Eduardo Garzón: «La creación de dinero debería servir para generar puestos de trabajo para todas aquellas personas que quieren trabajar y no pueden hacerlo»
Eduardo Garzón ha defendido recientemente una tesis doctoral sobre el saldo fiscal, acaba de publicar con Akal La otra economía que no nos quieren contar: Teoría Monetaria Moderna para principiantes y, además, mantiene actualizados un blog y un canal de YouTube. Hoy se acerca a hablar con nosotros, dando continuidad a un esfuerzo divulgativo continuo por contrastar los grandes dogmas de la teoría económica dominante.
¿Qué es, resumidamente, la Teoría Monetaria Moderna? Parece que está de moda, pero no está claro que todo el mundo sepa en qué consiste…
No es fácil de explicar rápidamente, pero podríamos decir que la Teoría Monetaria Moderna es un marco analítico con una serie de herramientas para aproximarse a la realidad económica. En este caso en particular, para acercarse a los fenómenos y los sistemas monetarios y financieros que, en realidad, están insertos en todos los ámbitos de la economía.
Como marco analítico, la Teoría Monetaria Moderna pretende aproximarse a la realidad desde una perspectiva absolutamente rompedora con respecto a la teoría monetaria convencional y ortodoxa que lleva décadas instalada en el imaginario colectivo. Todo el mundo la tiene insertada en su mente, quiera o no, porque es lo que nos han enseñado en la facultad de Economía; es lo que vemos en las películas, en las tertulias de la televisión, etc. Es una visión que tenemos muy interiorizada y de la que yo mismo, hasta hace muy poquito tiempo, también participaba. Pues la Teoría Monetaria Moderna rompe con ella y, además, lo hace de una forma bastante sorprendente, con lo cual el debate está servido.
Es algo que puedo entender… Yo, cuando empecé a descubrirla, a leer Los siete fraudes capitales inocentes de la política económica de Warren Mosler, pensé: «O esta persona está diciendo tonterías en su propio libro o me han estado engañando durante toda mi vida». Pero, tras mucho indagar, tras mucho investigar, he llegado a la conclusión de que, efectivamente, todo lo que me han enseñado a lo largo de mi etapa de formación como economista no era lo que necesitaba para entender la realidad económica. En mi opinión, la Teoría Monetaria Moderna lo explica mucho mejor y por eso trato de que se conozca. No pretendo convencer a todo el que se acerque, sino dar a conocer la teoría, lo que ya es mucho, porque se suele caricaturizar y simplificar constantemente. Muchos críticos vienen a decir que consiste, simplemente, en crear dinero sin más, cuando en absoluto es así. Por eso, creo que hablar de la Teoría Monetaria Moderna a través de vídeos, a través de un libro, a través de la asociación que se dedica a divulgar la teoría, ayuda. Así que… quizá no: en España no está de moda, pero la idea es que se hable de ella como se hace en Australia, en Reino Unido o en EEUU.
Me resulta interesante la breve historia del dinero, el propio concepto del mismo, que maneja la Teoría Monetaria Moderna. ¿Qué papel otorga al Estado en su aparición?
Lo que enseña la Teoría Monetaria Moderna a este respecto puede parecer contraintuitivo, pero cuando se lee, se entiende, se investiga y se asimila, tiene todo el sentido. El problema es que nos cuesta mucho desaprender lo que nos han inculcado. Cuesta muchísimo. Además, la historia ortodoxa del dinero es muy intuitiva, fácil de entender. Tanto es así, que se utiliza en algunos dibujos animados, incluso en algunos capítulos de Los Simpson; no hace falta ser economiza para entenderla. Otra cuestión es si es verídica o si sirve para explicar la realidad…
La teoría ortodoxa, en cuanto a la concepción del dinero, fue desarrollada inicialmente por Aristóteles, luego por Adam Smith y, más adelante, por Carl Menger. Estamos hablando de un periodo comprendido entre el siglo III a.C. y el siglo XX. Pero la clave de todo esto es que en ninguno de esos tres momentos se habían desarrollado investigaciones arqueológicas sobre el origen del dinero. Lo único que podían hacer estos economistas y filósofos era intuir, deducir cómo se había originado el dinero. No tenían pruebas. El propio Menger lo reconoce: esa historia que dice que primero hubo trueque y luego se inventó el dinero, como una unidad de equivalencia para superar sus inconvenientes, es un razonamiento lógico; pero no hay ninguna prueba empírica de que fuera así. Nos suena muy intuitivo, claro: primero la gente se está intercambiando cosas; luego, cuando ve que eso es muy difícil, muy complicado, se inventa o elige una cosa con la cual realizar intercambios equivalentes. Eso nos ha hecho pensar en el dinero como una mercancía que ha surgido de forma descentralizada. Los intercambios comerciales entre individuos se realizaban con mayor facilidad utilizando conchas o plata y, entonces, todo el mundo lo fue imitando hasta que, el final evolutivo de todo el proceso, fue utilizar el oro. Oro como la mercancía perfecta o la más idónea para realizar los intercambios. Esta es la historia que todo el mundo conoce, pero, como digo, no hay evidencia empírica.
