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Cine y TV

Tormenta contigo: esas escenas de sexo de las que deberías hablar

La vida puede ser perfecta. Puede que estés en una fiesta charlando, en tono jocoso, con los encargados de subtitular Cachitos. Si levantas la vista él/la DJ es quien elige los temas para montar los vídeos de La Sexta Columna (qué criterio musical) y La Caña Brothers inmortaliza el momento haciendo las veces de Pepino Marino. De repente aparece tu crush (sí, nací en los ochenta y estoy utilizando crush), luz puntual, siguiente plano en la puerta del local y de camino a casa. Con la noche de placer asegurada toca repasar algunas escenas de sexo apoteósicas y otras que no lo son tanto.

En los guiones una escena de sexo es la excusa perfecta para presentar al personaje. Dime cómo tocas y cómo te tocan y te diré cómo eres. En ocasiones el sexo es mero hedonismo pero, ante todo, el sexo es comunicación. Hay personas que se comunican solo una vez al mes y otras que comunican demasiado y abogan por el sincericidio aeróbico.

Pero qué es el sexo. El sexo también es la antesala, es acariciar una rodilla bajo la mesa y mantener dos realidades a diferentes alturas como si de una película de Wes Anderson se tratase; es besarse sin control bajo la lluvia; es una nota en el espejo que contiene una llamada a la acción; un baño en el azul turquesa de tu cala favorita y volver a colocar las manos en su sitio antes de que se abran las puertas del ascensor. Dejamos arañazos y mordiscos para otro momento, nadie quiere ser señalado.

El sexo prohibido

El pasado 5 de febrero El País publicaba en sus páginas que tras la pandemia volverían los felices años 20. Sexo, placer y desenfreno. Algunos se frotarán las manos por estar solteros y otros dirigirán la vista al cielo para agradecer haber alejado de sus vidas a promiscuos y pegadores de venéreas. Lanzado el chiste, hay que pensar en la salud y se agradecería que en la ficción se incluyera más el uso del preservativo. No seáis insensatos y dejad de reíros recordando la escena de la película The Square.

La liviandad de esos locos 20 a veces trae consigo ser yonqui de lo prohibido. Lo prohibido puede materializarse tanto en una persona como en un lugar. Aunque a veces saldada la prohibición, adiós morbo y bienvenido golpe de realidad.

La película italiana Il capitale umano muestra a Valería Bruni interpretando a una esposa de clase alta aburrida de tanta banalidad que comienza a sentirse atraída por un pseudo embaucador interpretado por Fabrizio Bentivoglio. Como buena sapiosexual encuentra en la atención y el intelecto una excusa perfecta para redirigir sus rodillas. La excusa del metacine se repite una y otra vez en la gran pantalla. Una pantalla de cine, un proyector y algo de excitación. Un juego de piernas y un cambio de butaca. Son las rodillas un recurso audiovisual tan común como el detalle de la nuca.

Los lúmenes, las imágenes que se proyectan sobre ellos, suben la libido de los protagonistas. Algo tiene ese body painting en RGB o ese mapping sexual… Con estos nuevos términos acuñados puede que estemos dando ideas a quien realizó el mapping Vecino no más Melendi en el confinamiento.

Menos mal que llegó el digital, solo por aquellos pobres proyeccionistas que, con el cine analógico, vieron en las butacas del cine más movimiento del que deberían.

Hay verdades absolutas como que Naomi Watss es naturalidad y erotismo elevado a la enésima potencia. Puede que sea precisamente por eso, por su naturalidad y la ausencia de artificio. No debe cuestionarse esa verdad absoluta del mismo modo que nadie cuestiona al otro cuando admite ser un as de la cama… ¿Todo el mundo es una máquina en la cama? Fuera las estadísticas, no salen las cuentas…

De las redes sociales aprendimos frivolidades y alguna lección de vida, el triple credo a seguir este verano era visitar Menorca, hacer paddle surf e ir a terapia. Aunque depende del terapeuta.

En la serie Gypsy podíamos sacar el código deontológico para hablar del comportamiento de Naomi Watss. Una terapeuta que tiene una relación muy particular con uno de sus pacientes. Esta primera temporada aborda el erotismo, la atracción desmedida y ahí se queda, Netflix no la renovó. No elegiríamos una escena de sexo como tal, nos decantamos por la tensión sexual mantenida a lo largo de los capítulos. Aunque ese morbo añadido que supone llevar una doble vida en ocasiones roza la perversión.

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Sexo adolescente

En la adolescencia, hormonas mediantes, las relaciones se convierten en ese navegar sobre la espalda que cantaba Andrés Suárez. Un vaivén que muestra la serie Normal People y la película Amar de Esteban Crespo.

Por muchas razones Normal People fue la serie del 2020. Con el trasfondo de la crisis económica se conocen, él deportista obstinado en prosperar en su estatus académico y puede que social, y ella, una chica brillante e insegura a partes iguales, en la sombra.

Bien es cierto que en los primeros capítulos dan ganas de sentar a Marianne en una silla y cantarle las cuarenta, pero en palabras de Sally Rooney, la escritora de la novela en la que se basa la serie, quiso mostrar como el personaje se equivocaba para, más tarde, coger las riendas. La serie relata una relación de pareja, sus encuentros y desencuentros a lo largo de los años.

