La belleza duele, la pobreza más: el incendio de la Torre Grenfell – 21 de junio de 2017
La Torre Grenfell de Londres ardió por quedar bonita. Y la gente se quemó dentro porque solo había una escalera de emergencias, porque las alarmas no funcionaron, porque la consigna de seguridad en esa Inglaterra en escapada es «si hay fuego, quédate en casa». «Stay put». A la torre la habían maquillado porque no pegaba un edificio de 24 plantas en 67 metros construido a principios de los años setenta para alojar a trabajadores en uno de los barrios más lujosos del mundo. El marrón de la Torre Grenfell tenía prohibido desentonar en Kensington and Chelsea y por eso lo taparon con paneles de plástico gris y blanco. Fueron fuego por un frigorífico estropeado y, seguramente, vacío.
La belleza duele. La pobreza, más. Sobre todo cuando es tan visible a los ojos de la riqueza. En el barrio de Kensington se paga el metro cuadrado a partir de 25.000 euros. Ahí tienen casa Kylie Minogue, David y Victoria Beckham, y la familia Sainsbury, que son los Roig-Mercadona en británico. Por allí también circulan Elton John, Robin Williams, Damon Albarn y Stella McCartney. Estos tienen mansión en Notting Hill, el barrio famoso por el carnaval caribeño que se ve, o se veía, desde la Torre Grenfell. Los negros y los pobres bailan bien y ríen mejor: la pobreza es encantadora cuando el lujo solo tiene que convivir con ella una vez al año.
Uno de los arquitectos de la Torre Grenfell decía hace poco que el edificio estaba óptimo, capaz de resistir cien años. Así, recio, se construía en el estilo brutalista, el de la Torre Grenfell y de tantos otros rascacielos pensados para meter en espacios baratos a los trabajadores de las insalubres barriadas del centro. Los hay en toda Inglaterra. Parados. Solitarios. Hormigón para la working class a la que no se puede mandar más lejos. El urbanismo es tan clasista como la arquitectura, por muy inocentes que parezcan el plano y el cartabón. Aunque mantienen las formas. La empresa que recubrió la Torre con plástico ha retirado las fotos del trabajo de su web «en señal de respeto».
La imagen más famosa de la desigualdad urbana es la de la favela Paraisópolis, en São Paulo. Allí viven 70.000 personas. Al lado, Morumbí, casi un Kensington and Chelsea brasileño. El fotógrafo Tuca Vieira retrató los dos mundos desde un helicóptero. A la izquierda, la miseria; a la derecha, canchas de tenis y rascacielos con una piscina por balcón. La foto se hizo popular en una exposición titulada Ciudades globales. Fue en la Tate Modern de Londres. En São Paulo se suele quemar una favela al año, pero no mueren tantos de golpe como en la Torre Grenfell. A los muertos ni siquiera se les recuerda en Carnaval, donde siempre hay una risa pobre y feliz para olvidar y animar el baile.
Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este tumblr.
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