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Los auténticos Indiana Jones: T. E. Lawrence, Lawrence de Arabia

El de hoy es muy probablemente el más famoso de los personajes de los que nos vamos a ocupar en nuestra búsqueda del auténtico Indiana Jones; precisamente por ello, es el que menos presentación preliminar necesita. Creo que todo el mundo ha oído hablar, siquiera remotamente, de este personaje; no obstante, es muy posible que muchos lo conozcan sobre todo por su versión cinematográfica o que solo tengan conocimiento de sus acciones en Oriente Próximo, durante la Primera Guerra mundial. Esa fama, casi universal hace unos pocos años y quizás hoy algo disminuida, oculta un personaje muy interesante, pero rodeado de incertidumbres. Lawrence de Arabia (o T. E. Lawrence) es un personaje rodeado de polémicas y conformado por opiniones contrapuestas.

En 1962 se estrena la producción que quizás más haya contribuido a la supervivencia popular de su figura, la magnífica Lawrence de Arabia (Lawrence of Arabia, David Lean), un fresco de proporciones épicas que combina magistralmente el retrato del personaje, complejo y contradictorio, con las escenas de masas y un escenario natural impactante. El film comienza con la muerte de Lawrence en una de las escenas iniciales y luego se lanza a un largo flashback en el que vemos a toda una serie de personajes históricos ofrecer distintas reminiscencias póstumas del personaje, señalando ya el carácter complejo de su figura: la película fue un éxito masivo, por supuesto, y ganó siete Oscars, entre otra plétora de premios y menciones. Las inconsistencias, dramatizaciones necesarias y errores de guion, algunos flagrantes y otros más sutiles, son ya, posiblemente, inseparables del personaje. Quizás haya sido eso, precisamente, lo que le ha garantizado una inmortalidad que supera y a la vez oculta el recuerdo de su vida real, que aquí intentaremos recordar sucintamente.

Thomas Edward Lawrence (1888-1935), conocido por sus amigos y familiares como Ned y por el mundo entero como Lawrence de Arabia, nació en Tremadoc (Gales). Era el segundo de los cinco[1] que tuvieron el aristócrata anglo-irlandés Sir Thomas Robert Tighe Chapman y una mujer de origen humilde, llamada legalmente Sarah Junner. Ambos utilizaban, sin embargo, el apellido Lawrence, ocultando la naturaleza de su unión (él había abandonado a su esposa y a sus hijas legítimas para fugarse con Sarah) con constantes traslados[2].

Durante su infancia, Lawrence residió brevemente en Gales, en Escocia, en la Bretaña francesa y en la isla de Jersey antes de establecerse definitivamente en la ciudad de Oxford, en 1894. Esta ciudad, con sus edificios de estilo medieval y su universidad, sería muy importante en su formación. Se aficionó, ya en secundaria, a realizar copias de grabados medievales, ofreciendo además sus servicios como arqueólogo aficionado al famoso Museo Ashmolean.  Le gustaba hacer largas expediciones en bicicleta, que se llegaron a extender hasta Francia en alguna ocasión, en busca de castillos, iglesias y tumbas. Él mismo cuenta que, frustrado quizás por sus crecientes tensiones con su madre, muy religiosa, se fugó en 1905 para unirse a un regimiento de artillería, aunque la experiencia fue breve.

La descripción física de Lawrence no puede ser más distinta de Peter O’Toole, que lo encarnó en el cine: de corta estatura (no superaba el 1,65) y un rostro no particularmente agraciado, con una frente amplia y mandíbula prominente, contrastaba con algunos de sus hermanos, considerados más tradicionalmente atractivos. Aunque ya de niño demostró una indiferencia total a los deportes de equipo, era aficionado a los de resistencia individual, desafiando sus límites con largas caminatas y demostrando su resistencia a los elementos durmiendo a la intemperie o pasando jornadas enteras sin dormir.

