Historia del movimiento ultra en España (I). Los orígenes (1975-1988)
En los últimos meses el mundo ultra del fútbol ha vuelto a situarse en el ojo de los medios de comunicación y por tanto a ocupar decenas de páginas y artículos. Pero, ¿hasta qué punto es conocido este fenómeno en España?
El hincha desconocido
A día de hoy existe un nuevo replanteamiento por parte de los estamentos futbolísticos españoles, léase Liga de Fútbol Profesional (LFP), Consejo Superior de Deportes (CSD) y Real Federación Española de Fútbol (RFEF), en relación a los grupos ultras del fútbol español. Su idea es poner coto a las actividades de los grupos ultras dentro de los estadios, argumentando que lo que se pretende es acabar con la violencia en los campos españoles, cuando, sin embargo, los incidentes han venido históricamente sucediendo fuera de ellos. Muchos comentarios hemos oído (y leído) en las últimas fechas al respecto de este fenómeno, el mundo de los grupos ultras, el cual se da en todas las gradas de Europa (desde hace décadas) y mundiales (desde hace unos pocos años). Es decir, en todas las latitudes y longitudes del universo futbolero.
Pero, ¿realmente conocemos el fenómeno del movimiento ultra en España? ¿Conocemos sus orígenes, su desarrollo a lo largo de décadas, su idiosincrasia, sus motivaciones e ideales? La respuesta es clara: no. Lo que nos cuentan los estamentos deportivos y los grandes medios de comunicación es una realidad deformada y maquillada, sutilmente manipulada, que se sirve de episodios nefastos (y que sí son ciertos) para exagerarlos y empaquetarlos de cara al consumidor con unos fines que nada tienen que ver con los que oficialmente se argumentan. Se disfraza de causa noble algo que no lo es tanto y que tiene que ver más con el control de las voces discordantes de los estadios dentro de una política clara: la de convertir el fútbol español en un producto vendible en el exterior, siguiendo el patrón de la primacía del espectáculo de ocio para masas, buscando consumidores en todas las esquinas del planeta y abandonando de forma descarada la idea tradicional de que los equipos de fútbol son una comunidad humana formada por aficionados leales a unos colores y provistos de una historia y unos símbolos propios y bien definidos.
El germen italiano
Empecemos por el principio: ¿qué son los grupos ultras del fútbol y dónde nacen? El movimiento ultra como tal nace en Italia a finales de la década de los años sesenta, con los primeros grupos que incluyeron en su nombre dicha palabra. El consenso dentro del movimiento italiano apunta que los primeros fueron los Ultras Granata del Torino, F. C. y los Ultras Tito Cucchiaroni de la U. C. Sampdoria, ambos en 1969. Sin embargo, unos años antes, en la década de los cincuenta, ya había comenzado un proceso de creación de grupos de hinchas organizados dentro de las gradas transalpinas. La historia del tifo organizado en Italia se puede situar a principios de los años cincuenta, cuando los aficionados de los principales equipos italianos comienzan a organizarse y se fundan los primeros clubes de hinchas del país (los equivalentes a las peñas en España). Con la rápida difusión del fútbol en la posguerra, estos clubes de hinchas se expanden rápidamente e involucran a grupos de aficionados de todas las ciudades italianas. Ya en los últimos años, aparecen las primeras banderas de grandes dimensiones en los estadios.
No es hasta finales de los sesenta cuando se produce el nacimiento de los ultras. Es entonces cuando aparecen los primeros colectivos formados por grupos de jóvenes (entre los quince y los veinte años de edad) que deciden vivir los partidos de su equipo de una forma alternativa e innovadora, ya que nadie antes de esa fecha lo había hecho. Estos jóvenes decidieron ubicarse en el centro de la curva de su estadio y comenzaron a exponer las pancartas con los nombres de los diversos grupos, además de banderas con los colores de su equipo. La característica principal de estos nuevos grupos es la participación activa en los partidos, a diferencia de lo que siempre se hizo, a través de la animación. A la vez, desarrollan un sentido de agregación que se convertirá en un elemento clave en todos los grupos ultras. La palabra para definirse no es gratuita: «ultra», palabra procedente del latín que significa «más allá».
También durante este período aparecen en los estadios italianos las primeras trompetas y tambores (existentes anteriormente en los grupos de aficionados brasileños denominados torcidas) y las bufandas a imitación de los hinchas ingleses, que se extienden para mostrar los colores de su equipo creando un efecto visual impresionante. Asimismo, hacen su entrada en los estadios italianos los primeros botes de humo, cohetes y bengalas que dan vida a la primera coreografía real. Es en los años setenta cuando la fiebre del tifo se convierte en una parte cada vez más integral del Calcio y de las curvas nacen con más frecuencia coros y cánticos de aliento para su equipo: así los aficionados se convierten en el «duodécimo jugador».