A lo largo del siglo XX, sobre todo en su segunda mitad, hay muchas investigaciones que evidencian que no hay ninguna prueba de que esta historia ortodoxa, tan conocida, sea cierta. De hecho, todos los indicios apuntan en otra dirección: si es verdad que el trueque fue muy importante en las sociedades primitivas, debería haber existido un espacio en las urbes para haber podido realizar esos intercambios. Sin embargo, los arqueólogos insisten en que eso no se ha encontrado. Además, las pocas evidencias que hay de los primeros intercambios tienen más que ver con tablillas de arcilla que creaban las propias autoridades en los templos y palacios de comunidades o civilizaciones como la sumeria, la babilónica o la egipcia. Lo que viene a decir la arqueología es que, en realidad, el dinero provenía de las primeras autoridades que inventaron una unidad de cuenta. Y eso es algo muy diferente a crear o utilizar una cosa como una concha o el oro para poder contabilizar, medir y, al final, también realizar transacciones con el resto de la sociedad, que vendía su fuerza de trabajo y productos de varios tipos.
Las primeras unidades de medida, que eran las silas y los deben, en Sumeria y Egipto, eran simplemente eso: unidades de medida como lo podría ser el segundo para medir el tiempo o los metros para medir la distancia. Es decir, eran un invento del ser humano que no tenía forma, no se podía tocar ni oler, sino que era algo abstracto. Eran una magnitud y, como tal, podría crearse de forma indefinida. Las autoridades las creaban y luego las materializaban en tablillas de arcilla, igual que nosotros podemos materializar, en cierto modo, segundos en un reloj. Las tablillas de arcilla materializaban unidades de cuenta que servían para medir valores: has realizado un trabajo como capataz para una obra y yo te pago con una unidad de cuenta que te va a servir para adquirir otros bienes y servicios. Te va a servir para saldar deudas tributarias con las autoridades. Por lo tanto, era una forma de conceder y quitar valor a toda la sociedad que dicha autoridad tenía bajo su rango.
Por ir acabando, vemos que en realidad la utilidad, la motivación de crear el dinero, era redistribuir los recursos reales, es decir, la fuerza de trabajo, los recursos naturales… El dinero, entendido de esta forma, es algo muy diferente al de la visión convencional en la que es una cosa, es algo físico, material, que hay que obtener de la realidad para luego poder utilizarlo. Pero desde el punto de vista heterodoxo, chartalista, que utiliza la Teoría Monetaria Moderna, el dinero es una magnitud empleada para medir valor que es creada por las autoridades, actualmente por los Estados. Y como tal, no hay que conseguirlo de la realidad ni de la naturaleza, sino que simplemente se crea.
Pongo un ejemplo para terminar: no tendría sentido que le dijera a mis alumnos que no podemos dar clase de Economía porque me he quedado sin números. Lo mismo, exactamente, pasa con la cuestión del dinero. No puede haber un gobernante que diga que no puede aplicar una política económica porque se ha quedado sin él. Entendido de esta forma, vemos que el dinero es algo muy diferente a lo que nos han contado y, aunque pueda sonar raro a priori, cuando uno investiga, acaba sonando mucho más lógico. De hecho, ahora realizamos transacciones con Bizum o tarjetas de crédito y se ve muy claro que el dinero son solo números que suben y bajan en cuentas bancarias. Cuando uno realiza una de estas transacciones no piensa que hay dinero que sale de un sitio y va a otro. Es un signo, números que suben y bajan. Porque el dinero es una unidad de cuenta.
Nunca se criticó la creación de dinero de la banca privada a través de la concesión de hipotecas pero, ahora que la Unión Europea ha emitido moneda, regresan los fantasmas de la deuda y la inflación…
Sí, y da mucha rabia. Da mucha rabia porque hay una doble vara de medir impresionante. Los Estados, a través de sus bancos centrales, son los únicos que crean y regulan su unidad de cuenta. En el caso de Europa es el euro, pero conceden permiso a los bancos comerciales para que puedan apalancarse a partir de ella. Es decir, se le da el derecho de crear dinero a los bancos. Es verdad que no lo pueden crear de forma ilimitada, tienen un determinado margen de maniobra, pero pueden crearlo. Un banco, cuando concede un crédito, lo único que está haciendo es incrementar el saldo de una cuenta. Y lo hace sin usar dinero de nadie en concreto, ni siquiera del Banco Central. En algún momento puede que tenga que recurrir a dinero oficial que ha creado dicho Banco Central, pero en el primer momento en el que concede un crédito, no.