La sexualidad de Lawrence es objeto de mucha literatura y, como tantas cosas en torno a él, imposible de confirmar completamente y a gusto de todos. Muchos testimonios de sus amigos, especialmente tras la guerra, hablan de su rechazo al contacto físico y a la intimidad en general, pero es posible que fuera una fachada o señal de una fuerte represión de sus deseos. Es indiscutible que no se le conocen relaciones de naturaleza romántica con mujeres y que algunas de sus amistades masculinas, especialmente con el joven árabe llamado Dahoum durante sus tiempos como arqueólogo sí parecen tener estas connotaciones. También lo es que muestra una tolerancia, adelantada a su tiempo, ante las relaciones homosexuales en otros (incluyendo un largo pasaje en su narración de la revuelta árabe en la que explica las relaciones surgidas entre algunos de sus soldados), pero ninguna de estas afirmaciones parece referirse a sí mismo directamente. También se ha dedicado mucho espacio a posibles tendencias masoquistas, pero igualmente carecemos de la confirmación personal sobre las mismas (o la explicación de episodios extraños en su vida adulta que lo señalan) y algunos de los testimonios son ciertamente dudosos.

Fuera como fuera, el joven Ned inicia comienza sus estudios universitarios de Historia en 1907, en la misma universidad de Oxford. Influenciado por la sensibilidad romántica y neomedievalista de Lord Tennyson y William Morris y el ambiente de la comarca, su principal campo de estudio son las fortificaciones y castillos medievales. Algunos de sus compañeros lo recuerdan como solitario y excéntrico, un estudiante imaginativo más que brillante o profundo, con habilidad para los idiomas (aunque en ocasiones sin prestar demasiada atención a la gramática), pero que no participaba de muchas de las actividades colectivas que unían a sus compañeros de estudios.

Su dedicación a la poliorcética le lleva a interesarse por los castillos cruzados de Palestina y su relación con las novedades militares en Europa en el siglo XII. Comienza por ello a preparar un viaje por la región y empieza a estudiar árabe, para completar la tesis necesaria para licenciarse. Así, en el verano de 1909 llega por primera vez a Siria, escandalizando a sus compatriotas por su afición a mezclarse con los nativos y adoptar su vestimenta, así como desconcertando a estos mismos con su tendencia a viajar solo, en bicicleta y aparentemente desprotegido. Pronto queda fascinado por el país, sus gentes y especialmente por al belleza desnuda del desierto, que contrasta fuertemente con los paisajes británicos y franceses de su infancia.

Al año siguiente le ofrecen un puesto en las campañas de excavación (1910-1914) en el yacimiento hitita de Carchemish, dirigidas primero por D. G. Hogarth (1862-1927),  a quien ya conocía del museo Ashmolean y más tarde por Charles Leonard Wooley (1880-1960). En una pausa de las excavaciones en Carchemish, en 1912, también trabaja junto con el afamado egiptólogo Sir Flinders Petrie (1853-1942) en la necrópolis de Kafr Ammar, en el mismo Egipto. Parecería que la vida de nuestro protagonista estuviera claramente encauzada, dirigida hacia un futuro académico relativamente convencional.

Sin embargo, el curso de la historia alteraría completamente este destino. Ya en enero de 1914 el ejército británico, ante la inminencia del conflicto que se avecinaba, recluta a Wooley y a Lawrence para realizar, bajo la pretensión de realizar una investigación arqueológica, una expedición en la región de Negev, en la frontera entre las posesiones británicas de Egipto y el Imperio Otomano. Los británicos están por entonces especialmente preocupados porque, en caso de que la guerra estalle, los turcos podrían poner en peligro el tráfico marítimo a través del Canal de Suez, fundamental para mantener unidas las posesiones del Imperio (especialmente la India) con Gran Bretaña.

Cuando finalmente estalla la guerra, Lawrence, que es rechazado para servir en la infantería, es asignado como adjunto al servicio de información de la oficina árabe en El Cairo, donde también se encuentra bajo las órdenes de D. G. Hogarth. Allí se dedica fundamentalmente a reunir información, realizar informes y planos para el servicio de inteligencia, relacionados con el complejo escenario que era el Próximo oriente. Bajo el gobierno turco, la región estaba poblada por una variedad de pueblos, en su mayoría de lengua árabe, pero con grandes diferencias culturales y religiosas; con movimientos independentistas dispersos y a menudo enfrentados. Además, las potencias aliadas tenían distintos planes para la región, en la que confluían los intereses de Gran Bretaña y Francia. Incluso dentro de la misma administración británica existía una profunda división entre la oficina árabe, con sede en el Cairo, y la administración india, que veía la zona de Mesopotamia como su área natural de expansión colonial.

