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El Seriéfilo

Seriéfilo: septiembre de 2020

En un año tan monotemático como este, es más necesario que nunca fijarse en los pequeños detalles del día a día para evitar perderse entre las brumas de la monotonía; en las páginas del calendario más estandarizado de los últimos tiempos. Buscamos las pequeñas pistas que a un sagaz seriéfilo no se le escapan para deducir, sin lugar a dudas, que nos encontramos en el inicio de una nueva temporada, un nuevo curso catódico, que saboreamos otro septiembre más. Es el olor a calidad fresca, el retumbar del suelo ante la llegada de algún peso pesado, la polvareda que levantan a lo lejos los cientos de estrenos que se acercan a velocidad endiablada… No hay duda: el verano ha muerto. ¡Larga vida al mes de septiembre!

No creo que haya mejor forma de recibir este nuevo curso que con la esperadísima segunda entrega del que ya se ha convertido en el buque insignia de la plataforma Amazon Prime, The Boys, serie de la que no solo se ha confirmado ya una tercera temporada, sino también un spin-off de jóvenes súperhéroes. Poco que objetar sobre estos nuevos capítulos que cumplen las expectativas, continúan la historia iniciada el año pasado de forma muy orgánica y mantienen la frescura tanto de los personajes como de sus tramas. La serie incluso logra incrementar la brutalidad de la acción sin abandonar en ningún momento el aroma cínico y pesimista que impregna todos los rincones de su guion. The Boys no solo es un soplo de aire fresco para el saturado mundo de los justicieros enmascarados, sino que trasciende el género para convertirse en una serie sobresaliente. Así, en mayúsculas y sin ninguna coletilla que le haga descender un solo escalafón.

Más lejos de las explosiones, de la sangre, la mala leche y las palabrotas, tenemos otra serie sobresaliente, aunque mucho más intimista: Upright (Sky Atlantic) es una entrañable road movie que nos hace atravesar Australia de la mano de Lucky y Meg, dos personajes que no se soportan, pero que terminarán necesitándose para reconciliarse con la vida. Acarreando un viejo piano, recorreremos los lugares más pintorescos del desierto australiano al mismo tiempo que viajamos subidos en una montaña rusa de emociones y sentimientos. Desde la carcajada más ruidosa y cargada de felicidad, hasta el llanto más triste y desbordado de arrepentimiento, todo cabe en esta serie producida con gran mimo por los detalles. Una producción de calidad que además acierta plenamente en la elección de los actores principales, que destilan una gran química entre ellos. La de Upright es una historia bonita y sincera que, sin embargo, nunca cae el sentimentalismo

Siguiendo con los estrenos, I may destroy you (HBO) es una serie arriesgada, provocativa e incómoda, construida bajo una aparente liviandad posmoderna que se refleja, sobre todo, en sus primeros capítulos. No obstante, todavía en sus primeros compases deja caer unas sutiles cargas de profundidad que revolotearán en nuestra cabeza removiendo nuestros prejuicios más ocultos a lo largo de toda la temporada. Su protagonista, Arabella, es una escritora que, tras alcanzar la fama con su primer libro, sufre un bloqueo creativo que le impide escribir su segunda obra. Arabella es joven y vive enganchada a su móvil y a las redes sociales; le gusta salir, emborracharse, consumir drogas y tener relaciones sexuales esporádicas; no tiene inquietudes políticas ni está comprometida con ninguna causa. Puede que ni siquiera te caiga bien, pero la verdad es que la historia… no va de eso. Escrita de forma inteligente, esta producción simula una absoluta indiferencia con respecto a todo; a pesar de ello, Arabella y sus amigos Terry y Kwame nos obligarán a empatizar, a base de asumir contradicciones, con una juventud que puede que no comprendamos, pero que sufre y ama a su manera, como todos.