Hay otras formas, en general, de inyectar dinero en una economía. Una sería esta que acabo de mencionar. Otra, es la de la expansión cuantitativa. De hecho, los bancos centrales están creando dinero a mansalva para comprar activos financieros en el mercado secundario… Esa es otra vía y es la que actualmente se está utilizando. Y la última vía, que es la más interesante y en la que más se fija la Teoría Monetaria Moderna, es el gasto público. Porque, un cuando Estado gasta en lo que sea, está inyectando dinero en la economía. El déficit público, que significa que hay más gasto que ingreso, es algo equivalente a crear dinero.
Y sí, hay una doble vara de medir. Creo que la teoría ortodoxa no sea cuenta. No es que quien la defiende sea perverso o tonto, sino de que utiliza un marco analítico que no sirve para analizar la realidad. Piensan que los bancos no crean dinero o que, si lo crean, no es una cantidad importante. Pero la realidad es que sí, que cuando conceden un crédito están creando dinero. Y en la burbuja inmobiliaria española anterior a 2008 vimos claramente como los bancos crearon ingentes cantidades de dinero, a cambio, eso sí, de una serie de intereses. Eso fue utilizado para dinamizar la actividad económica, sobre todo para la construcción, pero acabó llegando muchísimo dinero al resto de la economía y vivimos una de las épocas más boyantes de nuestra historia. Nadie decía «esto va a generar inflación» y, de hecho, no hubo una inflación preocupante más allá, precisamente, del ámbito de la construcción. En cambio, en cuanto se utilizó una medida heterodoxa, que tampoco es la preferida por la Teoría Monetaria Moderna, la de la expansión cuantitativa a través de los bancos centrales que inyectan dinero en los mercados financieros, volvió a afirmarse que esto va a ser el caos. Volvió a hablarse de hiperinflación. Era el cuento de todos los días… Y no ocurrió. Ahora toda esa gente está callada, pero vendrán con otras historias. El problema, es que su marco analítico no sirve para explicar la realidad.
Lo que propone a este respecto la Teoría Monetaria Moderna va un paso más allá. En vez de crear dinero para inundar los mercados financieros comprando bonos públicos, activos del sector privado, deberían financiarse políticas públicas que particularmente beneficien a los más necesitados. Para decirlo de forma que se entienda: la creación de dinero debería servir para crear puestos de trabajo con un nivel de salario mínimo; para crear puestos de trabajo para todas aquellas personas que quieren trabajar y no pueden hacerlo. Es un cambio de visión muy radical y, por supuesto, vuelven a decir que esto crearía inflación, pero se olvidan o quieren olvidarse de que los bancos siguen creando dinero. Ese riesgo de inflación no les importa y eso es algo que se tienen que mirar los economistas ortodoxos.
Y permíteme que te diga una cosa: creo que la están haciendo. Poco a poco, pero antes del año 2008 era impensable ver a algún economista ortodoxo, convencional, defender la expansión cuantitativa. Habrían dicho que es una locura que lleva a la hiperinflacion y ahora lo aceptan, han visto que es la única solución que les queda para suavizar el impacto negativo de la crisis. Antes del año 2020 era impensable verles defender que se puede incrementar el déficit público y la deuda pública todo lo que sea necesario. Y eso es lo que está ocurriendo con la pandemia. Se ha permitido porque no ha quedado más remedio. Están aprendiendo a base de palos.
Has dicho que la forma en la que se ha estado creando dinero no es la propuesta por la Teoría Monetaria Moderna. ¿Cuál sería entonces la vía escogida?
La forma idónea es lo que se conoce como «trabajo garantizado». Básicamente, hay tres formas de crear dinero: una, la más habitual, es a través de los bancos privados, que conceden créditos. En la segunda, los bancos centrales crean dinero para comprar activos… Esto siempre resulta algo muy difícil de entender, pero consiste en que se paga inmediatamente la obligación adquirida con quien tiene un bono público y esperaba recuperar su dinero, por ejemplo, en un año. El Banco Central te da el dinero de inmediato, creando dinero, pero es un dinero que solo llega a quien tiene estos bonos públicos: una minoría de la población que ya opera en grandes fondos de inversión, grandes bancos… Es dinero que, como vemos, se queda en el circuito financiero. Por cierto, esta es una de las razones por las que esta estrategia apenas genera inflación, porque no sirve para estimular la compra de bienes y servicios. Finalmente, la tercera vía es la de la política fiscal, que es la que más interesa a la Teoría Monetaria Moderna.
Un Estado cualquiera, tenga soberanía monetaria o no, pueda crear su propio dinero o no, incrementa el saldo de las cuentas bancarias de la economía privada cada vez que tiene déficit público. Incrementa el saldo de las cuentas tanto de las empresas como de las familias. Esa es la vía preferida de la Teoría Monetaria Moderna. Y no debería asustar tanto a la gente. El déficit es una vía de creación de dinero y es una vía tan legítima como la creación de dinero a través de la concesión de crédito o la expansión cuantitativa, en la que los bancos centrales crean dinero para la compra de activos. Dentro de este marco, la Teoría Monetaria Moderna afirma que el mejor mecanismo para inyectar dinero en la economía pública, para no generar inflación y no generar desequilibrios macroeconómicos es el trabajo garantizado. Consiste en que el Estado contrata a todas aquellas personas que quieran y puedan trabajar por un salario mínimo. De esa forma, lo que estás haciendo es crear dinero, sí, pero para inyectarlo en las capas más bajas de la población, las más necesitadas y las que de verdad necesitan tener ese dinero.
