Seriéfilo: marzo de 2023
Casi sin darnos cuenta acabamos el primer trimestre del año. Aún es pronto para hacer conjeturas, pero parece que el año seriéfilo va bien encaminado porque, si el mes pasado llegaba a nuestras pantallas un aperitivo delicatessen como Happy Valley (Movistar Plus), este mes llega un primer plato contundente, sabroso y apabullante. Puede que la lista de ingredientes nos recuerde una receta mil veces repetida; pero, una vez hincamos el diente, solo encontramos calidad. Vamos a por la gran atracción del marzo catódico que me está entrando hambre.
Y es que, aunque la franquicia de videojuegos The Last of Us (Naughty Dogs, 2013) ha obtenido el reconocimiento de la comunidad gamer a lo largo de la última década, cada vez que se habla de adaptar un videojuego a otro medio audiovisual saltan todas las alarmas. Si bien es cierto que series de animación como Arcane: League of Legends (Netflix), Cyberpunk: Edgerunners (Netflix) o Castlevania (Netflix) han cumplido con creces las expectativas, cuando se trata de imagen real los precedentes no son muy halagüeños: sagas tan icónicas como Resident Evil (Capcom), Tomb Raider (Core Design) o Assassin’s Creed (Ubi Soft) pasaron, en el mejor de los casos, sin pena de gloria por las carteleras.
El único precedente en formato serie había sido The Witcher (Netflix) que, sin ser un fracaso, no deja de ser una serie bastante irregular que no logra trasladar la grandeza de la saga de videojuegos a la pantalla. Por suerte, The Last of Us (HBO Max)) ha aprendido de todos estos errores y ha conseguido, esta vez sí, estar a la altura del videojuego original. A toro pasado, puede parecer lógico el resultado sobresaliente: no solo por el cuidado y mimo de la producción de HBO, si no también por la naturaleza cinematográfica del relato original, que facilitaba el salto a la pequeña pantalla; a pesar de ello, hasta que llegó el estreno muchos estuvimos aguantando la respiración.
Quien no conozca la franquicia, podría pensar que The Last of Us es la enésima serie de zombis: mundo postapocalíptico, blablablá… Pero nada más lejos de la realidad. Eso es un simple envoltorio; aquí, lo importante son los personajes, fantásticamente interpretados por el ubicuo Pedro Pascal, en el papel de Joel, y Bella Ramsey como Ellie.
El resultado es una road movie en la que cada episodio, como si de una fase de videojuego se tratase, transcurre en un escenario distinto y tiene una trama autoconclusiva. Así iremos conociendo poco a poco a nuestros protagonistas, viendo cómo su relación y sus prioridades van evolucionando. The Last of Us (en adelante TLOU, para ahorrar tinta y tiempo virtuales) no es un mundo feliz: es un lugar devastado en el que se han cometido aberraciones y donde nadie es inocente. Todos han hecho cosas cuestvionables para sobrevivir y eso les atormenta. De hecho, la serie está llena de dilemas morales; decisiones terribles que, gracias al desarrollo de los personajes comprendemos dentro de su brutalidad. Los personajes toman decisiones terribles con las que, sin embargo, podemos llegar a empatizar. Entre tanta inmundicia, la serie tiene tiempo para historias bonitas y momentos entrañables, dejando siempre una pequeña rendija por la que se cuela la esperanza.
Por último, quiero destacar la catarata de guiños al videojuego que incluye la serie: en el trabajo de cámara, en la estética de la producción, en alguna sucesión de escenas calcadas a las que vivimos a través de nuestra PlayStation e, incluso, en los movimientos sigilosos de los protagonistas, que deberán reutilizar armas de los enemigos caídos y recuperar munición, medicinas y comida. Son detalles que harán las delicias de los fans del videojuego y acercarán sus mecánicas a quienes no conociesen de nada la franquicia. El reguero de personajes pulidos y la fantasía que rodea a los infectados por el cordyceps harán el resto. Estamos ante algo que trasciende aquello que planteaban otras series icónicas del género como The Walking Dead (AMC) o Black Summer (Netflix).