Durante estos primeros tiempos, Lawrence se convirtió en un apasionado defensor de un plan para abrir un frente en Siria, llevando a cabo una invasión de Alejandreta[3] (Iskenderum en turco) y de la formación de un Estado árabe independiente en la región. Sin embargo, la opinión oficial británica ya se había establecido en el tratado firmado con los franceses: el acuerdo Sykes-Picot se repartía la región en áreas de influencia con Francia; además, en la conocida como declaración Balfour (9 de noviembre de 1917), se comprometían al establecimiento de un hogar nacional para los judíos en Palestina. Al mismo tiempo, no dejaron de alimentar las promesas de un Estado árabe independiente, para fomentar la revuelta de los descontentos súbditos otomanos del área.

La revuelta se inicia finalmente en Junio de 1916, dirigida por el jerife de la Meca Hussein (Hussein bin Ali al-Hashimi, 18854-1931) pero esta , tras algunos éxitos iniciales, pierde rápidamente su impulso y se estanca, ante la superioridad técnica y táctica del ejército turco. No consigue tomar varios de sus objetivos iniciales, Medina fundamentalmente ni extender el área de conflicto; además, dependen del apoyo de la flota británica para sus suministros.

En el libro autobiográfico que Lawrence escribe estos años, Los siete pilares de la sabiduría, detalla su creencia en que lo que necesitaba la revuelta era aprovechar las virtudes naturales para la guerra de guerrillas de los árabes y no luchar una campaña tradicional. Pero, sobre todo, insiste en la necesidad de un líder, que a veces describe con tintes casi mesiánicos, que pudiera aunar a estos pueblos dispersos y dirigirlos contra el enemigo más allá de las distinciones tribales, culturales y sociales. Entre la familia de Hussein, su candidato favorito para el papel era su tercer hijo, el príncipe Faisal (Faisal bin Al-Hussein bin Ali Al-Hashemi, 1885-1933) y dirigió sus esfuerzos en convertirlo en el interlocutor principal con los británicos.

Lawrence insiste, aunque los biógrafos más críticos califican sus cuitas de hipócritas o exageradas, que en aquellos años se encontraba dividido entre su lealtad a Inglaterra (y los planes perfilados en el acuerdo Sykes-Picot) y su lealtad hacia la revuelta árabe. Afirma incluso que intenta renunciar varias veces y que pasa por momentos de profunda depresión debido a esta doble moral. Es necesario mencionar también, por su posible influencia en su vida posterior, un incidente que ha sido considerado de forma muy diferente por distintos biógrafos: unos lo consideran un hecho fundamental para explicar su condición psicológica posterior; otros, afirman que se trata de una completa invención. Según cuenta él mismo, el 20 de noviembre de 1917, durante una misión de espionaje en torno a la ciudad de Deera, fue capturado, torturado y agredido sexualmente por soldados otomanos.

Pese a todo, como enlace con la revuelta y como asesor de Faisal, jugó un papel muy importante en convertir la revuelta en una fuerza bélica eficiente, aprovechando las ventajas de movilidad, alcance y resistencia de las tropas regulares y de los grupos irregulares de beduinos. Él mismo participa o incita varios encuentros militares, incluyendo la toma de Áqaba (6 de Julio de 1917) o la batalla de Tafila (25 de enero de 1918) y también otros más polémicos, como la conocida como masacre de Tafas (ya casi al final de la guerra en la zona, el 27 de septiembre de 1918).

La mayoría de sus actividades son, sin embargo, más escaramuzas que batallas directas. Dirige, de este modo, una incesante campaña de sabotaje sobre puestos y vías de suministros, especialmente contra el estratégico ferrocarril del Hiyaz, que unía Damasco y Medina y hubiera servido como puntal de los refuerzos turcos. Estos sabotajes y ataques relámpago, combinados con el avance británico convencional a través de Palestina, con Edmund Allenby al mando de la fuerza expedicionaria egipcia, llevaron a una derrota definitiva al ejército otomano. Finalmente, las fuerzas árabes, adelantándose a los planes aliados, toman Damasco el 1 de octubre de 1918, cerrando prácticamente las operaciones en ese frente, pero abriendo casi inmediatamente un duro periodo de negociaciones y posicionamientos cambiantes.

Durante los tres años siguientes, Lawrence, en diversas funciones como representante británico en las conferencias de paz de París o adjunto al ministerio de las colonias, con Churchill y como figura pública (escribiendo en prensa), se esfuerza en obtener «un trato justo para los árabes», lo que habitualmente quiere decir la formación de una o varias naciones independientes libres de administración colonial. Se enfrentaba a las ambiciones francesas en el Líbano y Siria, a las propias intenciones británicas en Mesopotamia y la división interna de los árabes[4] en facciones, camarillas con opiniones dispares, incluso dentro de la familia de Hussein.