No es la típica política keynesiana, como la del plan E del año 2010, que entregó el dinero a las empresas relacionadas con la construcción para que contrataran gente, regando la economía de dinero y generando tensiones inflacionistas. Si en vez de eso, haces que el dinero gotee allí donde lo necesita la gente desempleada, evitas esas tensiones.
¿Supondría eso una ventaja del trabajo garantizado frente a la renta básica universal?
Desde mi punto de vista, sí. Personalmente, creo que la renta básica universal peca de regar la economía con nuevo dinero o con dinero extraído a través de otra fórmula tributaria dual. El trabajo garantizado es una operación de cirujano que va a darle dinero a quien lo necesita, con lo que las tensiones inflacionistas se relajan.
Por desgracia, los últimos planes de reconstrucción europea vuelven a la fórmula keynesiana de los planes masivos que crean y movilizan dinero para canalizarlos, otra vez, a través de las empresas que ofrezcan proyectos de innovación. Ya sabemos que hay poco control y las grandes empresas, las más cercanas a los gobernantes de turno, se llevan los fondos. Pero el problema no es ni siquiera ese. Es que pueden generar una actividad que no sirva para contratar a las personas que están desempleadas. Lo verdaderamente grave, es que estos planes puede que no tengan utilidad. Ese es el problema.
Parte del dinero inyectado a través de los Fondos Europeos llega en forma de préstamo. ¿Existe el riesgo de entrar en una nueva trampa de la deuda?
Hay que matizar que el plan de reconstrucción de la Unión Europea es muy amplio, tiene varios programas y, efectivamente, alguno de ellos está formado por préstamos que los Estados tienen que devolver; pero hay otros, más importantes, que son a fondo perdido. Es decir, no tienen que devolverse. Los Estados deben comprometerse a algunas cuestiones como, por ejemplo, hacer una reforma de las pensiones. Ahí vemos al ministro Escribá intentando hacer una reforma absurda que, en mi opinión, no tiene sentido. Pero es con la lógica de dar cumplimiento a un compromiso con la UE, que pide una serie de cosas, todas muy ambiguas.
Pero sí, los Estados van a incrementar su deuda pública. De hecho, ya lo han hecho. A veces, al hablar de los Fondos de Recuperación Europea, parecen la guinda del pastel, lo más importante que hay. Y en realidad no es así. Para mí, la joya de la corona, lo que de verdad ha revolucionado la economía permitiendo que la crisis del coronavirus no haya sido tan dura como la de 2008, que se alargó durante muchísimos años, es haber permitido a los Estados incrementar su déficit público y la deuda pública todo lo que quisieran. Eso lo aprobaron en marzo de 2020. Primero diciendo: «para el año 2021 lo quitamos». Luego no lo quitaron y para 2022, tampoco. Están haciendo, al fin y al cabo, lo que recomienda la Teoría Monetaria Moderna. Es decir, se está llegando por la vía de los hechos a lo que la Teoría Monetaria Moderna lleva señalando desde los años noventa del siglo pasado: que los niveles de déficit público y deuda pública no importan per se, lo que importan son los efectos macroeconómicos que puedan generar. Limitar el déficit de un país al 3%, como siempre se ha hecho, no tiene ningún tipo de sentido. ¿Aunque no haya riesgo de inflación? ¿Por qué te vas a poner ese límite?
Esa nueva concepción que ha suspendido las reglas fiscales es absolutamente revolucionaria. Pero es algo a lo que se han visto obligados, evidentemente. No lo querían hacer, porque siguen pensando que la deuda pública y el déficit público son malos. Es la evidencia de los hechos lo que ha llevado hasta esto. Ahora, la labor de gente como nosotros, la labor de la Teoría Monetaria Moderna, es decir: ¿veis como no pasa nada? Antes del año 2020 nos estabais martirizando y torturando con que si la deuda pública aumentaba mucho, esto era el caos económico. Y se acaba de ver que no. Claro, ellos siguen diciendo que la deuda pública es demasiado elevada y que en algún momento habrá que devolverla. Es el cuento de siempre, llevamos así toda la vida. Los Estados aumentan su deuda pública y no pasa nada si el Estado tiene un Banco Central respaldando esa emisión de deuda. Y eso es lo que está ocurriendo en este caso.
