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El seriéfilo: septiembre de 2016

Para mí, septiembre es el mes del precalentamiento porque, a pesar de ser el que marca el inicio del nuevo curso seriéfilo, no presenta grandes diferencias con respecto a agosto. Y es que el calendario de las series cuenta episodios y temporadas en lugar de meses: las seasons (que dirían los angloparlantes), siguiendo su lógica aplastante, arrancan más o menos por estas fechas y la temporada de verano, la que nos ocupa, termina sobre el 22 de septiembre. Esto nos deja tres cuartas partes del mes para ponernos al día de todo lo acumulado durante el año (a partir de ahora ya no hay descanso) y semana y pico para sobrevivir a los cientos de estrenos simultáneos de la season otoñal. Por esta razón, de los estrenos hablaremos más extensamente el próximo mes porque, aunque he visto algunos capítulos prometedores, es mejor esperar para ver cómo se desarrollan las historias. No sería la primera vez que vemos un piloto excepcional para luego ver cómo la serie se descalabra con cada capítulo que pasa.

Entrando en la recta final del año, podemos confirmar que Netflix ha conseguido que toda la escena seriéfila se mueva al ritmo que marca la cadena en streaming de referencia. Y es que llevamos muchos meses ya en los que las series más esperadas son las suyas: si durante los meses veraniegos fueron Stranger Things o The Get Down (y antes de esas Daredevil, House of Cards o Orange is the New Black) este mes no podía ser menos y la serie que revolucionó las redes fue la segunda temporada de la vida del narcotraficante más conocido de la historia, Pablo Escobar: Narcos arranca sin concesiones. La primera temporada explicaba perfectamente la historia y motivaciones de cada personaje, por lo que esta segunda temporada es acción pura y dura; luchas de poder entre los distintos clanes de la droga y el gobierno colombiano poniendo toda la carne en el asador para capturar al capo de la droga que los está avergonzando a nivel internacional. Netflix lo vuelve hacer, ofreciendo un ritmo endiablado que permite que te veas la serie de un tirón en dos días y que, a pesar de acabar con los ojos inyectados en sangre, pidas más. Que no cunda el pánico porque ya se ha confirmado una nueva temporada, menos mal. Lo más representativo de la serie es que no toma partido por ningún bando y no encumbra a ningún personaje, ni siquiera a Pablo Escobar. Muestra esas zonas grises, que son la mayoría, de la lucha contra el narcotráfico en las que, a veces, hay que compartir cama con aquellos que persigues para poder derrocar a un mal mayor. De visionado imprescindible como la mayoría de las producciones de esta cadena que eleva el mundo de las series a un nivel superior.

Todo lo que viene a continuación se ve ensombrecido por la obra superlativa de Netflix. Aun así, hay cosas que despuntan y que pueden ser el inicio de una bonita y duradera amistad: estoy hablando del nuevo estreno de la cadena FX, Atlanta, una mezcla de drama y comedia que narra la historia de dos primos que tratan de abrirse camino en la escena del rap con su hit Paper Boi (muy pegadiza, la verdad). Personajes muy bien construidos con los que empatizas desde el primer episodio y situaciones muy graciosas que se integran perfectamente en la historia. La duración de cada capítulo es de treinta minutos, a caballo entre los cuarenta de los dramas y los veinte de las comedias, dotando de una gran fluidez a la serie que se nos acaba haciendo corta. Por suerte, también ha sido renovada. Creo que tendremos Paper Boi para rato.

Una serie que tenía pendiente desde marzo y que, aprovechando este mes de calentamiento, he puesto al día, ha sido la segunda temporada de Bosch (Amazon), adaptación catódica de las andanzas del detective creador por el escritor Michael Connelly. El patrón de la serie es el mismo que el de su primera temporada: dos casos que en principio no tienen nada que ver pero que se van entrelazando. Los personajes también siguen siendo los mismos y, aunque podría verse esta segunda temporada independientemente, sí que mantiene las suficientes referencias a hechos ocurridos en la anterior temporada para que puedan entenderse como una continuación de los casos del detective Harry Bosch. Lo increíble de esta serie es que, a pesar de los clichés del cine policiaco, que los tiene todos (las típicas coñas de las buddy movies, incompetencia de los jefes policiales, un protagonista que va de tipo duro pero luego es un trozo de pan con los compañeros y un padrazo) es entretenida y funciona muy bien. Si te gustan las pelis de detectives disfrutarás esta serie, ya que, a pesar de los lugares comunes, la producción es excelente y los casos mantienen la intriga hasta el último momento. Titus Welliver se hace completamente con el personaje principal y Jamie Hector también convence como Jerry Edgar, el compañero de Bosch. También ha sido renovada por una tercera temporada.

Otra que vuelve es Fear the Walking Dead (AMC) pero no con una nueva temporada, sino con la segunda parte de la segunda entrega, que tuvo un parón veraniego de tres meses, por lo que ya casi ni nos acordamos de lo que pasó en los primeros episodios. Sigo sin entender el propósito de esta serie; sigo sin entender por qué la han vuelto a renovar; y sigo sin entender por qué la sigo viendo: supuestamente trataban de hacer un seguimiento más realista del inicio del apocalipsis zombi a través de personajes más corrientes que los de The Walking Dead, que podemos decir que tienen un perfil más de supervivientes. Hasta ahí lo puedo entender, era dar otro enfoque dentro del mundo zombi que era difícil de incluir en la serie original, pues ya tenía un ritmo y un tono definido. Lógicamente, el tema salió mal: el ritmo era cansino y los personajes no tenían ningún carisma. ¿Solución? Hacer un The Walking Dead 2.0. Y en esas estamos: de repente los personajes (que siguen teniendo una falta de carisma alarmante) se convierten en unos supervivientes extraordinarios y unos mata-zombis de primera. Si la situación se pone tensa, nos embadurnamos de sangre zombi y ya está… ¿De verdad? Han empleado ese recurso más veces en quince capítulos que en The Walking Dead en cinco temporadas. No tiene gracia y encima se ve que han metido mucha pasta, porque las escenas de los zombis están muy bien hechas. Yo creo que podrían haber dedicado ese dinero a preparar otro proyecto o a pagar guionistas para eliminar todos los capítulos de relleno que tenemos que soportar para averiguar qué le sucede a Rick, Daryl y compañía.

Y ya para acabar, la serie exótica del mes: la polaca Wataha, serie producida por HBO Europa, algo que confirma que las cadenas americanas están muy interesadas por el mercado europeo y que, además de ofrecernos las series del otro lado del charco, han visto el filón de los gustos patrios (el caso español más característico puede que sea la participación de la cadena Netflix en la futura tercera temporada de El ministerio del tiempo). En el caso de Wataha se trata de una serie correcta: ambientada en la frontera polaco-ucraniana, lugar de paso de los contrabandistas que intentan introducir tanto mercancías como personas en la Unión Europea, nos pone en la piel de un guardia fronterizo que ve cómo todos sus compañeros son asesinados sin tener la menor idea de quién puede haber sido el responsable. La serie es entretenida y con bastante intriga, aunque no destaca en nada particular.

Y nada más que contar. Como veis, este ha sido un mes relajado mientras se prepara la gran avalancha otoñal de series. Por cierto, dentro de esta cantidad de estrenos, ¿qué serie se espera con más ansia? En mi caso, Marvel´s Luke Cage. Sí, otra vez de Netflix.

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