En 1921 se retira de estas tareas cuando parece haber alcanzado una situación más o menos estable, con Francia controlando Líbano y Siria, Gran Bretaña asentada en Palestina; pero con las dinastías hachemitas establecidas en Irak (país nuevo, en la antigua Mesopotamia, donde gobernaría Faisal), Jordania (otro nuevo Estado, gobernado por su hermano Abhdula) y el Hiyaz (gobernado directamente por el jerife Hussein). Sin embargo, ya en 1924 se aprecia la debilidad de esta construcción cuando Hussein (que se había enemistado con los británicos y no contaba con su apoyo) es depuesto por los saudíes y su reino anexionado.

T. E. LawrenceAl mismo tiempo, la fama internacional de Lawrence de Arabia había comenzado a crecer, algo en lo que tenía mucho que ver el periodista y escritor norteamericano Lowell Thomas. Este, tras viajar a la región y entrevistarse con Lawrence en Jerusalén, popularizó su figura en artículos de prensa y, sobre todo, en una serie de exitosas lecturas dramatizadas a lo largo de Estados Unidos y Gran Bretaña. Estas, originalmente fueron tituladas Con Allenby en Palestina, pero, pronto, como muestra del éxito popular del personaje, se ampliada con un y con Lawrence en Arabia. Las conferencias estaban acompañadas por proyecciones de películas y fotografías realizadas durante su viaje, incluyendo algunas de Lawrence con traje beduino, que serían la imagen más poderosa para muchos espectadores.

Aunque al acabar la guerra había conseguido una beca en su alma mater, el Jesus College de Oxford, parece que el rumbo académico de su vida se había torcido definitivamente. Empieza a escribir, con vacilaciones y dudas, su propio libro sobre sus experiencias en la guerra, un texto que se terminaría titulando, tras años de diferentes versiones, Los siete pilares de la sabiduría (1922/1926/1935); su versión resumida se llamó Revuelta en el desierto (1927). Aunque ambos se convierten en verdaderos best-sellers, el autor renuncia a la mayor parte de los beneficios y parece tener una actitud ambivalente (que algunos, de nuevo, califican de hipócrita o falsa) hacia estas obras y hacia su fama en general.

La vida posterior de Lawrence es, por lo demás, bastante extraña para alguien que había llegado a ocupar titulares en la prensa de todo el mundo y que era considerado un héroe romántico por las masas. En vez de ocupar un puesto cómodo como oficial del ejército, político o profesor universitario, un puesto que seguramente habría podido obtener empleando su influencia en el gobierno, o vivir de dar conferencias y firmar autógrafos, se alista como soldado raso. Lo hace bajo nombre falso, ademas, como John Hume Ross, en un primer intento (frustrado al ser descubierto por la prensa posiblemente por su propia indiscreción) y luego como T. E. Shaw. Este servicio militar le llevó a una breve estancia en la India británica, entre 1927 y 1929, pero básicamente se desarrolló en varias bases comunes y corrientes de Inglaterra.

Como soldado parece haber llevado una vida bastante modesta, trabajando fundamentalmente como oficinista (aunque también colaboró en el diseño de lanchas rápidas); por lo demás, aprovechó su tiempo libre para escribir, traducir y montar en moto (algo que le apasionaba). Precisamente fue un accidente de moto lo que acabó con su vida, el 19 de Mayo de 1935, solo dos meses después de acabar su periodo de servicio. El día 13 salió a dar una de sus vueltas habituales, pero  intentando evitar un atropello, perdió el control del vehículo y fue arrojado de su asiento. Sufrió graves heridas en la cabeza (el uso del casco no era obligatorio ni habitual) y tras seis días en coma murió sin haber recuperado la consciencia, a la edad de 46 años.

Dejaba atrás una obra breve (además de sus textos sobre la revuelta árabe escribió El troquel, basado en sus experiencias como soldado tras la guerra), algunas traducciones (la más importante una traducción-adaptación de la Odisea que también se convirtió en un éxito de ventas) y un legado político ambivalente en Oriente próximo.