En el año 2010, 2012, no fue así. Lo que ocurrió fue que el Banco Central Europeo no intervino para chantajear a los países del sur, para chantajear a Italia, a Grecia, a España, para que se apretaran el cinturón. Pero era ideología, no era economía. Ahora que se han visto obligados a suspender las reglas fiscales vemos que la evidencia de los hechos nos ha dado la razón. Si la Unión Europea sigue esta nueva vía, nunca habrá problema de deuda, porque el Banco Central Europeo creará el dinero que haga falta para sostener la deuda pública.
Vamos a suponer que llega un inversor chino y dice: «Devolvedme mis euros porque yo compré deuda pública». Bueno, pues si el Banco Central Europeo está detrás creando dinero para pagar toda esa deuda, nunca habrá un problema de impagos. Si la UE cambia su parecer y vuelve a los orígenes, que es por donde parece que van los tiros; si volvemos a lo de que los Estados no pueden endeudarse mucho y tienen que apretarse el cinturón, que es lo que previsiblemente volverá cuando superemos definitivamente la pandemia, entonces sí podría haber una crisis de la deuda. Sí que podría haber una trampa de la deuda en la que esta no se pudiese incrementar pero los países de la zona euro se viesen obligados a devolverla y, por lo tanto, tendrían que hacer recortes del gasto público, la inversión e, incluso, incrementar impuestos. Está por ver por dónde van los tiros.
Has mencionado la reforma de las pensiones. He visto en tu canal que eres crítico con una política que, explicas, consiste en meter dinero en una hucha para usarlo en el futuro, cuando podríamos crearlo directamente más adelante. De esa forma, no detraeríamos recursos de la economía actual. Por otra parte, siempre pensamos en las pensiones en términos monetarios, pero nunca reflexionamos sobre nuestra capacidad para satisfacer las necesidades de la población del futuro. ¿Qué opinas al respecto?
Sí, es uno de los temas en los que se ve más claramente que la Teoría Monetaria Moderna chirría con los planteamientos teóricos, no solo con los que utilizan los economistas de la derecha, por así decirlo, sino incluso con los economistas de izquierdas de toda la vida. Sindicatos y economistas de izquierda han estado a favor de llevar acabo la última reforma de las pensiones que ha promovido el ministro Escrivá y que consiste, por decirlo rápidamente, en que todos los trabajadores y las empresas paguen un poco más a través de cotizaciones sociales para almacenar todo ese dinero, durante diez años, en la hucha de las pensiones. Así habrá más dinero en el futuro para pagar las pensiones de esos trabajadores, los baby boomers, cuando se jubilen. Es algo que podría parecer lógico a simple vista: almacenar dinero en momento de vacas gordas para utilizarlo en el de vacas flacas. Pero se está partiendo de la consideración de que el dinero es una cosa que puedes almacenar. De nuevo, encontramos esa concepción del dinero como mercancía, como algo que viene de la superación del trueque y que necesitas obtener para, después, poder utilizarlo. Según esta visión, lo puedes guardar en una hucha; pero la realidad es que el dinero son números que suben y bajan en cuentas bancarias. Puedes crearlo a libre voluntad y se está haciendo, que es lo más importante: se han creado billones, con b, de euros y de dólares y de yenes y yuanes. Una maldita barbaridad de dinero que no podemos ni imaginar, para intentar reactivar la actividad económica. Pero lo hacen, como comentábamos antes, a través del mercado secundario: ahí si les vale crear dinero a mansalva. Ahí sí, a espuertas, ¡que los inversores financieros hagan su negocio! Que luego compren viviendas y las pongan en alquiler, empujando al alza los precios del alquiler y de compraventa, que es lo que explica que hayamos vuelto a ver muchísimo dinero circulando en ese sector. En cambio, crear dinero para pagar pensiones está muy mal visto. Es una locura… Es una cuestión ideológica. ¿Por qué crear dinero para rescatar a bancos o para dárselo a los inversores financieros, pero no para pagar una parte de las pensiones?
En realidad, pensémoslo bien, ya se está haciendo: la Seguridad Social no tiene dinero para pagar los gastos de hoy y lo que hace es recibir una cantidad de dinero por parte de los Presupuestos Generales del Estado. Pero es que el Estado tampoco está recaudando todo lo que gasta; se está teniendo que endeudar, lo que supone, al fin al cabo, una vía para la creación de dinero. Y como hay un Banco Central por detrás respaldando esa deuda, pues no hay problema. Por tanto, hoy día ya estamos pagando parte de las pensiones con creación de dinero, lo que pasa que no lo ven. Piensan que eso es dinero de algún inversor privado que viene a través del endeudamiento, cuando en realidad no.
La respuesta a este asunto desde la Teoría Monetaria Moderna es: no te preocupes por ahorrar dinero ahora. No tiene sentido. No tiene sentido que ahora estemos empobreciendo a los trabajadores y a los empresarios para pagar las pensiones del futuro. Cuando haya que pagar las pensiones, ya te preocuparás de lograr la financiación correspondiente.