En la pubertad el que devora con hambre mezcla efusividad, verdad e inexperiencia a partes iguales. Normal People muestra ese miedo entusiasta y la necesidad imperiosa de comunicación. Las escenas de sexo se suceden a lo largo de los años. Comienzan con una luz tenue tras la ventana, el poco espacio en una cama de 80 y el susto en el cuerpo al comprobar que te has quedado dormido y tienes que volver a casa. Metidos en el típico edredón de cuadros los protagonistas hacen frente a cuestiones incómodas(barra)sentimientos. Ya llegarán a la edad adulta en la que tengan que cuestionarse si preguntar o no estudiando todos los tips sobre las red o green flags y todas las banderas de la OTAN juntas. Oda a los galimatías.

En su desnudez, con esa proximidad, Marianne va dejando entrever algunos problemas familiares que no se atreve a verbalizar y ahí entramos en la magia de los silencios y la contención en la pantalla.

Con el paso de los años la luz tenue de los encuentros adolescentes va perdiendo protagonismo dando paso a habitaciones con las hojas reflejadas en la pared al atardecer, reencuentros que emergen con un beso a la altura del ombligo, arrodillados como clamando piedad. Se trata de esa dulzura que supone volver al lugar sabiendo la piel que se toca. Estos últimos planos recuerdan, por su delicadeza, a los fotogramas acelerados en la cama de la película indie Like Crazy.

Por otro lado, la película Amar de Esteban Crespo muestra el sinsentido adolescente, esa celeridad absurda que a veces impera en la pubertad.

En la primera escena íntima la luz entra en cámara y se usa el flare con gusto (con el destello de lente pasa un poco como con las lentejuelas, hay que saber utilizarlo). Hay una línea muy fina entre hacerlo bien o ser un hortera. Interesante la narración de Crespo, la homogeneidad estética del largometraje y , a subrayar, la escena del ascensor que relata a la perfección ese calmar la sed propio de la juventud (escena que no podemos ni queremos destripar).

Es interesante ahondar en la visión de las emociones de este director como la de otros directores como Jonás Trueba.

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El sexo tóxico y el sexo venido a menos

Parece que a Ruth Wilson le van los papeles de mujer enigmática. Ya cautivó con aquella Alison en ocasiones impulsiva y en otras contenida, de la serie The Affair. En el pasado Festival de cine Europeo de Sevilla se proyectó True Things, película en la que Wilson interpreta a una gris administrativa. El personaje, Kate, se siente irremediablemente atraído por un ex convicto que, un día, se sienta en su mesa buscando algo más que ayuda burocrática.

El arranque de esta película muestra el sexo tóxico. La protagonista se deja llevar por un desconocido en un lugar público, él le sube la falda sin ni siquiera preguntar su nombre. Más que morbo esta escena deja una sensación de rechazo feroz. ¿Por qué se deja llevar de ese modo? Como las polillas al fuego.

Si Ruth Wilson puede ser recordada por ser Alison en The Affair, Alia Shawhat lo es por ser la prima en The Arrested Delevolopment. Años más tarde protagonizaría una serie modesta con tintes indie: Search Party (ojo a su banda sonora). En Search Party Shawhat vive rodeada de personas que están a piqué de la hernia cervical de tanto mirarse el ombligo: amigos y consorte. Su pareja lo tiene todo, atractivo, look moderno, corte de pelo, hasta un ukelele… Se espera de él delicadeza y pasión en la cama.

Nada más lejos de la realidad. La primísima de Arrested mira al techo sin sentir nada esperando que él grite ya. Se suma al equipo de los que, con el tiempo, pierden fuelle. ¿Siempre fue así? ¿Hay una expresión con significado opuesto a in crescendo? Ni sexo ni comunicación que valga. Al principio ella acepta con la resignación previa de la Malena de Almudena Grandes. Malena podía asumir la maldición familiar, pero no hay que olvidar que las tornas cambian y siempre hay unos ojos verdes, perdón, una esmeralda verde

Siguiendo con Search Party, el espectador siente un poco de vergüenza ajena al ver las dotes amatorias de Drew (John Reynolds). Sus dotes amatorias no llegan a superar otras escenas de sexo humillante como el capítulo uno de Breaking Bad, una masturbación con una mano y la otra mano en el ordenador para no perder el tiempo, o el primer encuentro sexual de Catalina la Grande en la divertida comedia de The Great.

Estas escenas nos lo han dicho todo del personaje, antihéroe en construcción o venganza en ciernes. Con el sexo pasa como con las palabras homófonas, que suenan igual pero que no son lo mismo. Sin embargo, si hacemos caso al Dios de Ángel González, «podría repetirte y repetirte» siendo cada vez diferente. Y volverá a pasar, soltarás los platos en el fregadero y correrás al salón para ver de qué programa se trata, de dónde salen esos temazos y comprobarás que no es No disparen al pianista, es la Sexta Columna. Sabrás los nombres de los que subtitulan Cachitos, pero seguirás sin comprender porqué utilizas el término crush cuando rozas los cuarenta.

Y ahora sí, toca acariciar, abrazar, morder y jugar. Os dejo una playlist erótico-festiva para que no perdáis más el tiempo. «En un mundo mejor habrá que hacer el amor», amén para el Señor Chinarro y para el resto: toquen y amen sin acento. Perdón a los que esperaban que esta entrada fuera Eye Wide Shut.

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