Pero su fama no murió, ni mucho menos, con él. A lo largo de los años han aparecido multitud de biografías y obras parciales centradas en la época de la revuelta árabe, que han abarcado todo un abanico de interpretaciones diferentes: de héroe abnegado y sincero luchador por la libertad árabe a criminal, hipócrita y mentiroso compulsivo. Su posición frente a las polémicas de Oriente medio, especialmente en relación con el colonialismo francés en Siria y el sionismo, también han sido materia de ataques o alabanzas, afectando a la visión general sobre su figura.

Algunas obras, especialmente basadas en los testimonios dudosos de Lowell o en historias fabulosas de la prensa, dan una visión mucho más fantástica de sus experiencias, especialmente de las postbélicas. Algunos rumores, por ejemplo, lo sitúan colaborando con los servicios secretos británicos en Siria, Marruecos, Afganistán o la India durante la última década y media de su vida. Incluso circula una historia en la prensa que afirma que en 1928 se casó en Cachemira bajo una identidad falsa. Como era de esperar, también hay quien quiere ver en su muerte un complot de los servicios secretos y no un trágico accidente.

¿Y qué tiene todo esto que ver con Indy? Bueno, es innegable que la combinación de arqueólogo y aventurero es algo que ambos personajes comparten y que, sin duda, estaba en la mente de los creadores del personaje ficticio. Podemos encontrar múltiples testimonios de estos destacando el nombre de Lawrence, especialmente de Spielberg, que llega a afirmar que la película de Lean es una de sus películas favoritas de todos los tiempos y mencionando una relación directa con la génesis de Indiana Jones.

Recordemos que, según su biografía oficial, Indy se alista en el ejército belga bajo identidad falsa en 1916 (con el nombre de Henri Defense) y luego pasa a realizar labores de inteligencia, primero para los belgas y luego para los franceses, algunas de las cuales no dejan de estar muy cercanas a las llevadas a cabo por el británico, incluyendo al destrucción de ferrocarriles o la infiltración en poblaciones exóticas. Por otro lado, se nos cuenta que  T. E. Lawrence conoce a Henry Jones Jr. en Egipto en 1908[5] y vuelve a encontrarse con él durante la guerra, en Palestina, en 1917[6], al final de la misma y durante las negociaciones de paz de París en 1919. Al menos eso cuentan varios episodios de Las aventuras del joven Indiana Jones, siendo interpretado el  británico por Joseph A. Bennet, en su primera aparición, y por Douglas Henshall en las dos posteriores.

Hay otra conexión entre ambos algo más indirecta y que pasa por un personaje hoy casi olvidado: James Schuyler Grim, también conocido como Jimgrim. Este es un personaje literario creado por Talbot Mundy (1879-1940), un popular escritor de aventuras que, aunque de origen británico, alcanzó el éxito en las revistas pulp norteamericanas. En el relato The adventure of El-Kerak (aparecido en la revista Adventure, número de noviembre de 1921) conocemos a Jimgrim, un americano que trabaja para la inteligencia británica en Palestina y que muestra muchos rasgos de esa imagen popular de Lawrence, en su forma más refinada y muy cercana al héroe cinematográfico. Algunos de los relatos de Mundy están teñidos por elementos místicos y mágicos, incluyendo misterios arqueológicos, sectas y trampas mortales ¿Conocían Lucas, Spielberg et al. a este personaje? sabemos que, al menos,  Philip Kaufmann[7] lo conocía, ya que llegó a escribir un guion nunca producido, titulado Jimgrim vs. The Nine Unknown algún tiempo después del estreno de la primera película de Indy. Las fuentes son poco precisas, pero parece que lo culminó a mediados de los 80; no obstante, no podemos afirmar que lo conociera antes de dicho momento.

Visualmente, el legado de Lean es muy visible en En busca del Arca perdida, algo menos en el Indiana Jones y el templo maldito y es especialmente intenso en La última cruzada[8], la película que más directamente establece esos lazos visuales y geográficos entre ambos. No hay más que mencionar el último plano, con nuestros héroes alejándose hacia el sol poniente y que recuerda poderosamente a imágenes similares del film anterior. Ambas rodaron, además, parte de sus exteriores en Jordania: Spielberg en Wadi Musa y las ruinas de Petra y Lean en Wadi Rum, más al sur. Incluso en el atrezo se hace un guiño, al sustituir la pistola del personaje por un revolver Webley WG Army Model, muy similar al Webley Mark IV que O’Toole utilizaba en la película de Lean. Podemos señalar, también, que el área de estudio de Henry Jones Sr. (Sean Connery) con los textos del Grial y los caballeros medievales de la primera cruzada, incluso su diario lleno de representaciones de grabados, inscripciones y vidrieras, recuerda al interés por lo medieval del joven Ned.