De lo que sí que hay que preocuparse, y ahí es donde está el desafío planteado por el sistema público de pensiones y el envejecimiento de la población, no es de si tendremos dinero para pagar las pensiones de nuestros baby boomers. La respuesta es que sí, porque el dinero se crea a voluntad. La pregunta importante que hay que hacerse es: ¿tendremos suficiente gente en edad de trabajar para realizar los bienes y servicios, con los recursos naturales disponibles y con la tecnología disponible, para cubrir las necesidades de los pensionistas? Las necesidades de la población mayor. Esa es la pregunta relevante. Y, en mi opinión, se puede responder también de forma relativamente sencilla, aunque esto daría para otro debate. La cuestión es que la Teoría Monetaria Moderna, lejos de la caricatura que se hace (que solo habla de crear dinero), fijémonos si se fija en lo importante que se concentra en los recursos reales: ¿habrá suficiente gente? ¿Habrá recursos naturales? ¿Tendremos suficientes máquinas? Concentrarse solo en el dinero es absurdo porque, como digo, es una invención que se puede crear a voluntad.
En tu papel como divulgador, también has tenido tiempo para repasar la situación del precio de la energía y la luz que consumen la industria y los hogares. ¿Busca la Teoría Monetaria Moderna soluciones concretas a este tipo de situaciones o esto es algo que se sale de su marco analítico?
En realidad, el 90% de toda la Teoría Monetaria Moderna es una mera descripción de la realidad, de la realidad monetaria y financiera. No te ofrece ninguna receta política, no te está recomendando nada en concreto, ni te trata de influir con juicios de valor. Simplemente, es un marco analítico que te está diciendo cómo funciona la realidad.
Luego, está el otro 10%, la parte final del trabajo garantizado del que hablado y que es una prescripción política, una receta. Pero se queda simplemente ahí: la mejor forma de llegar al pleno empleo con estabilidad de precios y sin sufrir inflación es crear empleo para todo el mundo que lo necesite, al nivel del salario mínimo. Ya está, esa es la única recomendación política que da la Teoría Monetaria Moderna.
Entonces, no se mete en temas de empresa pública; no hay ninguna recomendación por parte de ninguno de sus autores en ese sentido. Pero eso no quita que un particular que se acoja a las herramientas teóricas de este marco analítico pueda decir: «Oye, si en realidad el déficit público no es el principal problema, ¿por qué no crear empresas públicas con números rojos». Porque, al fin al cabo, se lo pueden permitir y serviría para alcanzar un mayor bienestar social.
Hoy día, el mercado eléctrico es un oligopolio descarado en el que tres grandes empresas controlan casi todo el pastel y manipulan los precios para sacar una enorme tajada, empobreciendo a la inmensa mayoría de la población. No solo a los ciudadanos, también a las empresas. ¿Por qué no romper ese oligopolio con la expropiación de alguna de esas empresas o con la creación de alguna empresa pública? La pregunta de dónde obtener el dinero no va a suponer un problema, porque según la Teoría Monetaria Moderna no habrá dificultades para financiarlo. Es un conjunto de herramientas que se puede utilizar de una forma u otra.
Termino diciendo que, Milton Friedman, que era un economista absolutamente liberal, de los más reconocidos, utilizaba planteamientos muy similares a los de la Teoría Monetaria Moderna. En realidad, incluso la derecha o economistas liberales pueden valerse esta teoría para implementar sus políticas. Recuerdo un comentario muy bien valorado en un vídeo del canal de Juan Ramón Rallo, uno de los economistas liberales por antonomasia en España, en el que le decían: «Juan Ramón, no critiques tanto la Teoría Monetaria Moderna porque a los liberales nos puede venir bien». Y es cierto, es un marco analítico que puede venir bien para cosas con las que yo a lo mejor no estaría de acuerdo. Dicho lo cual, es verdad que, a través del trabajo garantizado, la Teoría Monetaria Moderna te empuja un poco a realizar políticas socialistas, de izquierda.
Precisamente desde la izquierda, desde postulados marxistas, se critica que la Teoría Monetaria Moderna necesita apoyarse en instrumentos e instituciones que no se dejarán doblegar.
Es una pregunta muy ligada con lo anterior. Como la Teoría Monetaria Moderna es un marco analítico, puede utilizarse para un montón de cosas. Mayoritariamente, para recomendar el trabajo garantizado, que en absoluto es revolucionario, no es la expropiación de los medios de producción, no es la conquista del socialismo; es, simplemente, tratar de que la gente que quiera trabajar y no pueda hacerlo, tenga un empleo en unas condiciones dignas. Que no es poco. Yo como, miembro del Partido Comunista, podría decirte: «Me parece insuficiente», etc. Vale. Pero ya es un avance considerable en comparación con lo que hoy día tenemos.
