El crimen gobierna en Haití – 21 de noviembre
Haití tiene nuevo primer ministro, pero el gobierno sigue en manos del crimen. Alix Didier Fils-Aimé es el jefe de un Ejecutivo en el que cambian diez ministros y ocho siguen donde estaban. Al jefe de la coalición de bandas no le gusta. Jimmy Cherizier, alias Barbecue, ha lanzado una ola de terror en el área metropolitana de Puerto Príncipe. Los ataques han alcanzado a los aviones del aeropuerto internacional de la capital. Miles de personas han tenido que irse de sus casas por el aumento de la violencia. Médicos sin Fronteras ha cerrado actividades. De nada ha servido la presencia de los cascos azules de la ONU liderados por Kenia. La Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad da por supuesta una paz que en Haití es una quimera.
Doce millones de personas viven en Haití y más de la mitad, en la miseria. El setenta por ciento no tiene trabajo. La minoría blanca y mulata, el cinco por ciento de la población, controla el gobierno. Alix Didier Fils-Aimé forma parte de esa élite. Como Ariel Henry, presidente hasta abril de este año. Antes había sido ministro del Interior y bajo su mandato florecieron las pandillas. Barbacoa era policía. En Puerto Príncipe tienen tanto poder que la mitad de la población no puede moverse con libertad para conseguir comida. Las bandas están vinculadas a empresarios como Gilbert Bigio, cónsul honorario de Israel en Haití y líder de la comunidad judía local. Canadá lo ha sancionado por financiar a las cuadrillas de bandidos. El crimen siempre tiene padrinos.
Las elecciones en Haití están suspendidas desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse. Sucedió en julio de 2021. Lo ametrallaron en su propia residencia mientras dormía: doce balas en pecho, brazos, pierna derecha y cadera izquierda. Los asesinos fueron mercenarios colombianos contratados a través de una empresa de seguridad estadounidense. Es la misma compañía que estuvo tras el intento de magnicidio del venezolano Nicolás Maduro. Algunos de los matarifes tenían contactos con el FBI y la DEA, según el Miami Herald. Miembros de la élite haitiana, en el país y en Estados Unidos, fueron señalados como autores intelectuales. También procesaron a su viuda, a un ex primer ministro y al jefe de la policía. No ha habido juicio.
La justicia universal no se aplica en Haití. Ni ninguno de los convenios o tratados que velan por la dignidad de los seres humanos. Tampoco el Orden Basado en Reglas de Estados Unidos: ni siquiera papá revólver protege a sus hijos. En Puerto Príncipe solo cabe la esperanza del mar porque en la tierra ya se ha acabado y para llegar a República Dominicana hay que cruzar un río llamado Masacre; Dajabón, en lengua de los taínos. De aquel pueblo precolombino quedan las palabras: Caribe, Piragua, Huracán. O Barbacoa, como llaman al brutal líder pandillero, honestamente criminal en un Haití convertido en frontera: sin bien, ni mal, sólo el fuego.
Extramuros es una columna informativa de Efecto Doppler, en Radio 3.
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