Otros elementos fundamentales que aparecen dentro del universo ultra son la violencia y la política. Con la llegada de los ultras crecen significativamente y se multiplican los enfrentamientos entre jóvenes de diferentes facciones, aunque siempre habían existido episodios de violencia ligados al fútbol. Este es el caso por ejemplo de los partidos Torino, F. C. – U. C. Sampdoria y A. S. Roma – S. S. Lazio (el derbi de Roma), ambos en 1974, con peleas violentas en las curvas de los estadios entre facciones opuestas, lo que obligó a la policía a intervenir con gas lacrimógeno. A partir de entonces los episodios de guerra entre grupos serán una constante dentro del movimiento ultra italiano. Por lo tanto, en efecto, los enfrentamientos entre grupos ultras rivales han existido, existen y existirán. Pero lejos de ser una caza al aficionado o hincha normal del equipo rival, como nos quieren hacer creer los grandes medios de comunicación, los enfrentamientos son solo entre los propios miembros de los grupos ultras, es decir, es un fenómeno voluntario y el que decide aventurarse a vivir el movimiento ultra sabe a lo que se atiene. El hincha o aficionado normal no participa en este aspecto y está al margen de los enfrentamientos entre grupos ultras. No obstante, conviene señalar que no todos los miembros de estos colectivos, ni mucho menos, participan en los incidentes con grupos opuestos: muchos ultras solo se dedican a la animación y todas las actividades de soporte a su equipo (tifos, elaboración de material, viajes, etc.). También en esos años aparecen las primeras exhibiciones de política en las gradas italianas, predominando por entonces los grupos de tendencia izquierdista, que solían colgar pancartas con la imagen del Che Guevara. Grupos como la Fossa dei Leoni del A. C. Milan o la Fossa dei Grifoni del Genoa, C. F. C. son ejemplo de ello. Años más tarde aparecerían símbolos de la ideología contraria, sobre todo en la década de los ochenta, aunque hinchadas como la del S. S. Lazio, Hellas Verona, F. C. y U. S. Triestina siempre han destacado por ser de derechas.
La época de mayor apogeo del movimiento ultra en Italia es la década de los años ochenta, donde las curvas italianas están a rebosar de jóvenes ultras dispuestos a dar todo por los colores y por su ciudad. Es precisamente en esta década, con la celebración del Mundial de España en 1982, cuando muchos ultras italianos se desplazan a España para animar a su selección (que a la postre se proclamaría campeona comandada por la prolífica actuación de Paolo Rossi) y, junto con los supporters ingleses, marcan el camino a seguir a muchos jóvenes españoles que decidieron adoptar el modelo de animación transalpino e incorporarlo a las gradas de los estadios españoles.
El desembarco en España
No obstante, el fenómeno ya existía en pequeñas dosis y ya antes del desarrollo de la cita mundialista en España se habían creado los primeros grupos protoultras de la liga española: Biris Norte (llamados en sus orígenes Peña Biri-Biri) del Sevilla, F. C. en 1975 (esta fecha es polémica y no todos reconocen a los de Nervión un temperamento ultra en este momento), Las Banderas del Hércules, C. F. en 1977 (aunque no asumirían el carácter totalmente ultra hasta años después), Ultras Sur del R. Madrid en 1980 (como segmento dentro de la peña juvenil Las Banderas que ya se situaba en el Fondo Sur de Chamartín), Boixos Nois del F. C. Barcelona en 1981 (aunque con orígenes en unos jóvenes azulgranas denominados Los Morenos), Ultra Boys del R. Sporting de Gijón en 1981 (aunque de aquella con el nombre de Hinchada Fondo Sur), la Peña Mújika de la Real Sociedad en 1981 (coincidiendo con la primera liga conquistada por el equipo guipuzcoano en toda su historia), Herri Norte del Athletic de Bilbao en 1981 (que durante unos años se llamaron Herri Norte Boys siguiendo el modelo ultra italiano y que posteriormente adoptarían el modelo hooligan británico bajo las iniciales de H. N. T., siendo los bilbaínos los mayores representantes de esta tendencia de las gradas futboleras en la liga).
Pero es a partir de la cita mundialista cuando más grupos surgen y el fenómeno se extiende por toda la geografía española: Frente Atlético del Atlético de Madrid en 1982 (aunque con antecedentes en la peña Fondo Sur nacida a finales de los años sesenta), Brigadas Amarillas del Cádiz, C. F. en 1982 (siendo el primer grupo ultra de España en utilizar en su nombre la palabra Brigadas a imitación de las Brigate Gialloblù del Modena, F. C. italiano), Abertzale Sur del Athletic de Bilbao en 1982, Gaunas Sur del C. D. Logroñés en 1982, Jove Elx del Elche, C. F. en 1982, Ultra Yomus del Valencia, C. F. en 1983, Frente Onuba del Recreativo de Huelva en 1983, Ultras Violetas del R. Valladolid en 1984, Brigadas Blanquiazules del R. C. D. Español en 1985 (siendo creado por los primeros skins de España), Ultras Levante del U. D. Levante en 1985, Ligallo Fondo Norte del R. Zaragoza en 1986, Juventudes Verdiblancas del R. Racing de Santander en 1986, Frente Bokerón del C. D. Málaga en 1986 (a día de hoy siguen animando al Málaga, C. F., el sucesor del desaparecido C. D. Málaga a través del filial de este último, el Atlético Malagueño), etc.