Pero yo voy más allá. Muchos partidarios de la Teoría Monetaria Moderna creemos que podemos utilizarla para llegar mucho más allá. Para, no solo quedarnos en el pleno empleo y la estabilidad de precios, que ya es bastante, sino para cambiar la forma de concebir la economía y, así, superar el sistema económico capitalista. Porque muchas veces veo, y esto son ya cuestiones de política económica, que la izquierda siempre tiene muy claro su proyecto político: anticapitalista, antiimperialista, ecologista, feminista… Pero cuando llega la pregunta de dónde sacar el dinero para todo eso, acaba trastabillando, acaba dudando. Se suele referir a los paraísos fiscales, dice que hay que aumentarles los impuestos a los ricos… Pero, en realidad, es una calle sin salida. La Teoría Monetaria Moderna permite saltarla. No te preocupes por eso. Ese es el menor de nuestros problemas. Ten claro tu objetivo político y a muerte con ello. La pregunta de la financiación no es relevante: no hay necesidad de recaudar impuestos de los más ricos para llevar a cabo nuestras políticas.
Muchos miembros de la Asociación Red MMT, a la que pertenezco, consideran que se puede llegar al socialismo partiendo de estas bases. Vamos a crear un trabajo garantizado para empezar, pero es que, además, podemos utilizar la palanca del Estado y, sabiendo que el déficit público no es el principal problema, podemos generar empresa pública, expropiar, llegar a una situación que se parecería más a un modelo socialista que a uno capitalista.
Entonces, yo creo que es una herramienta que tiene un potencial tremendo y lamento que haya muchos marxistas que se hayan cerrado en banda y hayan dicho que esto es un simple parche al capitalismo, que no se centra en lo importante y que es una trampa. Lo lamento porque, bueno, yo me considero también marxista. He aprendido mucho del análisis marxista y creo que la Teoría Monetaria Moderna se puede utilizar para objetivos tan nobles como alcanzar el socialismo y que nadie sea explotado por otra persona.
Más allá de esa crítica, la Teoría Monetaria Moderna tiene enfrente la ortodoxia económica, con una posición dominante no solo en los medios, sino también en la Academia. El lugar en el que se forman los nuevos economistas.
Así es. Yo, como estudiante, ya lo veía en algunos aspectos. Y ya había una un movimiento de cierta importancia a nivel internacional que denunciaba que, en las facultades de Economía, se enseñaba algo que no servía para explicar la realidad. Que servía a los intereses de los más ricos y de los más poderosos.
La evolución de la teoría económica en este sentido es muy fácil de entender: a aquellos economistas que propusieran cosas que iban en contra de los poderosos, había que quitarles la voz; había que apartarlos, había que tratar de que sus ideas no llegasen a ningún lado. En cambio, los que proponían lo que convenía a los poderosos, aunque lo que dijesen no tuviese ningún sentido y no sirviese para explicar la realidad, a esos sí les dieron voz, les dieron altavoces para hablar. Claro, acabamos teniendo manuales de Economía que explican la realidad muy mal, pero sirven a los intereses de los poderosos. La denuncia que se hace desde hace muchísimo tiempo es que las facultades de Economía no están actualizadas, están obsoletas, ancladas en una teoría económica que no sirve para explicar la realidad.
Pero la verdad es que se están dando pasos. No tanto porque haya un movimiento crítico, que está bien que lo haya; es importante que haya un caldo de cultivo que vaya empapando a la gente. Lo que ha ocurrido es que la realidad manda y, como decía antes, ¿qué economista ortodoxo hubiese defendido antes de 2008 que el Banco Central Europeo se pusiese a crear dinero a mansalva? Ninguno. Y ahora se hace y los manuales de Economía se están reinventando, obviamente, porque no les queda otra. Se tienen que adaptar a la realidad porque, si no, es muy descarado. Ahora, las reglas fiscales ya no parecen tan sacrosantas y no me extrañaría que, dentro de unos cuantos años, los manuales de Economía se hayan adaptado a esto.
Y termino con lo siguiente: el Banco de Inglaterra y muchas reservas federales, muchos centros y sucursales de la Reserva Federal de EEUU, hace tiempo que han denunciado (¡los propios bancos centrales de países dominantes! Impresionante.) que los manuales de Economía explican mal, por ejemplo, la creación del dinero bancario y la operativa de los bancos privados. Vemos como los bancos centrales, que están mucho más ligados a la realidad, hace tiempo que se han dado cuenta que los manuales que estudiamos no tienen sentido. Sin embargo, tenemos un ejército de economistas formado en esa teoría que no sirve para explicar la realidad. Y cuando ahora aparece gente que dice cosas más realistas, nos tachan de locos.