Así que, haciendo un repaso general, podemos decir que, en nuestra búsqueda de un Indiana Jones histórico, T.E. Lawrence cuenta con las ventajas de ser realmente  arqueólogo, haber trabajado en áreas que coinciden con algunas de las experiencias de Indy y haber vivido una vida realmente aventurera y cinematográfica, que en algunos casos ha inspirado directamente episodios de la vida de Jones. Además es una influencia reconocida por los creadores en la génesis del personaje ficticio, lo cual le sitúa muchos puntos por encima de otros candidatos que no podemos estar seguros que conocieran. Por otro lado, los elementos en contra, incluyendo pero no limitándonos, a su práctico abandono de la vida de arqueólogo tras la guerra, siguen siendo demasiado significativos como para darle el título definitivo de el auténtico Indiana Jones.

E. Lawrence nos ha dado mucho de que hablar, pero aún no hemos llegado al final de este viaje.


[1] El mayor Montagu Robert (1885-1971) heredó el entusiasmo religioso de su madre, se licenció en medicina, sirvió en el cuerpo médico durante la Primera Guerra Mundial y, más tarde, participó en actividades misioneras en China durante los años 20 y 30. William George (1889-1915) y Frank Helier (1893-1915) murieron ambos muy jóvenes en el frente occidental, al poco de empezar el conflicto y con pocos meses de separación. El menor, Arnold Walter (1900-1991) estudió Arqueología clásica, llegando a ocupar un puesto de profesor en la universidad de Cambridge y fue el encargado del legado literario de su más famoso hermano tras su muerte.

[2] No esta claro cuándo descubrió la verdad sobre la relación y la verdadera identidad de su padres. Es posible que solo lo descubriera a la muerte de este en 1919, pero ya de muy joven afirma haber notado un aire de secreto y mentiras que le llevaron a dudar sobre esta.

[3] Y aquí debemos mencionar, por supuesto, que Alejandreta juega un papel menor, pero importante en Indiana Jones y la Última Cruzada, donde sirve como punto de partida de la ruta que conduce al Cañón de la Media Luna, donde se esconde el Grial.

[4] No puedo dejar de citar una magnífica escena de la película de David Lean en la que Auda abu Tayi (interpretado por Anthony Quinn) responde a la insistencia de Lawrence (Peter O’Toole) en hablar de los árabes como de una única nación: «¿Los árabes? Los Howitat, los Ajili, los Rala, los Beni Saha; a esos los conozco, incluso he oído hablar de los Harif, pero ¿los árabes? ¿Qué tribu es esa?».

[5] Aunque, si repasamos la cronología de la vida de Lawrence este encuentro tan temprano solo puede ser apócrifo.

[6] En el que también aparece otro científico (ornitólogo en este caso) actuando como espía en la campaña del desierto. El bastante menos conocido Richard Meinertzhagen. Este personaje, dado también a la exageración y a la autopromoción, tiene un lado oscuro, acusado no solo de robar especímenes ornitológicos de museos y presentarlos como hallazgos propios, sino incluso del asesinato de su segunda esposa.

[7] Guionista y director que colaboró con Lucas en la concepción preliminar de Indy en 1975 (antes de que Spielberg estuviera implicado en el proyecto, a partir de 1977) y que introdujo elementos tan importantes como como el empleo del Arca de la Alianza como Macguffin para la primera historia o la idea de enfrentar al personaje a arqueólogos nazis a través del libro pseudohistórico La lanza del destino de Trevor Ravenscroft. Por su labor, aunque parece ser que no quedó nada directamente de su guion en la versión final, aparece siempre en los créditos como cocreador del personeje junto a Lucas.

[8] Incluso el título podría ser una referencia a Lawrence, ya que a menudo, en la propaganda de la época, la campaña de Palestina de Alenby se asoció a las cruzadas e incluso fue llamada repetidamente así: La última cruzada. Por poner un ejemplo, la conocida revista Punch publicó una ilustración con dicho título pocos días después de la toma de la ciudad, en diciembre de 1917.

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