Otro punto de inflexión importante en el germen de nuevos grupos en la liga española llegaría con las noticias que iban apareciendo en los medios de comunicación de manera recurrente en relación a los episodios que protagonizaban los jóvenes ultras españoles y que tendría su punto álgido en 1987 con el programa En Familia de TVE, presentado por Iñaki Gabilondo. El periodista conectó en directo con miembros de Ultras Sur, Boixos Nois y con otro grupo de muy reciente constitución que estaba dando mucho que hablar: los Supporters Gol Sur del R. Betis (fundados en 1986 aunque con orígenes en la peña El Chupe).
Es entonces cuando el movimiento se hace ya imparable en toda España y surgen nuevos grupos en todos los campos españoles. Indar Gorri del C. A. Osasuna en 1987, Riazor Blues del R. C. Deportivo de la Coruña en 1987, Celtarras del R. C. Celta de Vigo en 1987 (aunque asumirían el modelo hooligan británico, al igual que sus hermanos bilbaínos de Herri Norte Taldea), Frente Orellut del C. D. Castellón en 1987 (con antecedentes en otro grupúsculo fundado en 1978 llamado Ultra Torre), Brigadas Azules del R. Oviedo en 1988 (aunque con antecedentes en otras peñas de animación juveniles como la Brigada Azul Universitaria), Granas Sur del R. Murcia en 1989, etc.
En esos primeros años la organización de los grupos era muy anárquica y nada jerarquizada, primando la espontaneidad. Además, no existían bufandas de equipos españoles (ni por supuesto de los grupos) más allá de las denominadas «bufandas de la abuela», es decir, las tejidas de forma casera. Los bufandeos se realizaban con bufandas de equipos extranjeros (que sí llevaban años produciéndose en Inglaterra y en Italia) y que eran compradas en viajes que se realizaban a dichos países o traídas directamente por algún familiar. Otro aspecto importante a destacar en los inicios del movimiento ultra español es el de la presencia de las tribus urbanas más comunes de aquellos años ochenta en los grupos ultras: es notable la presencia de mods en Ultra Boys del R. Sporting de Gijón; de heavies en Ultras Sur del R. Madrid, en Ultras Violetas del R. Valladolid o en Supporters Gol Sur del R. Betis; de skins en Brigadas Blanquiazules del R. C. D. Español; o de rockers en Brigadas Azules del R. Oviedo. Es decir, existía un claro trasvase de la calle a las gradas, y el fútbol como deporte aglutinador popular no era ni más ni menos que el reflejo de parte de la juventud de entonces de las calles españolas.
El final de la primera época de los ultras españoles
Al igual que sucedía en Italia, los primeros incidentes se producen entre grupos opuestos y van surgiendo las primeras amistades y enemistades. De esos primeros años data la amistad entre Ultra Boys y Herri Norte que años después se convertiría, sin embargo, en una de las enemistades más enconadas del fútbol español. Uno de los hermanamientos más importantes e influyentes del movimiento ultra español, el de Ultras Sur y las Brigadas Blanquiazules, data de finales de los años ochenta (el acercamiento estuvo curiosamente precedido por las buenas relaciones de los barceloneses con el Frente Atlético), en lo que sería un hermanamiento no solo futbolero sino también político. He aquí una de las características principales y propias del movimiento ultra español: la excesiva politización de los grupos sería, a partir de ese momento (más o menos de 1988 en delante), el eje que determinaría las relaciones amistad-enemistad (salvo excepciones) en los grupos españoles. Si bien es cierto que la exhibición de símbolos políticos es algo que ha sucedido en todos los fondos europeos (Inglaterra, Italia, Francia, Portugal, etc.), en el caso español no es solo que se exhibieran de manera puntual en un fondo concreto, sino que en muchos casos esto se convertiría en el principal motor de generación de enemistades y amistades anteponiéndose, en muchos casos, a las rivalidades y amistades históricas relacionadas con el fútbol. Con esto no queremos decir que todos los miembros de un grupo ultra estuviesen politizados pero sí que en muchos casos las decisiones en cuestión de relaciones con terceros eran tomadas según parámetros políticos.
Pero esto merece capítulo aparte. Lo trataremos en próximas entregas de este dossier sobre la historia del movimiento ultra en España para advenedizos en este mundo de las gradas. Entendemos que los miembros (históricos y recientes) protagonistas de los diferentes grupos ultras, en menor o mayor medida, conocen la idiosincrasia y orígenes del movimiento ultra español, no así el público en general.
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Fue una época dura y de toma de contacto. Tragedias como la de Heysel en 1985 y los altercados de Ovideo en 1988 despertaron a las más altas autoridades ante este fenómeno obrero y hooligan. Los antisistemas se habían hecho dueños y señores del fútbol europeo.