A ellos les chirría, creen que no hemos estudiado Economía, cuando en realidad la evolución que hemos tenido es la superación de su punto de vista. Estudiamos lo que ellos piensan y recomiendan, lo que pasa es que, desde mi punto de vista, lo hemos superado porque seguimos estudiando e investigando. Yo entiendo a la gente: les explota la cabeza con lo que decimos. Se preguntan cómo es posible que estemos diciendo esto. Y lo entiendo porque a mí me ocurría lo mismo. Por eso tenemos que tener paciencia y, bueno, seguir intentando convencer a la gente. Lograr que lean, que entiendan lo que propone la Teoría Monetaria Moderna, porque de verdad creo que, si uno le dedica tiempo, acabará viéndolo. Para mí, no hay otro camino, no hay otra vía.
Para ir acabando, quería preguntarte por el esfuerzo que estás volcando, a través de tu blog y tu canal de YouTube, en la divulgación. ¿Qué importancia otorgas a dar estas batallas a través de este tipo de medios?
Muchísima. Muchísima porque, como bien has dicho, es muchísimo esfuerzo el que estoy poniendo por mi parte. Creo que la gente desconoce la cantidad de trabajo que hay detrás de todos estos formatos audiovisuales. Yo mismo, al principio, no era consciente. Ahora… ahora sí lo soy (risas). Y no me arrepiento, ¿eh? A pesar de las de trabajo que hay que echarle. Porque es un formato mucho más atractivo para cierto público. Veo que hay personas que todavía prefieren leer artículos o libros, por eso he escrito uno que recoge todo lo que tenía en una serie de capítulos, de vídeos, en una lista de reproducción de mi canal de YouTube. Pero creo que, cada vez más, la gente prefiere el formato audiovisual: ver a una persona que le explique las cosas, que utilice infografías, recurso gráficos… Porque viene bien y, algunos temas, si los explicas con gráficos, te quedan mucho más claros. Eso no lo puedes hacer en un libro o no te va a salir igual de bien, no se va a ver tan claro.
Además, creo que en el espacio de YouTube hay muy poca heterodoxia económica. Muchísima gente llega a mi canal diciendo que le parece un oasis en el desierto. Al contrario de lo que pasa en Twitter, en donde hay más voces de izquierda, YouTube está un poco, o más bien bastante, derechizado. Al menos en lo que tiene que ver con la Economía. Y creo que este espacio hay que conquistarlo, como hay que conquistar otros muchos. Y, la verdad, estoy muy satisfecho con lo que está ocurriendo. Hay un crecimiento en mi canal, poco a poco, que está llegando a una cantidad de gente que yo no esperaba. Me parece que cuando yo escribo un artículo no lo ven cinco mil personas, ni dos mil, ni mil. En cambio, cuando publico un vídeo puede llegar incluso a más treinta mil visualizaciones. Eso para mí sería impensable en una charla o en un artículo.
Pero lo más importante, aparte del formato, es que es un repositorio. Eso me parece crucial, porque yo tengo muchísimos artículos en mi página web que han quedado en el olvido; muchísimos artículos en periódicos importantes de los que ni yo me acuerdo. En cambio, el vídeo queda ahí y se puede utilizar para enlazar, existen muchas posibilidades para recuperar y recomendar vídeos antiguos… Me parece una excelente forma de avanzar y seguiré intentando darle caña.
Los otros, además, están fuertes en la red. Los canales de la ortodoxia vienen dopados de casa… Es una batalla a la contra, como todas, así que acabemos con una contradicción: ¿Cómo lidiamos con todo lo que supone utilizar estas plataformas, con la carga ideológica y económica que ello conlleva?
Es la historia de siempre… Es lo mismo que nos ocurrió con las luchas obreras, en las que lo trabajadores tenían menos recursos, menos altavoces, menos periódicos en los que dar salida a sus reivindicaciones. Y lo mismo ha ocurrido en las redes sociales y con los medios. Yo recuerdo que escribía un artículo y al pensar en dónde podía colocarlo, pues claro, eran medios con muy poca difusión, con muy poco alcance. En cambio, los economistas de derechas tienen de todo: recursos, espacio mediático… A mí me han llevado a algunos debates televisivos, a algunos programas en prime time con muchísima audiencia, pero siempre para pelear, para dar espectáculo peleándome con el economista de derechas, con el economista liberal. Yo no aparezco con una pizarra explicando las cosas… A mí o a cualquier otro economista de izquierdas nos llevan para pelear. Quien tiene el poder va a hacer lo posible para que no salgan adelante ideas subversivas. Y en YouTube pasa lo mismo. Se ve claramente: ¿Cómo es posible que algunos canales tengan tantísimo recorrido, tantos recursos, tantas publicaciones, con el trabajo que exige todo eso?
Por ver algo de luz y esperanza en todo esto, hay algunas iniciativas, por ejemplo una de UGT, que hablan de democratizar este tipo espacios, que denuncian los algoritmos y buscan espacios alternativos. En cualquier caso, va a ser muy difícil que se pueda alcanzar la cobertura y el alcance de los medios dominantes, que vienen siendo desarrollados por grandes empresas que ya sabemos qué tipo de principios tienen. Pero… hay que dar la batalla donde sea.
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