A la sombra de TLOU, otra adaptación videojueguil asoma en la recién estrenada plataforma de la Paramount en España. Halo (SkyShowtime) lleva otra mítica franquicia de la consola de Microsoft a la pequeña pantalla. Sin llegar al nivel de excelencia de la anterior, refleja muy bien el universo del shooter que durante muchos años fue el abanderado de Xbox. Al tratarse de un juego de pegar tiros a diestro y siniestro, la historia de la serie no es la más compleja del mundo. No obstante, los personajes tienen bastantes matices: la recreación del emblemático Jefe Maestro es excelente mostrándonos su verdadera cara desde el primer episodio; el resto de supersoldados Spartan logran armar junto a él una entretenida serie de acción centrada en la lucha de la humanidad contra los alienígenas del Covenant. Varios giros de guion mantendrán el interés entre batalla y batalla. Algunos efectos especiales cantan un poco, es cierto, pero, por lo general, la producción solventa muy bien una adaptación que se presumía complicada de llevar a la pequeña pantalla.
Dejando los videojuegos a un lado, vamos con la despedida del mes. Esta vez le toca el turno al terror psicológico y de lo cotidiano producido por M. Night Shyamalan. Servant (Apple Tv+) baja la persiana tras cuatro temporadas muy bien llevadas, que van desenmarañando y ampliando a partes iguales el misterio de la niñera Leanne Grayson, que es capaz de hacer cosas tan increíbles como resucitar a un bebe muerto. ¿O quizá no? Todas las incógnitas que se han ido acumulando durante sus comedidas temporadas de diez capítulos y media hora de duración, se irán aclarando en esta última entrega dejando cerrada y vista para sentencia una historia notable historia de terror.
Pero, mientras unas se van, otras se asientan. Es el caso de Mayor of Kingstown (SkyShowtime) que, tras una primera temporada que prometía pero resultaba muy dispersa, consigue centrar la historia en esta segunda temporada que continúa tras los eventos de la primera parte. Mike McLusky, un Jeremy Renner haciendo de Jeremy Renner pero al que le queda muy bien el personaje, es un intermediario no oficial entre las bandas callejeras de la ciudad y la policía e intenta restablecer el equilibrio de fuerzas de forma poco ortodoxa. Cómo resultado, se ve sometido a una presión por parte de los dos bandos que a punto está de acabar con él. Esta es una serie policiaca sucia y melancólica, que transita los grises de la ley e iguala ambos lados de la balanza; aquí el bien y el mal se difuminan y, durante los capítulos, muchas cosas importantes parecen cuestión de opiniones.
Un caso curioso es el de Your Honor (Movistar Plus), que suponía la vuelta en un papel protagonista de Bryan Cranston, el Walter White de Breaking Bad (Netflix), que aquí interpreta a un juez que debe saltarse la ley para proteger a su hijo después de un desafortunado incidente con la familia de un gánster local. Lo curioso de esta serie es que la primera temporada tenía un final cerrado, que no necesitaba continuación. Aunque siempre es un placer ver a Cranston actuar, la segunda temporada, a pesar de ampliar la historia e incluso tener un final (otra vez) muy correcto, da la sensación de no tener empaque suficiente para rellenar los diez capítulos de los que consta, introduciendo ciertas tramas secundarias que aportan más bien poco y parecen creadas con el único propósito de engordar el metraje. Sentimientos encontrados con una serie con una historia principal que está bien, con una producción cuidada y buenas interpretaciones, pero que, a pesar de ello, ha producido una segunda temporada que resulta totalmente innecesaria.
Acercándonos al final, este mes la cosecha de comedias se ha quedado a medias, a la espera de que termine la mítica Ted Lasso (Apple TV+). Únicamente puedo recomendar con la boca pequeña una producción de la misma cadena, Terapia sin filtro (Apple TV+). Una serie amable que intenta mezclar el drama del duelo por la pérdida de un ser querido con el buen rollo y la bondad de todos los personajes de la serie. Lamentablemente, ese tono buenista desdibuja el drama de la pérdida, rebajándolo a la condición de anécdota que brota esporádicamente en algunos momentos, cuando la serie se vuelve demasiado empalagosa. Esto es algo que afecta a los personajes que, para tratar de cumplir en los dos frentes, comedia y drama, no acaban de funcionar en ninguno de los dos registros. Serie para pasar el rato, pero de las que archivamos en ver y olvidar.
Y así llegamos al final de un mes marcado por la fusión de las series con los videojuegos, con un resultado más que satisfactorio. Esperemos que esta relación dure mucho tiempo y se materialice en muchas más producciones de calidad similar. Las expectativas son buenas: se habla de series sobre Fallout, Alan Wake, Devil May Cry, Splinter Cell, Disco Elysium, Mass Effect, God of War… Poca broma. Por aquí estaremos para verlas y jugarlas todas.