma se paró a las puertas del prostíbulo.
«Vuestras mujeres son campo labrado para vosotros», explica el Corán: y «regocíjate con la esposa de tu juventud», ordena la Biblia. «Sufrirás burlas y desprecios, grandes sufrimientos y una terrible soledad», sentencia Yahvé a una amante prostituta. La sutileza erótica no es el fuerte de las religiones de libro. De las putas, en realidad, casi no hablan. Las putas existen a los ojos de Dios porque son objetos de pecado. Material diabólico. Motivo de venganza. Hamida Begun es la excepción entre millones de mujeres condenadas al desprecio por el Dios de los hombres.

Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este Tumblr.

 

 

Víctor García Guerrero
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