Saltando el charco, desde Londres al delta del Mississippi, encontramos otra serie creada por una mujer, en este caso la dramaturga Katori Hall, que adapta su obra de teatro Pussy Valley a la televisión de la mano de la cadena Starz. P-Valley, con un nombre más recatado que el original, se centra en la vida de las bailarinas que trabajan en The Pynk, un club de striptease en lo más profundo del Estado de Luisiana. Lejos de perderse en el glamur y la diversión, Hall enciende las cámaras en el momento en el que se apagan las luces y cesa la música, justo cuando el Pynk se queda vacío y comienza lo más duro. Aquello que hay que hacer para sobrevivir y que ni el maquillaje es capaz de ocultar. Esta serie destaca por su ambientación, pero se queda corta en su desarrollo: la trama, que envuelve al casino  de un pueblo y una chica misteriosa que llega al mismo no es suficiente para llenar el día a día de unos personajes que, sin embargo, resultan atractivos y pueblan unas localizaciones exquisitas que permiten disfrutar del metraje aunque no pase casi nada que resulte interesante. Esperemos que mejoren ciertos aspectos en su segunda temporada porque el envoltorio es de primera categoría.

Cambiando totalmente de tercio, le toca el turno a una de las sorpresas del mes: la serie de ciencia ficción en la que participa Ridley Scott Raised by Wolves (HBO). Con una estética que recuerda a las películas ciencia ficción de los años 60 y 70 que puede resultar chocante pero se adapta perfectamente a la historia, nos vamos a un planeta desierto donde unos androides, Padre y Madre, deben criar a unos niños que son la última esperanza para la supervivencia de la raza humana. Toda esta trama dará paso al tratamiento de temas universales como la religión, la fe, la familia, la violencia inherente al ser humano, el amor… todos ellos perfectamente implementados en la narrativa. Quizá el único punto débil es la elección de Travis Fimmel como uno de los personajes protagonistas, ya que su actuación recuerda demasiado a su papel de Ragnar Lothbrok en la serie Vikingos (Canal Historia), desluciendo a un personaje que tiene un peso importante en la historia. A pesar de este problema con el reparto, la serie destaca en todas las facetas y fácilmente puede tratarse de la mejor producción de ciencia ficción de lo que va de año. Muy recomendable.

Mientras tanto, a la última creación del prolífico Ryan Murphy, Ratched (Netflix), le falla el contenido, pero deslumbra con el continente. La serie posee una puesta en escena preciosista y una fotografía impecable que calza un thriller psicológico con toques desagradables, apostando por una paleta de colores vivos y una imagen limpia y aséptica. Por desgracia, el guion es débil, con subtramas simples y desenlaces sumamente torpes. Carece de profundidad y sus personajes están poco desarrollados. Incluso la referencia inicial a la obra de Alguien voló sobre el nido del cuco (Milos Forman, 1975) me parece desafortunada: en esta serie no se ve reflejado nada de aquella obra original.

Y para terminar con una comedia como viene siendo habitual, porque una sonrisa nunca sobra, este mes tenemos Woke (Hulu), que destaca más por su originalidad que por sus gags. No obstante, resulta un visionado curioso. El protagonista, dibujante y creador de una tira cómica de humor light y con bastante éxito, cambia su percepción sobre el racismo de la sociedad cuando sufre en sus carnes un trato discriminatorio por parte de un policía. Este hecho le traumatiza y comienza a despertar en él una conciencia racializada, apoyada en este caso por un rotulador que le habla y le da consejos.

Una recomendación surrealista con la que os dejo hasta el próximo mes, que promete ser todavía mejor y mas fecundo que este septiembre. Casi nada. Y recordad: para ver mascarillas por la calle, mejor quedarse en el sofá viendo una serie. Sé que se está pasando de moda, pero mientras me permita esquivar reuniones sociales y seguir viendo series, yo sigo con el mantra del hashtag del 2020: #yomequedoencasa… Y parece que va para rato.

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