Hay que estar hecho de otra pasta para llegar a publicar treinta y un discos a lo largo de tu carrera. Y Mark E. Smith lo está. Más que un líder al uso, el mancuniano es el verdadero motor de la banda y el único miembro que ha estado en ella desde su fundación, allá por 1977. Nacida en la explosión punk, fue uno de los principales representantes del post-punk, se convirtió en un fenómeno underground y ha terminado por ser una leyenda de la música popular en su concepto más amplio.
Fue en 1985, sin embargo, cuando seguramente el grupo alcanzó su estado de gracia absoluto a la hora de aunar creatividad y accesibilidad. En 1984 ya habían demostrado que iban en serio con The Wonderful and Frightening World of The Fall, pero será This Nation’s Saving Grace el disco que los sitúe definitivamente en la vanguardia musical de la época. En él, encontramos homenajes al Damo Suzuki de Can (I Am Damo Suzuki), jugueteos con la electrónica (L.A.), instrumentales oscuros que hablan de casas encantadas (Mansion) y un ejemplo de ese maridaje entre personalidad y música popular como es Barmy.
El secreto del tercer tema del disco es, posiblemente, el increíble riff que lo abre. Atrapados por una guitarra hipnótica, nos vemos arrastrados por la particular voz de Mark E. Smith, un cantante que siempre parece estar arengándonos y tratando de lograr que nos levantemos en armas. Mención aparte merecen esos momentos en los que se pierde la machacona y maravillosa sección rítmica para sumirnos en un mundo casi pesadillesco en el que las voces se entremezclan y la locura parece hacerse con el control. Una auténtica joya que no ha perdido su vigencia.
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